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Tras sus frustrados matrimonios con Martín Barrantes y Benjamìn Vicuña, llegó ahora el punto final para su relación con Roberto García Moritán. Infidelidad, mentiras y hartazgo entre las versiones
“Se casa cada cinco minutos, ¡tiene novio nuevo todas las semanas!”: todavía resonaba la lapidaria frase de Susana sobre Pampita cuando la modelo anunció que se casaba otra vez, esta vez con Roberto García Moritán, su pareja de hace apenas dos meses.
Pero a pesar de que aquel casamiento parecía apresurado, durante 5 años parecía que los dos vivían una vida idílica en pareja, que incluyó el nacimiento de Anita, su hija en común. Hasta que la fachada se cayó como un castillo de naipes: Pampita se separó de Moritán al descubrir aparentemente la vida libertina que llevaba el político, aprovechando las deshoras de su actividad para encubrir sus pecadillos. En medio de denuncias contra el empresario y, además, versiones de que no aportaba económicamente al hogar.
Es apenas el último de los tropiezos amorosos para una de las principales figuras de la farándula argentina, que supo convertirse de modelo a influencer y empresaria y construir un imperio propio, pero que en el amor no ha tenido fortuna, un historial que da la sensación que señala Su: el reality de Carolina Ardohain es un constante ir y venir vertiginoso.
Pero no es para tanto, al menos estadísticamente hablando. Para la morocha de 41 años, por ejemplo, el de Moritán fue apenas su segundo casamiento, una cifra habitual entre los famosos: el primero fue con Martín Barrantes, el 30 de octubre de 2002, a los 24 años. La relación nació, dicen algunos, con él en pareja, y terminó de similar forma: en 2004 anunciaron su separación y el polista le hizo juicio por adulterio.
Pampita y Martín Barrantes
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Es que Pampita ya había conocido a Benjamín Vicuña, el galán chileno de gran pasar económico que sería su pareja durante una década. La prueba más concreta del adulterio, adujo Barrantes, era Blanquita, la primera hija que la modelo tuvo con el actor. Los números, efectivamente, no cerraban: con Barrantes estaban separados de hecho cuando conoció a Benja, dice ella, aunque el divorcio no estuviera firmado. Sin el papel firmado, legalmente, sin embargo, el embarazo constituía adulterio.
El juicio fue escandaloso. La morocha dijo que casi no tenían sexo. “Intenté una y otra vez que nuestro matrimonio funcionara, pero había algo en Martín que yo no conocía y que se interponía. Me rechazaba como mujer, como esposa, como compañera... En varias oportunidades reaccionó con ira desmedida ante comentarios que le habían llegado –y no por mí- que ponían en duda su orientación sexual”, disparó, y afirmó que solo podían tener sexo de espaldas.
“Aclaro que con ella tuve relaciones sexuales no sólo de espaldas, sino de frente, de costado, de parado, en el agua y de todas las formas explicables y conocidas que un hombre y una mujer pueden tener”, se defendió Barrantes. Él le decía “mucamita”, apodo que volvería en la vida de la morocha. Ella le decía “vago”.
“Benjamin me cambió la cabeza, me permitió ser madre”, contó por entonces la modelo, en sus años de felicidad y alejada del foco mediático: Pampita, con Vicuña a su lado, navegaron aquella crisis judicial. Tuvieron cuatro chicos, pero, pronto, cuatro mil escándalos.
Con Benjamín Vicuña todo terminó en escándalo
La morocha, por ejemplo, se habría tomado de los pelos en una noche estival con Isabel Macedo, una de las tantas sospechosas de haber sostenido una relación prohibida en el set con Vicuña. Los mismos rumores aparecieron algunos años después, con Natalia Oreiro: fue el comienzo del derrumbe para la pareja, con audios filtrados con recriminaciones y acusaciones de infidelidad.
