Faltan más normas para reglamentar la presencia de perros en la vía pública
Edición Impresa | 25 de Enero de 2024 | 01:29

El episodio no fue novedoso, ya que se reitera con mucha frecuencia, y afortunadamente no tuvo un desenlace más grave: lo cierto es que un platense que hacía ejercicios en la rambla que rodea a la Ciudad, en este caso en el tramo cercano al Estadio Unico, fue mordido por un perro que carecía de correa y bozal. La víctima del ataque resultó herida y debió ser trasladada en ambulancia al Hospìtal San Martín para su atención y tratamiento antirrábico.
Según primeros testimonios, el perro, de raza pitbull, era paseado por una mujer aunque al llegar la policía al lugar el dueño y su perro no se encontraban en el lugar. Más allá de este caso particular, corresponde señalar que en La Plata falta una norma destinada a reglamentar la presencia de perros en la vía pública, más allá de un registro.
Se ha dicho en diversas oportunidades que para poder manejar un auto toda persona debe demostrar que tiene aptitud para hacerlo y, además, es sometida a un examen teórico y psicofísico. En cambio, para ser propietario de un perro no se le exige a nadie cumplir con mínimas condiciones de preparación y conocimiento, tal como sí sucede en muchos países.
Esa es una de las primeras paradojas derivadas de una falta de política integral en la Ciudad, desde hace muchos años, no sólo para impedir la presencia de tantos perros vagabundos, sino, también, de aquellos ejemplares que cuentan con dueños y que sin embargo se sacan a pasear sueltos, sin la correa o, también sin un bozal colocados. Y sin que el dueño haya adquirido algún conocimiento sobre la forma en que debe ser tratado y adiestrado un animal.
Se sabe que existen reiteradas protestas vecinales por la presencia de perros que no llevan correas ni bozales, en lugares abiertos al paseo de la gente, como el Bosque o la República de los Niños. Lo que se pide, por lo pronto, es que en cualquier lugar público se hagan respetar las ordenanzas sancionadas hace años, pero que siempre han sido letra muerta.
No se habla en muchos de estos casos sólo de heridas o ataques menores. Los datos reunidos en los últimos años fueron elocuentes. Existieron, por ejemplo, cruentos ataques de jaurías de perros vagabundos en el paseo del Bosque que causaron graves heridas a las víctimas. En otras ocasiones fueron madres con sus bebés que se encontraron indefensas frente a perros agresivos.
Al riesgo de los eventuales ataques de los perros, se suma la suciedad que implica su presencia en las calles y paseos públicos, sin que se adviertan controles oficiales acerca de estas derivaciones. Tampoco pareciera que sean muchos los propietarios de canes que van con sus bolsitas para levantar la suciedad que dejan. La mayoría de los dueños de perros se desentiende por completo de esa obligación. Las leyes son blandas y además no se hacen cumplir.
Las autoridades y también la sociedad debieran tomar conciencia de que se está frente a un problema vinculado a la integridad física de las personas, a la salud y a la higiene pública, así como también a la calidad de vida de la Ciudad.
Si al problema de los perros vagabundos –que no está siquiera enfocado por el poder municipal, ya que las sucesivas administraciones dejaron de preocuparse por esta cuestión- se le suma el hecho de que tampoco hay controles para los ejemplares que tienen dueño, la situación se agrava en forma inevitable.
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