Dante Spinetta: “la música es un viaje y un aprendizaje”

En el principio, estuvo Illya Kuryaki and the Valderramas: unos adolescentes Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur irrumpieron en el panorama sonoro argentino con una rupturista fusión de rap, funk, soul y otras músicas hasta entonces casi inéditas en nuestras radios. Fue tildado de travesura, de juvenilia. Y de cosas peores: de portación de apellido.

Treinta años más tarde, sin embargo, Dante se paró en el escenario de los Premios Gardel para ser reivindicado por los jóvenes de la movida urbana como un pionero. Un adelantado. Llevaba, por su disco “Mesa dulce”, que presenta mañana en La Plata, en la sala de 58 entre 10 y 11, cuatro estatuillas bajo el brazo, entre ellas productor del año y colaboración de música urbana: a su lado lo abrazaban Ca7riel y Trueno, el ganador del Gardel Oro. “Creo que todo valió la pena, ¿no?”, se ríe Dante, en diálogo con EL DIA.

“Cuando arrancamos con Illya Kuryaki en los 90, con la música, o sea, con el rap, haciendo ‘Fabrico Cuero’, que fue el primer disco de rap argentino, mucha gente nos consideraba enemigos del rock. Nos preguntaban: ‘¿qué están haciendo?, ¿qué es esto de rap?’ Y hoy en día, la calle es urbana, la música que se escucha en todos los barrios, y hay unos raperos increíbles, y que muchos me reconozcan como parte de sus influencias, es increíble. Y hace que valga todo la pena también”, recuerda el hijo mayor de Luis Alberto Spinetta.

Esa herencia (él, hijo de Spinetta; Emmanuel, hijo del fotógrafo de rock Eduardo Martí) hacían más ofensiva su supuesta insolencia. Pero poco a poco los Kuryaki se fueron revelando como lo que eran: un dúo atrevido, de vanguardia, cuyas exploraciones sentarían las bases para lo que vendría. “Ser parte de esa genética urbana en Latinoamérica, es súper importante”, dice Dante. Es también una reivindicación. Y, dice, “creo que hay algo que tiene que ver con que cuando uno hace las cosas de corazón llegan a buen puerto. Porque están hechas con amor”.

Y con el corazón también está hecho, dice, “Mesa dulce”: el disco que tiene a Trueno y Ca7riel como colaboradores, “dos artistas que considero de los mejores de los últimos tiempos aquí en Argentina”, y que, revela, “es el disco que más me representa”.

De hecho, en la antesala del inicio de este Funky Latin Nation Tour que lo trae a La Plata, Dante lanzó “Una mesa dulce con Dante Spinetta”, documental que muestra cómo todo lo vivido lo llevó a crear el que define como su mejor álbum.

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“En este disco está haber cantando con Bootsy Collins, está haber cantado con Stevie Wonder. Haber tenido a mi padre haciendo canciones increíbles al lado mío, está toda esa enseñanza de la vida” , explica en el mini documental sobre “Mesa dulce”, un disco bien funk, bien urbano.

“Siento que ‘Mesa dulce’ es como un balance de mi carrera a nivel musical, a nivel lírico, a nivel producción y es como todo lo aprendido puesto ahí. Siento que energéticamente también es un punto bisagra en mi carrera musical. Siempre quise sonar como en este álbum”, cuenta Dante.

“Siempre estuve detrás de ciertas texturas y sonidos que pude lograr y entender del todo con este álbum: creo que es como una nueva etapa para mí que arranca con esto”, sigue, y agrega: “Es un disco que también lo hice desde el agradecimiento, desde compartir con la gente. Algo hecho con todo el amor, una forma de agradecer seguir estando fresco, seguir estando vigente y que la gente me siga, ser parte del soundtrack de la vida de la gente”.

- En el principio de todo, de tu carrera y también en la génesis de este disco, está Illya Kuryaki, un proyecto a contramano de ese momento donde el rock parecía serlo todo en el panorama nacional y aparecieron ustedes, el rap, el funk. ¿De dónde salió el impulso de hacer una banda con influencias tan distintas?

