VIDEO. Crecen los barrios vulnerables: son cada vez más grandes y poblados
Edición Impresa | 18 de Junio de 2023 | 05:21

Junto a Berisso y Ensenada, nuestra ciudad conforma el sexto aglomerado urbano más grande del país, y el segundo en la Provincia. En el Gran La Plata (GLP) viven unas 940 mil personas, y en ese mar de gente, cada vez son más quienes apenas se mantienen a flote. De acuerdo con un informe elaborado por el Observatorio Socioeconómico de la Universidad Católica local, un tercio de la población de esta área metropolitana es pobre; un cuarto vive en villas o asentamientos que se propagan; y un diez por ciento subsiste, a duras penas, desde la indigencia.
La cuarta edición del Indicador de Integración y Desarrollo, una iniciativa que nació en 2018 con el objetivo de contrarrestar la sempiterna carencia de estadísticas consistentes de la que adolece la Región, pone bajo la lupa la totalidad de los “barrios populares” existentes, una labor particularmente desafiante porque mutan y se multiplican todo el tiempo, con notable fertilidad en épocas de crisis económicas, tensiones políticas y campañas preeleccionarias.
Concretamente, desde 2018 se registró la aparición de 72 nuevos enclaves de este tipo; y todos los ya existentes crecieron, en superficie, densidad de población, o ambos rubros. Hoy los “barrios populares” son oficialmente 262, y en un solo año, siempre de acuerdo con las cifras de la Ucalp, sumaron unos treinta mil nuevos habitantes; muchos de ellos, se radicaron en el ex Aeródromo Elizalde, en Los Hornos.
La consolidación de ese caserío, surgido en febrero de 2020 sobre las 162 hectáreas del predio que hasta inicios de 2015 usó el Club de Planeadores local, colocó al Gran La Plata, que ya tenía la “cucarda” de tener la mayor cantidad de asentamientos de la Provincia, en lo más alto de otro “podio”; alberga al más grande del país.
De todos modos, no es el único que se agranda sin cesar: el informe del Observatorio Socioeconómico reza que “si bien lo hacen de forma irregular, el 90 por ciento de los barrios precarios han crecido”.
Con cerca de 40 variables relevadas, y más de 10.000 datos analizados, los gestores del estudio sostienen que es el único dato actualizado en su tipo de la Región. En la Ucalp afirman que la hoja de ruta a la hora de avalar este exhaustivo despliegue fue presentada ante la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES), el Instituto de Asuntos Públicos (INAP) de la Universidad de Chile, y el Grupo de Investigación en Gobierno, Administración y Políticas Públicas (GIGAPP).
“Si se suma la cantidad de kilómetros cuadrados de los asentamientos, en total equivaldría a 21,6 km2. Todos juntos, representan el 80,11% del ejido fundacional de la Ciudad; o el 65% del territorio de Vicente López, el 47% del territorio de Tres de Febrero, y el 6% del territorio de La Matanza” precisan los voceros, en procura de dimensionar la magnitud de un fenómeno que desasosiega. Y continúan: “en los 262 asentamientos perfilados en la zona viven, aproximadamente, unas 232.000 personas de las 938.287 que residen, en total, según el censo. Esto es más que la población de la provincia de Tierra del Fuego, que tiene 190.641 habitantes”.
Edades y fragilidades
Un dato para nada menor es que, de la totalidad de personas viviendo en asentamientos o barrios precarios, unas 37 mil son niños y niñas hasta los 9 años de edad, y otras 27 mil, adultos mayores, franjas etarias con especial grado de desamparo ante las adversidades; si es doloroso el presente de todos los que sufren desventuras habitacionales, lo de estos grupos es directamente inadmisible y requiere respuestas urgentes.
Esto se hace aun más evidente a medida que se analizan en detalle los contenidos del documento de la Católica: nueve de cada diez asentamientos no tienen cloacas; en cuatro de cada 10 se encontraron elementos proclives para la proliferación de plagas como el mosquito vector del dengue; y tres de cada diez tienen basurales dentro o cerca.
