Cuando el teléfono interrumpe y cuesta retomar la concentración

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El Informe Global de Monitoreo de la Educación de la Unesco va mucho más allá del aula y plantea que el uso de smartphones y computadoras interrumpe la actividad de aprendizaje de los niños y jóvenes, pero no solamente en las escuelas, sino también en sus hogares. Un reciente meta-análisis que incluyó a alumnos desde el nivel preescolar hasta el nivel superior en un total de 14 países encontró efectos negativos en la relación entre el uso de teléfonos móviles y los resultados educativos, especialmente a nivel universitario. El declive se atribuyó principalmente a la creciente distracción y al tiempo dedicado a actividades no académicas durante las horas de estudio.

“Las notificaciones entrantes o la mera proximidad de un dispositivo pueden ser una distracción para los estudiantes, haciendo que pierdan la atención en la tarea que tienen delante”, indica el informe.

Además, el uso de celulares en las aulas también lleva a que los alumnos se involucren en actividades no relacionadas con el ámbito educativo, lo que afecta su capacidad de recordar y comprender información. Incluso cuando los estudiantes se distraen con actividades no académicas durante un corto período de tiempo, se encontró que les lleva hasta 20 minutos volver a enfocarse en el contenido de estudio, interrumpiendo su productividad, según reveló el documento.

El impacto negativo también se extiende al uso de computadoras para tareas personales durante las clases, como la navegación en internet, lo que no solo afecta al estudiante que utiliza el dispositivo, sino también a sus compañeros que están expuestos a la pantalla.

Evaluaciones

Estas investigaciones se suman a los datos obtenidos de evaluaciones internacionales a gran escala, como el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), que también arrojaron resultados preocupantes y demostraron un mal vínculo entre el uso excesivo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y el rendimiento académico.

Un análisis realizado con datos de PISA en 2018 de 79 países creó un índice de actividad en línea basado en diversas acciones, como enviar correos electrónicos, programar eventos, navegar por la web y chatear. Los resultados indicaron una asociación positiva entre el uso moderado de las TIC y los puntajes obtenidos en lectura, matemáticas y ciencias. Sin embargo, más allá de un umbral de un uso de “varias veces a la semana” -es decir un uso intensivo de las TIC- se observó una disminución en sus aptitudes académicas.

Además, el informe analizó la capacidad de autorregulación y adaptación tecnológica de los estudiantes durante la pandemia de COVID-19: “La transición al aprendizaje en línea afectó más a los estudiantes de escuela primaria que a los estudiantes mayores, quienes pudieron haber logrado mantener mejor su aprendizaje en un entorno remoto”, se detalló.

 

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