Una muralla defensiva: el Pincha, un equipo más sólido

El gran presente de Estudiantes es sin dudas uno de los mejores en el último tiempo, dando pelea tanto en el campeonato, la Copa Sudamericana y la Copa Argentina. Tras un comienzo adverso, donde los resultados no se conseguían, la llegada de Eduardo Domínguez le trajo además de grandes resultados, solidez defensiva.

Tras la igualdad conseguida en Córdoba, Estudiantes alcanzó los 14 encuentros sin perder, con un total de 10 victorias y 4 empates entre todos los frentes.

Además, del total de encuentros que dirigió el ex entrenador de Colón e Independiente, tan solo le convirtieron nomás en cinco (6 tantos).

¿Cómo logró Domínguez darle identidad y solidez al equipo? Sin dudas, priorizando en primer lugar a apostar por un equipo ordenado en lo defensivo, solucionando una de las falencias que sufrió el equipo en el último tiempo. Con la inclusión de una línea de tres centrales y dos laterales-volantes (5-3-2 o 3-5-2, dependiendo el caso), le dio soltura al equipo, generando un buen funcionamiento colectivo y provocando que levanten varios niveles individuales.

LA CONSTRUCCIÓN DE UNA BASE

Durante su estreno a cargo del primer equipo ante Huracán, el 12 de marzo por el campeonato, el técnico empezó a implementó esa variación del sistema que le empezó a otorgar mayor seguridad defensiva. Más allá que Huracán le generó algunas chances, el Pincha se mostró más ordenado, a comparación de lo que fue su arranque con Balbo.

En aquella ocasión, apostó por el Corcho Rodríguez como libero, acompañado de Luciano Lollo y Zaid Romero en la zaga; mientras que Godoy y Más, fueron los laterales-volantes. Después ubicó en el mediocampo como volantes centrales a Sosa y Ascacíbar (uno con más juego y otro con más marca), mientras que en la delantera se la jugó por la experiencia y el desequilibrio, con Piatti, Boselli y Rollheiser. Fue efectivo y terminó ganando 2-1 ante su gente.

Quizás la peor versión del equipo se vio en la derrota en el clásico ante Gimnasia, una semana más tarde. Y eso que repitió el mismo once que jugó con el Globo. Pese a que realizó un aceptable primer tiempo ganando por la mínima, sufrió desatenciones defensivas que lo dejaron con las manos vacías en el complemento.

Sin dudas, el partido que le dio impulso al ciclo Domínguez fue la goleada como local a Newell´s, donde empezó a sentar la base del equipo. Alternando entre esa línea de tres y de cinco defensiva, el entrenador ubicó a Muñoz en la zaga y puso al Corcho Rodríguez como volante central, como también la inclusión de Gastón Benedetti (le trajo frescura) como lateral-volante por izquierda. Ascacíbar se mostró más suelto y fue una importante variante ofensiva (marcando un tanto). El equipo fue otro, generó chances, no recibió goles y terminó ganando 3-0.

Esas mejoras las terminó revalidando en su debut en la Copa Sudamericana, donde venció 1-0 a Oriente Petrolero en Bolivia. Si bien en los papeles el Pincha era favorito, el desarrollo del juego le fue poniendo serios obstáculos. Las dos expulsiones sufridas (Ascacíbar y Lollo), le generaron otro tipo de partido. Pero con carácter, atacando cuando tenía que atacar y bancando la parada, se terminó llevando tres puntos de oro por el gol de Leonardo Godoy.

A partir de ahí y con la seguidilla copera, el Pincha se volvió un equipo confiable y que salió casi de memoria. Más allá de algunas variantes por recambio, Domínguez le dio rodaje a los mismos y con la obtención de buenos resultados, empezó a darle la identidad al equipo, siendo sólido atrás y apostando a un juego directo. Así se fueron potenciando individualidades: Luciano Lollo, mostrando su mejor versión en la defensa desde que llegó al club; Leonardo Godoy, pieza fundamental tanto en lo defensivo como en lo ofensivo; Benjamín Rollheiser, quien recuperó la confianza y se convirtió en un factor desequilibrante; y Mauro Boselli, quien volvió a aportar la cuota goleadora que lo caracteriza.

Los triunfos ante Independiente y Boca como visitante, las goleadas a Tacuary y el triunfo en UNO ante el complicado Talleres, fueron los partidos más destacados que alimentaron la racha de 14 encuentros sin perder. Un equipo que consiguió saber a lo que juega y que además sabe leer los partidos, sea de local o visitante.

Si bien le queda mucho por delante, ya que tendrá que afrontar las etapas decisivas en todas las competencias, Estudiantes se anima a dar pelea. Encontró una estructura en el momento adecuado y además sigue tomando más confianza partido a partido. Sin dudas volvió a ser un equipo serio, recuperando esa esencia de juego que marca la historia del club.

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