Un drama sin fin: otro comercio blanco del delito

Durante gran parte del año, a las 7 de la tarde la zona cercana a Plaza Rocha muestra un notorio movimiento de gente, tanto la que circula en vehículos como la que lo hace caminando.

Muchas de esas personas acostumbran hacerlo por Diagonal 73, que une en un tramo de 6 cuadras a Plaza Rocha con Plaza Moreno.

Precisamente dentro de ese trayecto se encuentra el kiosco que funciona, desde hace casi tres décadas, sobre Diagonal 73 entre 58 y 59, a escasos metros de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús.

Y además de clientes, hacia el final de la tarde del jueves también fueron a ese local dos ladrones.

Con amenazas de muerte y haciendo ademanes de que portaban en la cintura algún arma -que en ningún momento exhibieron- amedrentaron al dueño del negocio y le quitaron sus principales pertenencias.

“LO PLANEARON BIEN”

Ayer a la tarde, cuando este diario fue a ese kiosco, su propietario, Joaquín Castro (31), brindó a este diario detalles relacionados al atraco que experimentó mientras estaba solo en su comercio.

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Dio a conocer entonces que “fue a las 19 del jueves, cuando ingresaron acá dos pibes de entre 18 y 23 años, que cubrían buena parte de la cara con bufandas”.

Ambos delincuentes, no se anduvieron con vueltas: “vinieron directamente a robar, ni perdieron tiempo en hacerse pasar por clientes”.

En inferioridad numérica y sin querer probar suerte para saber si ambos asaltantes efectivamente armados o no, Joaquín decidió no oponer resistencia a las demandas de lo intrusos.

Por eso, reveló, optó por resignarse a que le lleven, delante suyo, “los 10.000 pesos que había en la caja registradora, así como también la tablet y mi celular”, enumeró.

“PONÉ LA PLATA EN LA BOLSA”

Durante el diálogo que mantuvo con este diario, Joaquín reveló que uno de esos ladrones extrajo de entre sus ropas una bolsa de nylon “y me ordenó que pusiera ahí la plata que había en la caja registradora”.

Sostuvo que había en efectivo “10.000 pesos”, que ambos delincuentes se llevaron junto a los dos aparatos de electrónica citados más arriba.

El kiosquero estimó que los indeseables visitantes “estuvieron en el local un par de minutos”, en los cuales no coincidió en llegar ningún cliente.

Ventiló a su vez que “cuando se estaban yendo, volvieron sobre sus pasos para pedirme que les entregara también todo lo de valor que tuviera encima. Pero les mostré que en los bolsillos no me quedaba plata ni tampoco nada que les interesara. Entonces salieron enseguida a la vereda y huyeron en una moto negra”.

Joaquín aludió después a que “hace 28 años que está este kiosco y ya hubo otros robos, aunque hacía bastante del último que tuvimos”. Y cerró: “desde diciembre que la zona viene con inseguridad en comercios”.