Además, seis de cada 10 no tienen calles interiores pavimentadas o mejoradas, dificultando el acceso interno de ambulancias, bomberos y camiones de basura; y cuatro de cada 10 no poseen calles perimetrales pavimentadas, lo que profundiza el aislamiento. Si estas condiciones contextuales se cotejan con que apenas el 40 por ciento de las casas tiene asegurado un suministro continuo interno de agua potable, porque cuentan con tanques o cisternas para consumo humanos, higiene y sanitarios, está claro que las perspectivas son insalubres.
Este año, a la hora de recabar datos, el equipo del Observatorio sumó nuevas variables a las exploradas en las temporadas previas. Entre ellas, la presencia de emprendimientos comerciales “de economía popular” en los barrios y qué rubros predominan; si las viviendas tienen o no números identificatorios en sus frentes del tipo catastral o postal; si crían o no animales de granja o de consumo familiar, y si poseen caballos.
Los resultados revelaron que cinco de cada diez asentamientos tienen algún tipo de emprendimiento económico, entre los que se destacan los almacenes, kioscos y peluquerías; que dos de cada 10 tienen presencia de animales de consumo familiar; y que seis de cada 10 no tienen números en sus viviendas que permitan una individualización clara.
Como conclusión, de acuerdo con los autores del trabajo, nueve de cada diez barrios vulnerables “necesitan mayor integración”, y siete de ellos “la necesitan con urgencia, porque allí no se garantizan los derechos al hábitat y al desarrollo humano, principalmente por no contar con un acceso universal y equitativo a los servicios básicos”.
En la Ucalp destacan que esos barrios, que están “en rojo”, permanecen en una situación “igual o peor al último indicador publicado; es decir, no sólo no mejoraron sino que empeoraron”. Frente a la amenaza de un invierno crudo, hay que notar que en un porcentaje significativo, las viviendas de las tomas más “jóvenes” son en su mayor parte de madera, cartón, nylon y chapa.
El Crecimiento
También se observó el crecimiento “hacia arriba” y hacia los costados de cada uno de los barrios precarios relevados. “Crecen en terrenos colindantes, o con familias que en un mismo terreno subdividen para construir otro hogar, o en altura sobre el cinturón más urbanizado del ejido convencional, pero todos crecen” sostuvieron los portavoces: “y la consolidación del mega asentamiento ubicado en Los Hornos vuelve a funcionar como ‘efecto arrastre’ traccionando fuerte las estadísticas”.
Semanas atrás, se analizó desde estas páginas un informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica, que hizo hincapié en la creciente y apremiante situación de inseguridad alimentaria que padecen las franjas más vulnerables de la población, panorama que fue corroborado en el ámbito local por el testimonio de varios referentes de comedores comunitarios y copas de leche de la periferia platense.
Según el estudio, en la última década, el porcentaje de niños y adolescentes -de 0 a 17 años- que reciben alguna clase de asistencia alimentaria gratuita creció del 21,4 por ciento al 59,3 por ciento. El de aquellos que padecen inseguridad alimentaria -restricciones en la dieta- pasó de 19.9% a 31,4%. Y el de quienes sufren inseguridad alimentaria extrema -hambre-, fue de 10,2% a 12,3%.
El texto recogió que el 61,5% de los chicos (unos 8,2 millones) es pobre, y el 13,1% (unos 1,6 millones) es indigente. Los primeros no tienen cubierta la Canasta Básica; a los segundos no les alcanza ni siquiera para comer todos los días. Esto, a pesar de que los subsidios y planes sociales no han parado de incorporar beneficiarios, y alcanzan ya al 49,8% de la infancia y adolescencia.
“Siete de cada diez asentamientos necesitan con urgencia una mayor integración urbana”
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