Disparos y mucho miedo en un barrio semicerrado

Muy cerca de La Plata, en un barrio semicerrado denominado “Las Calandrias”, en jurisdicción de la vecina localidad de Gómez, partido de Brandsen, una pareja de policías la pasó muy mal a causa de la inseguridad.

Fue dentro de la casa de un comisario de 43 años y una inspectora de 33. El primero reviste tareas en el Departamento de Ayudantía de Jefatura y la segunda en la División Sala de Situación de Jefatura, ambos pertenecientes a la Policía de la Ciudad.

De acuerdo a su relato, al llegar a su vivienda emplazada a la altura de la calle 498 por ruta 2, tres delincuentes armados, con sus rostros tapados con prendas de vestir, los sorprendieron por la espalda, comenzando un breve forcejeo, en el cual el jefe policial sufrió una herida en la cabeza, con corte incluido.

Con la fuga de los ladrones, se comprobó que habían accedido al predio por la parte trasera, previo cortar un alambrado perimetral.

Tal vez el momento de mayor tensión se registró cuando el dueño de la finca intentó seguirle los pasos y le efectuaron varios disparos a modo de advertencia. “Quedate quieto”, le recomendaron los asaltantes.

Poco antes habían cargado tres teléfonos celulares, una mochila con el arma reglamentaria del comisario, dinero en efectivo y las llaves de dos vehículos.

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Se supo que al lugar se debió convocar a una ambulancia, ya que el propietario no paraba de perder sangre. “El tajo era profundo”, revelaron los testigos.

En ese sentido, pese a la asistencia inicial, como el hombre manifestó sentir dolor en un brazo, se decidió su derivación a un hospital cercano para los estudios de rigor y descartar cualquier complicación futura.

En la casa, de acuerdo a fuentes del caso, quedó el hermano del damnificado, que esperó al personal de la División Científica para las tareas de rigor.

UN SECTOR BAJO ASEDIO

Todo el sector donde ocurrió el ataque a la pareja de policías se encuentra bajo asedio delictivo.

Hace pocos días, en Etcheverry, ya del lado de nuestra ciudad, una familia vivió un verdadero calvario.

Fue en medio del campo, a la altura de las calles 62 y 300, que cuatro delincuentes endemoniados “llamaron” a la puerta de una finca.

Las víctimas, una pareja con sus dos hijos muy chiquitos, de 1 y 3 años, ya estaban acostadas cuando se dieron cuenta de una serie de ruidos extraños. Fue cerca de las 23. La pesadilla era una triste realidad.

En una habitación, los dueños del inmueble se encontraban junto a su hijo más pequeño. El de 3 años dormía solo en otro cuarto.

Al final, le robaron unos 100.000 pesos, 2.500 dólares, dos alianzas, un anillo de oro, dos relojes, un par de zapatillas, una cartera, las llaves del auto familiar, un teléfono celular y variada documentación.