Pampita se negaba, sin embargo, a soltar la pareja de diez años, la familia consolidada, aún cuando estaban separados (o casi, según quien lo cuente). Una noche Vicuña fue a visitarla. Se extrañaban, evidentemente. A la noche siguiente, la modelo irrumpió en el set de filmación de “El hilo rojo”, donde encontró a La China Suárez tapada solo con una manta de Nepal y mucho olor a sexo. Ellos desmintieron todo, pero el tiempo le dio la razón a Carolina.
Lo que siguió, sí, fueron los mil y un romances de la morocha: Pampita estaba otra vez soltera y no le faltaron candidatos. Un verano en Punta del Este, coqueteó con Pico Mónaco, pero finalmente se quedó con Nacho Viale, un viejo amigo, quizás una cuenta pendiente. Al parecer, ella quería demasiado de aquel romance estival; él, eterno picaflor, prefirió seguir en la soltería.
Y Pico, mientras tanto, perseveraba: como en la cancha de tenis, terminó ganando de tanto buscar. Fue un noviazgo largo, con varias idas y vueltas. El tenista, de bajo perfil, se acomodó a una vida mediática, se acostumbró a los canjes y las apariciones en boliches por un puñado de dólares. En algún momento se cansó, en algún momento ella se cansó de su indecisión de dar un paso más en la relación. Fueron y vinieron, pero al final tomaron caminos separados.
Con Pico Mónaco tampoco funcionó
Apenas dos meses después, llegó a su vida el empresario Mariano Balcarce, con quien se repitió la historia de esconderse durante unas semanas, y luego blanquear a viva voz que estaban muy enamorados . El noviazgo duró tres meses. Pampita, muy requerida, duró apenas un mes soltera: entre miles de mensajes de WhatsApp y alguna noche de juerga, apareció el entonces empresario gastronómico Roberto García Moritán.
Estable, económicamente resuelto, aparentemente adulto y menos proclive al coqueteo eterno de los famosos, el empresario embistió con todo: como quien sabe que está “comiendo” por encima de sus posibilidades, en apenas dos meses organizó una propuesta de película (aunque todavía se debate en las redes el buen gusto de la situación) para pedirle la mano a la morocha en Punta Cana.
Tras una semana de rumores, Moritán y Pampita blanquearon
Pero no hubo final feliz: el aparente amor que se profesaban estaba lleno de fisuras o al menos de inseguridades. La primera de ellas se vio en la entrega de los Martín Fierro del año pasado, cuando Benjamín Vicuña no dudó en dedicarle su estatuilla a Pampita, su ex mujer y madre de sus hijos. La modelo con su característica sonrisa aceptó embelesada la dedicatoria del chileno y sentado junto a ella, García Moritán no pudo disimular su molestia.
Desde ese momento nada volvió ser igual en el hogar de Pampita y Roberto. Las inseguridades y los celos se apoderaron del empresario que protagonizó otro polémico momento hace una semanas en el cumpleaños de la pequeña Anita. Es que el chileno estuvo invitado a la fiesta algo que Moritán aceptó pero con una sola condición: que no saliera en ninguna foto. Esto no se cumplió y el ministro porteño estalló y provocó una fuerte discusión.
Pampita y Roberto García Moritán, el último fracaso amoroso de la modelo
Como suele ocurrir, el que cela es el que en realidad se las está mandando: la relación estaba desgastada y repleta de discusiones por el tiempo que Moritán pasaba fuera de casa, haciendo política (una carrera a la que lo catapultó Pampita), cuando ella descubrió que él llevaba tiempo diciendo que volvía a casa por trabajo pero, en realidad, disfrutando de al menos un affaire.
La versión estalló cuando ya hace varias semanas había rumores de inminente separación entre los dos, por falta de atención, cuestiones de dinero, roces diversos, pero Pampita dice que se enteró de todo recién el 20 de septiembre. Acto seguido, echó a Moritán de su casa.
Ahora, la influencer busca reinventarse otra vez. Ya tiene viajes y proyectos, pero esa parte nunca le costó. Seguramente, ya le llegan propuestas para amarse al celular, pero hay que ver cuántas veces se puede romper un corazón y sanar.
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