La Plata: como en "Mi pobre angelito", un nene se escondió de tres ladrones

El efecto sorpresa combinado con la oscuridad y la tranquilidad de la madrugada más una serie de atropellos e improperios le bastaron a una banda de tres ladrones para apoderarse de la totalidad de la recaudación de un negocio de Barrio Aeropuerto.

El hecho tuvo lugar alrededor de las 3.30 de la madrugada en un kiosco ubicado en calle 604, entre 5 y 5 bis.

El dueño de la firma no fue el único afectado con este golpe. Un empleado que se encontraba haciendo el turno noche también debió pagar los platos rotos de la incursión delictiva con su teléfono.

Según fuentes policiales los sujetos ingresaron cuando el trabajador recién había tomado el turno.

Luego de forzar una puerta trasera, en cuestión de segundos tres delincuentes quedaron frente a frente con el hombre.

“Decime donde esta la plata grande o te quemo” , le dijeron.

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En ese marco, al empleado no le quedó otra opción que entregar el dinero de la recaudación y los teléfonos que tenía en el mostrador: el suyo y el del kiosco, en el que estaban instaladas diferentes billeteras virtuales.

En todo momento los sujetos le exigieron que mantuviera su mirada fija en el piso. Pese a ello, por las voces, el damnificado logró identificar a un “hombre grande”, quien lideraba el clan impartiendo órdenes, y a dos sujetos que tendrían entre 20 y 30 años.

Párrafo aparte merece la otra víctima del hecho. Quien también debió vivir momentos de estupor y espanto fue el hijo del propietario, un nene de 12 años que se encontraba descansando en la vivienda ubicada detrás del local.

Luego de invadir el local, los sujetos se dirigieron al domicilio con el objetivo de agrandar el botón.

Una vez que abrieron la puerta se dispusieron a invadir cada uno de los ambientes.

Fue así que llegaron a la habitación del menor de edad que, para ese entonces, ya se encontraba despierto e intentando hallar una respuesta lógica al fuerte alboroto que había en su casa.

Con los escasos recursos que tenía a mano el chico logró desarrollar un camuflaje perfecto y pese a que los hampones registraron cada rincón de su habitación, no lograron advertir su presencia.

Como en las películas de terror el menor sólo atinó a taparse con su sábana y esperar que la escena transcurriera.

Debajo de aquella tela delgada, el niño hizo hasta lo imposible por mantener la tranquilidad.

Totalmente inmóvil, respirando profundo y lento el chico esperó y esperó hasta que finalmente los sujetos abandonaron su cuarto.