La peor de las sorpresas: llegó a su casa y se encontró con delincuentes

Un sector de Villa Elisa se convirtió en las últimas horas en epicentro de un hecho de inseguridad, que combinó dos modalidades: el escruche y la entradera.

Este híbrido delincuencial arrancó como un robo en ausencia de moradores y terminó transformándose en una feroz intervención cuando arribó al lugar la dueña de la finca y sorprendió a dos hampones en plena faena delictiva.

Este episodio delictivo, que ocurrió a plena luz del día en 15 entre 421 bis y 422, vino a confirmar el análisis que hacen los vecinos: “Que la denominada Zona Norte se encuentra asediada por el delito y que, a corto plazo, no se vislumbra un descenso en la cantidad de casos”.

Muy por el contrario. Basándose en lo que viene sucediendo en los últimos años, quienes residen en la zona proyectan que en un tiempo más la situación va a ser mucho más grave.

En ese marco, una gran cantidad de vecinos han tenido que resignarse y “acomodar” su rutina a este complejo escenario.

Prácticamente se ha convertido en una ley que, después de las 19, la calle no se pisa a menos que sea por algo muy importante.

LE PUEDE INTERESAR

Otro reclamo en Casación por la causa de Lucas Puig

LE PUEDE INTERESAR

Perdieron el rastro de un condenado por violencia

Es por ello que nada hacía pensar que la calurosa mañana del jueves, un momento que la mayoría de las personas se encontraban guarecidos en sus casas soportando la embestida de las altas temperaturas, sería el momento escogido por dos intrusos para ejecutar un atraco que inició como escruche y terminó como una entradera.

Eran las 9 de la mañana cuando la dueña arribó a su propiedad, una casaquinta que está destinada al alquiler temporal por día.

El hecho de haber hallado la heladera abierta y una olla con comida en la cocina fue algo que interpretó como una situación por demás extraña ya que, según recordaba, había dejado todo limpio.

Encendidas las alarmas, la mujer inspeccionar lentamente su propiedad e intentar encontrarle una explicación lógica a aquello con lo que se había encontrado.

A medida que se fue acercando a un galpón ubicado en la puerta trasera del inmueble, confirmó su principal temor: había gente dentro de su domicilio y claramente no había ingresado con las mejores intenciones.

En ese momento, un sujeto con la cara tapada con un pañuelo la abordó. Luego apareció el secuaz.

Al ver que estaba siendo superada en número y en fuerza, la mujer intentó abandonar la morada. Pero los esfuerzos fueron en vano, porque el sujeto del pañuelo no se anduvo con rodeos y le colocó una bolsa de arpillera en la cabeza para bloquearla.

Luego, como fieras, los individuos se abalanzaron sobre ella hasta que lograron reducirla. Cuando la damnificada quedó inmóvil, los atacantes actuaron con un nivel de violencia inusitada.

En el careo que llevaron adelante hubo insultos y amenazas para que revelara dónde tenía guardados sus ahorros.

En esas condiciones, a la víctima no le quedó otra opción que someterse a la voluntad de los ladrones y fue así que debió darles el dinero que guardaba en su cartera.

Como sucede en la mayoría de este tipo de casos, los delincuentes no escatimaron en brutalidad. Fue así que la ataron de pies y manos para que se mantuviera inmóvil mientras huían.

Además de los $50 mil en efectivo, los sujetos huyeron con un TV y un celular. Al cabo de unos minutos, la mujer pudo zafarse y pedir ayuda. Si bien se realizó un patrullaje por las calles de la zona, la Policía no pudo dar con los autores.