Lejos de sus intenciones, la inflación escaló hasta una meseta altísima

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Caracterizado como “superministro” cuando desembarcó en el Palacio de Hacienda confiado en estabilizar la economía conteniendo una inflación que empezaba a acelerarse, Sergio Massa es ungido como candidato a presidente del peronismo cuando aquellos objetivos parecen más lejos de concretarse que nunca; el costo de vida anualizado mete miedo, y los precios de los alimentos cambian todas las semanas.

El tigrense se hizo cargo de la cartera económica en julio de 2022, después de que una corrida cambiaria sellara el destino de Silvina Batakis, efímera reemplazante del renunciante ministro platense Martín Guzmán.

El dólar se desancló. La inflación tocó el 7 por ciento. Pese a las múltiples promesas a múltiples sectores, y los parches como el “dólar soja”, la suba de precios trepó el mes pasado a un 7,8 por ciento y los analistas prevén una inflación hasta fin de año en torno, en promedio, al 7 por ciento.

Centrado en garantizar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que le permita aspirar a fondos frescos en algún formato viable, Massa decidió enfocar su gestión allí pese a las críticas del kirchnerismo “duro”, algunas despiadadas, en medios de comunicación afines.

El plan del ex Jefe de Gabinete, de hecho, arrancó con un ajuste de gastos nominal y una promesa de limitar la emisión monetaria, ambos senderos explorados a medias, así como el objetivo de acumulación de reservas fijado junto al FMI.

Mediante tipos de cambios diferenciales, el “dólar soja” y la ampliación de cepos (con devaluaciones fiscales y trabas para importar) Massa buscó contener la salida de dólares, pero la brecha cambiaria se agrandó, y aun más luego de la sequía.

En un primer momento, el “superministro” logró una desaceleración de la inflación (sobre todo el último bimestre del año pasado) a un piso del 5 por ciento gracias a los bajos precios de la carne, producto de una mayor oferta por la sequía. Envalentonado, prometió que para abril, la inflación iba a comenzar con un tres adelante. Eso no ocurrió, y como contrapartida, la gestión comenzó a sentir la recuperación de esos productos y la sequía. Entonces acumuló cinco alzas seguidas, con un pico de 8,4 por ciento en abril. En mayo, el IPC “desaceleró en niveles altos” y los analistas creen que la tendencia seguirá este mes. Sin embargo, la suba de los precios llegaría a alrededor de un 130 por ciento anualizado a fines de 2023, tal como lo estiman los expertos.

 

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