Pesadilla en El Mondongo: noche de terror para un papá y su pequeña

Las historias sobre la inseguridad en La Plata lamentablemente abundan y, en algunos casos, encierran matices verdaderamente sorprendentes, que conjugan audacia e impunidad y a un nivel que cuesta asumir como real.

Uno de estos episodios se materializó en una vivienda de 64 entre 115 y 116, del barrio El Mondongo, pasadas las 3 de la mañana del jueves último, hasta donde fue un ladrón de unos 25 años.

Según le contó ayer a la tarde a EL DIA el propietario de ese domicilio, Tomás Miranda (33), a esa hora “estábamos con mi hija de 4 años durmiendo en la habitación principal”.

Pero un ruido seco y fuerte logró despertarlo, sobresaltado. “Sentí un vidrio roto, que era el de una puerta que da al patio del fondo de casa. Por ahí el delincuente se metió, tras primero saltar una reja del frente y llegar hasta la parte trasera de casa por un pasillo de esta propiedad”.

“QUISO ABRIRME LA PUERTA”

Tomás dejó en claro, una y otra vez, que además del miedo lógico por la situación, lo que mayor inquietud le causaba era que el delincuente ingresara al cuarto en que descansaban aquél y su pequeña hija.

“Llegó a la planta alta y como acostumbro tener la puerta del dormitorio cerrada con llave, quiso abrirme la puerta pero no pudo, pese a que hizo algunos intentos para entrar por la fuerza”, relató sobre esos dramáticos instantes.

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Al preguntársele si en ese momento atinó a gritarle al intruso para que desistiera de la maniobra, explicó que “no, porque lo que menos quise fue que se despertara mi nena y se asustara por haber un delincuente en casa”.

Aunque en silencio, admitió que “durante las tres horas en que estuvo en casa este delincuente, escuché distintos ruidos por la casa, especialmente cuando decidió irse y le costó unos 20 minutos tratar de abrir una puerta que conduce al patio delantero. Por ahí escapó tras saltar una reja del frente con unos bolsos en los que cargó todo lo que me robó”.

Refirió que esa circunstancia la pudo observar desde la planta alta, luego que “llamé al 911 durante las tres horas que duró el robo, pero recién la Policía llegó cuando el ladrón ya estaba en plena fuga, seguramente en algún vehículo en que lo estarían esperando en el barrio”.

“TOMÓ COCAÍNA y TAMBIÉN CENÓ”

Durante la extensa charla con este diario, Tomás no obvió mencionar dos decisiones que tomó el intruso, en su convencimiento de que la vivienda estaba a su entera disposición.

El damnificado reveló en tal sentido que “este pibe se drogó en casa con cocaína, porque además al irse dejó algunos envoltorios con esa sustancia. También olvidó llevarse una campera”.

Además de quedar bajo los efectos de ese estupefaciente, el intruso tampoco se privó de consumir alimentos del lugar.

Tomás especificó al respecto que “abrió la heladera y sacó unos bifes con brócoli, que dejé para darle de comer a mi hija de 4 años al otro día. Se sentó a una mesa del comedor y comió todo”.

“Hasta robó un paquete de galletitas que compré también para la nena”, completó sin poder creer todavía lo sucedido.

Por supuesto que el escruchante se apoderó de muchas otras pertenencias más significativas.

La víctima detalló que fueron “20.000 pesos, entre 300 a 400 dólares, relojes, dos notebooks, una de ellas de un amigo que me la dejó para hacerle un arreglo”.

Al mismo tiempo, enumeró que el solitario ladrón se apoderó también de “celulares, mucha ropa mía, un par de zapatillas, una pava eléctrica, un habano cubano y hasta dos cajas de espirales que tenía para combatir los mosquitos”.

Tomás se permitió después un espacio para la jocosidad, cuando recordó que, entre las muchas y variadas cantidad de pertenencias que le sustrajeron, “había una botella de gin, pero que la había cargado con agua”.

“Al beberla se va a dar cuenta de que el contenido es muy distinto”, expresó con sonrisa cómplice.

Ya poniéndose nuevamente serio, comentó que “fue horrible haber estado pendiente durante tres horas de los movimientos por la casa que hacía este delincuente. Revisó dos habitaciones, el living, el comedor, el baño, el lavadero y hasta el fondo de la vivienda”, reflejó.

“REFORZAMOS LA SEGURIDAD”

Mientras dialogaba con EL DIA, a pocos metros su padre se ocupaba de tareas de soldadura en una de las puertas. “Reforzamos la seguridad de las aberturas y además vamos a hacerlo también en el frente, con rollos de alambre de púa”.