Los vecinos y el narcotráfico: el 30% detecta venta de droga en su barrio

Así lo advierte un informe de la UCA, cuyos responsables alertan que el fenómeno del narcomenudeo se agrava en villas y barrios populares, donde esa percepción llega a casi el 50% de las personas

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A raíz del debate público y la preocupación por el consumo y tráfico de drogas generado por la noticia de las muertes que vienen ocurriendo en Rosario, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) analizó el tema a través de encuestas en distintos conglomerados urbanos del país y, de acuerdo a su último informe, uno de cada tres hogares del conurbano bonaerense identifica la venta y el tráfico de drogas en el propio barrio, incluso en la misma cuadra, porcentaje que se extiende al 49,2% en las villas y al 41,2% en los barrios populares de clase baja.

El informe está basado en una muestra de más de 5.680 hogares y sus resultados indican que el consumo de sustancias psicoactivas, que había retrocedido durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19, volvió a dispararse a partir del 2021 y en niveles incluso superiores a los anteriores a la pandemia.

En otras grandes áreas metropolitanas, según el trabajo de la UCA, la presencia de la oferta de droga en el vecindario es del 27,6% y la percepción llega al 25,7% en otras zonas urbanas, con picos del 32,8% en Rosario y su zona de influencia. Como se sabe, la venta y el tráfico de drogas adquiere una relevancia mayor en los barrios vulnerables.

En CABA, si bien el índice promedio es del 12,1%, en las villas porteñas los registros son dramáticos: el narcomenudeo es advertido por el 65,1% de los residentes. El récord, inevitablemente, está en las villas y asentamientos populares de Rosario, donde la oferta de drogas llega al 73,2 por ciento.

“Los hogares pobres están mucho más expuestos a la venta y el tráfico de drogas, especialmente los jóvenes. Cuanto más marginal y más carencias existen, las familias se encuentran más lejos del Estado y más cerca del narcomenudeo”, apuntó Agustín Salvia, director del Observatorio y para quien el narcomenudeo en los barrios se potencia, en algunos casos, fruto de una necesidad económica e implica la supervivencia de muchas familias, “dada la expansión de la crisis económica, la pobreza, la falta de trabajo formal y la ausencia de un Estado capaz de producir prevención en materia de salud y adicciones”. A ello, agrega, se suma “la incapacidad de la política para intervenir con decisiones claras sobre el poder de las bandas delictivas”.

El trabajo de la UCA resuena en medio de la crisis de la seguridad por el crecimiento del narcotráfico, especialmente en la provincia de Santa Fe, y las recientes muertes de un nene de 11 años y las amenazas de grupos delictivos a la familia de Lionel Messi, entre otros hechos alarmantes.

Asimismo, el informe del Observatorio evidencia que existió durante las últimas dos décadas un “aumento significativo, tanto en el avance del narcotráfico como en las prácticas de consumo de sustancias psicoactivas”.

Pese a que la oferta y demanda de drogas, así como el consumo de alcohol, disminuyeron en 2020, especialmente al inicio de la pandemia y durante los meses de cuarentena estricta, volvieron a crecer durante 2021, incluso a niveles superiores a los precedentes a la primera ola de Covid-19.

Según el informe, en 2021 el 23% de los hogares en la “Argentina urbana” informó la presencia de venta o tráfico de drogas en la manzana, vecindario o barrio en el que está ubicado.

Según regiones urbanas, la presencia de venta o tráfico de drogas en la ciudad de Buenos Aires es de un 11%; pero la prevalencia se incrementa de manera significativa en el conurbano bonaerense (23%), otras grandes áreas metropolitanas (29%) y el resto urbano (27%).

Los datos muestran mayor presencia de narcotráfico, narcomenudeo y consumo adictivo de drogas en sectores de mayor vulnerabilidad socio-ocupacional: específicamente, un 41% de los hogares de sectores bajos marginales perciben venta o tráfico de drogas en sus alrededores.

Asimismo, en villas de emergencia o asentamientos precarios, casi un 60% de hogares indican que existe venta o tráfico de drogas en su zona. En general, cuatro de cada diez hogares en condición de pobreza perciben la presencia del narcomenudeo en sus alrededores, frente a un 15% de los hogares no pobres, y con especial influencia entre los adolescentes y jóvenes, “y con mayor penetración y visibilidad en los sectores más vulnerables y marginados de la sociedad”, describe el trabajo.

El informe de la UCA advierte, además, que los residentes en espacios con presencia de venta de drogas “están más expuestos a situaciones de violencia y amedrentamiento, en un contexto de enfrentamiento entre grupos, familias o bandas que disputan los territorios”.

La presencia o ausencia policial en la zona incrementa el riesgo de tráfico de sustancias ilegales. En los lugares en que existe vigilancia, la percepción es del 22%, pero cuando no hay agentes policiales, la oferta del narcomenudeo trepa al 36%. En el conurbano, el mercado de la droga es advertido por el 28,9% cuando hay presencia policial y por el 35,1% cuando no hay vigilancia.

En los barrios de clase media, en tanto, el riesgo de la oferta de drogas desciende al 20,3% y en los de clase media alta cae al 3,9%. “En estos barrios no es que no exista el problema, pero es menor su prevalencia, así como también su visibilidad”, apunta el informe, cuya una de sus conclusiones señala que el registro de venta de drogas en el barrio desciende “de manera poco relevante” -del 36,3% al 22%- ante una mayor presencia policial, con excepción de los barrios de nivel socioeconómico medio, donde la presencia de fuerzas de seguridad logra mayor impacto. “Esto estaría indicando que en los barrios más pobres o medios profesionales existe un déficit de control, falta de efectividad o connivencia policial con esta forma de comercio ilegal”, advirtió Salvia. También señala que en hogares con condiciones socioeconómicas, educativas, laborales y residenciales más precarias hay mayores índices de drogadependencia y tráfico ilegal.

“Mejorar la calidad educativa, crear un hábitat inclusivo, acceder a mejores escenarios de vida y de empleo son factores que reducen de manera significativa el riesgo a adicciones en los sectores más pobres”, es otra de las conclusiones del informe, cuyos responsables advierten una “marcada ausencia, impericia o desidia gubernamental” para realizar acciones preventivas, reparadoras o represivas para poner límite al flagelo del narcotráfico, al narcomenudeo y al consumo adictivo.

Al igual que sucede con otros temas, el problema se agrava en las barriadas más vulnerables

 

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