Medicamentos convertidos en productos demasiado caros para la población

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Ya en los últimos años y de la mano de una inflación que no dio tregua, se trató en diversas ocasiones en esta columna el valor de los medicamentos en nuestro país, que no dejaba de crecer. Ese problema recrudeció a lo largo de 2023 con subas que registraron hasta un 320 por ciento en algunos remedios. Está claro, entonces, que el proceso inflacionario golpea con fuerza en un renglón de especial sensibilidad para la población.

El último dato sobre el incremento surgió de un informe del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (CEPROFAR), donde se señaló que estos valores se ubicaron 100 puntos por encima de la inflación, que fue del 211 por ciento el año pasado.

Entre noviembre y diciembre pasados, tras la finalización del congelamiento de precios entre el gobierno anterior y los laboratorios, el alza promedio fue del 90 por ciento, y en algunos “medicamentos muy usados”, las subas superaron el 100 por ciento.

El titular de Ceprofar denunció que “en ningún país del mundo se aumentaron los medicamentos sin control como ahora en la Argentina”.

“Los medicamentos son lo único que la gente privilegia para comprar, además de los alimentos, pero lamentablemente en diciembre las mediciones indican que dos de cada diez personas no estarían pudiendo acceder a sus tratamientos”, se señaló desde la entidad que reúne a los farmacéuticos de todo el país.

Posibles abandonos de tratamiento de alta complejidad por parte de adultos mayores, que si no cuentan con apoyo familiar no podrían acceder a los medicamentos, y una caída cercana al 20 por ciento en las ventas de fármacos, multiplican las inquietudes existentes.

No es esta la primera oportunidad en la que, por una u otra razón, los medicamentos se convirtieron en productos demasiado caros para el ingreso promedio de los habitantes, así se hable de personas afiliadas a una obra social y, mucho más, de quienes no cuentan con una mutual que les haga accesible la compra de remedios.

La salud es un bien inalienable, un derecho esencial cuya atención debiera encontrarse garantizada sin excusas y es aquí en donde debiera verse la presencia del Estado, en su rol de garante de que toda la población pueda acceder a los medicamentos, extremando esfuerzos en la búsqueda de acuerdos.

Por su parte, el mercado debe permitir que los habitantes tengan, disponibles y a precios razonables, los medicamentos que su estado de salud reclama. Como en las anteriores ocasiones, el problema está planteado y no debe perderse tiempo en hallar las soluciones.

 

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