Con teoremas que engañan, los dólares se dieron vuelta
Edición Impresa | 21 de Febrero de 2024 | 02:59

Luis Varela
eleconomista.com.ar
En una sociedad tan condicionada por la política desde hace muchas décadas como es la de Argentina se hizo bastante famoso el reconocido “Teorema de Baglini”, un particular postulado político deslizado por el radical mendocino Raúl Baglini.
Su pícaro pensamiento fue un concepto que sostiene que el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder. O sea, en campaña se dice una cosa, y si se accede al Gobierno se hace algo posiblemente completamente opuesto.
Pero por supuesto, en este ideario argentino hay muchos otros pensamientos que dan vueltas por todos lados. Por ejemplo está el no tan conocido “Teorema de De Pablo”, salido de la boca del a veces hilarante e irónico economista Juan Carlos De Pablo, cuyo pensamiento plantea: “Si un Gobierno tiene una buena noticia para dar, la publica lo antes posible; pero si el dato en cuestión es negativo, lo posterga todo lo que sea posible”.
Y el “Teorema de De Pablo” se cumplió a la perfección el viernes pasado, ya que con la velocidad de un rayo el ministro de Economía, Luis Caputo, informó que, gracias a la política que está aplicado, enero tuvo un superávit financiero (es decir incluyendo pagos de la deuda) de $ 518.408 millones, lo cual significó el primer superávit financiero desde agosto de 2012 y para un mes de enero el mejor superávit financiero desde enero de 2011.
Por supuesto, durante todo el fin de semana economistas de todo origen y color se pasaron las horas revisando cómo fue posible que se llegara a semejante resultado. Es decir, ¿en qué sectores se hicieron los principales recortes? ¿Gracias a qué decisiones se logró? Y fundamentalmente entender si estos recortes pueden ser algo permanente o si son puramente transitorios, lo cual puede volver a convertir este divulgado superávit financiero en cuentas en rojo nuevamente, muy pronto, antes de que cualquiera pueda esperarlo.
Los fríos números demostraron que la parte del león del ajuste fue ahorro en prestaciones sociales, esencialmente con una durísima caída en el pago de las jubilaciones con importante recortes en una serie de programas sociales. Y, una vez conocido eso, en un día lunes en el que los números de las finanzas fueron casi teóricos porque no operó Wall Street (por el feriado por el Día de los Presidentes en EE.UU.), el mercado local continuó mostrando un ávido interés por la compra de bonos, pero las acciones casi no operaron. Y los dólares libres volvieron a rebotar, por lo que la brecha cambiaria volvió a estirarse del 30% al 37%.
Con el dólar exportador a $ 934,61, el Banco Central logró en el inicio de semana comprar US$ 93 millones en el mercado, pero como muchas actividades económicas se están congelando (como el sector automotor que no está volviendo de sus vacaciones por escasez de piezas), el equipo económico tuvo que abastecer un poco más a los importadores y al final del día perdió reservas por US$ 28 millones. E inmediatamente detrás de eso, la gran confianza que generó Caputo el viernes se evaporó el lunes y el dólar blue subió $15 hasta $1.110, el Senebi subió $17,48 hasta $1.147,73, el MEP subió $37,42 hasta $1.108,61 y el contado con liquidación subió $25,14 hasta $1.143,92. Por lo que la brecha entre oficial y blue fue del 26% y la del CCL con el mayorista fue del 37%.
Lo que viene
A Caputo le queda por delante el desafío de convertir este superávit financiero temporal en algo permanente. Y si bien Chicago tampoco tuvo negocios por el Día de los Presidentes, el ministro de Economía tuvo una mala noticia surgida de la Bolsa de Rosario: las lluvias van llegando, la cosecha puede no sufrir tanto como se dijo la semana pasada y, en línea con lo que está pasando en el mundo, hubo una caída vertical para el precio del trigo rosarino, con fuertes bajas para el maíz y la soja.
Además del calor y los mosquitos, el colapso del precio de la cosecha gruesa puede convertirse en otro desafío para los meses que vienen.
“Además del calor y los mosquitos, el colapso del precio de la cosecha gruesa puede ser otro gran desafío”
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