- Los Kuryaki nacen como una forma de expresión muy real para nosotros. Nosotros crecimos en casas donde se respiraba, obviamente, el rock argentino, la música de Spinetta, de Páez, de Charly, Soda. Y un montón de cosas más: artistas plásticos, fotografía, sumado con todas las influencias que también teníamos de afuera. Y nosotros sentíamos que era ser realistas también mezclar todas esas influencias y todos los sabores que teníamos como culturas. Hay algo de Latinoamérica que tiene que ver con que tenemos muchas influencias de música, anglosajona, americana, inglesa, afroamericana. Pero también tenemos nuestras culturas propias, nuestros ritmos locales. Y todo eso, si lo combinamos, también da sabores diferentes. Y lo que hicimos nosotros era eso: aceptar nuestro mestizaje, aceptar nuestra cultura y llevarla a un lugar nuevo. Y sabíamos que quizás el rap era nuestra revolución en ese momento, algo que capaz algunas generaciones que no entendían del todo, pero tenía que ver con un contexto político y también cultural y generacional. Por eso cuando hoy en día aparece gente grande criticando a los pibes haciendo música y les está yendo re bien, me parece medio ridículo. Si estás en el rock y eso, tenés que entender que el mundo cambia y que también hay sonidos nuevos. Te puede gustar o no, pero es así, el mundo avanza y cambia todo.

- ¿Te acordás de los comentarios bastante terribles que se hacían entonces sobre los Kuryaki?

- Cuando éramos pibes hemos sufrido discriminación por hacer rap, sí, o por hacer cosas con una carga sexual importante, también. La música argentina no estaba tan... no tenía esa carga sensual que nosotros usábamos. El funk tiene eso, tiene sensualidad, tiene respiración y es muy sensorial también. Se puede sentir físicamente, ¿no? Y creo que algo que también ayudamos a destrabar era ese concepto de que la música que se podía bailar era música que no tenía música, justamente: Illya Kuryaki empezó a demostrar lo contrario, junto a un montón de otros artistas. Yo creo que eso tiene que ver con una especie de racismo cultural, que viene de siempre haber tratado a la música que tenía que ver con el baile como si fuera menor, de peor calidad. Y el funk, justamente, demuestra lo contrario.

- ¿Y por qué pensás que la música urbana que ustedes trajeron tardó en impactar en Argentina? ¿Y cómo explicás esta explosión de talentos de exportación en el último lustro?

- Yo creo que la música urbana viene hace mucho en Argentina y se mantuvo por muchos años en el underground. Hubo raperos increíbles que quizás no lograron tener el éxito que se merecían. Las generaciones del principio de los años 2000 tenían artistas también muy buenos que capaz no lograron el reconocimiento que se merecían. Yo saqué un disco como “El Apagón”, que era 100% rap, en el año 2007, y yo quería que el disco salga casi en el 2005, 2006… y no hubo manera de sacarlo porque nadie me quería publicar un disco de rap. Nadie me lo quería sacar, hasta que yo me cansé y armé mi propio sello, Moncho Records, y lo saqué con una distribución de Pop Art, que fueron los únicos que me quisieron distribuir: me tuve que bancar todo el disco yo, hacer todo yo, y bueno, fue un momento difícil, realmente. Pero la verdad es que creo que todo vale la pena y todo es por algo, ¿no? Y hoy en día la calle habló: es evidente por la explosión que hubo con los años y la cantidad de talentos nuevos que hay en la escena urbana, cada uno con sus sabores. Hay gente con mucho talento y hay un idioma, hay un slang local que está buenísimo, así que tenía que pasar la explosión, ¿viste? Eso no se mide, pero es una explosión real, no es una moda.

- Mencionabas hoy que agradecés seguir vidente. ¿Pensás que ese impulso de mantenerte siempre en busca de lo nuevo es lo que sigue manteniendo tu música cambiante, fresca? Algunos dirían que ese impulso lo llevás en el ADN…

- Para mí la música es un viaje y un aprendizaje y siempre hay que considerarse un alumno por más de que uno tenga muchos años ya haciéndolo. Más de 30, en mi caso, y sigo en la búsqueda: es no creérsela seguir manteniendo la humildad frente al sonido, ante el arte, ante el amor, ese amor gigante que es lo que me motiva. A mí me sigue manteniendo fresco ese amor, que es como el amor que siento por mi madre que está en el cielo, es ese amor que no lo voy a torcer por nada, y creo que esa convicción es también lo que me mantiene fresco es seguir descubriendo, seguir mandándome.

“Cuando hoy en día aparece gente grande criticando a los pibes haciendo música, me parece ridículo: si estás en el rock, tenés que entender que el mundo cambia y que también hay sonidos nuevos”

“Cuando arrancamos con Illya Kuryaki, mucha gente nos consideraba enemigos del rock. Hoy en día, la calle es urbana: que muchos me reconozcan como parte de sus influencias, es increíble. Y hace que valga todo la pena también”