Goku, ¿libertario o peronista?: “Dragon Ball”, la nostalgia y la grieta

La semana pasada se conoció la muerte de Akira Toriyama, creador de la serie, y miles coparon el Obelisco para recordarlo. Pero mientras el pueblo se unía en el dolor, en Twitter se peleaban: ¿qué simboliza políticamente uno de los personajes más populares de la historia?

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Por PEDRO GARAY

pgaray@eldia.com

Esperar hasta las 12 de la noche, a veces desafiando, en secreto, en silencio, las restricciones parentales: a medianoche, en la mágica pantalla de Magic Kids, a mediados de los 90, aparecía “Dragon Ball”. Para varias generaciones, las que tenían 10, las que tenían 15 y decían en público que ya no veían “dibujitos”, algunos de 20 que habían esperado toda la vida a que la animación japonesa terminara de desembarcar en el país, era un acontecimiento de esos que se bañan de mística y se vuelven nostalgia.

Porque si la infancia es la patria, “Dragon Ball” fue para muchos, muchísimos, la capital de ese país. Por eso, cuando la pasada semana se conoció la muerte de Akira Toriyama, el creador de la historieta que luego se convirtió en fenómeno animado global, de todos lados del mundo hubo lágrimas y homenajes. En Buenos Aires, una multitud (¿20 mil? ¿30 mil?) se reunió en el Obelisco para realizar una “genkidama” masiva: alzaron las manos, como indicaba Goku, para transmitirle su energía y derrotar al villano de turno, en homenaje a aquel que los hizo felices, aquel que los hizo reír.

Allí, en la 9 de Julio, estaban aquellos que en los 90 se enamoraron primero del desparpajo de “Dragon Ball”, la serie original, de un humor inaudito para la televisión argentina “para chicos”. En el principio, “Dragon Ball” era una comedia de aventuras, ridículas, divertidísimas, libres, el jardín de juegos de Toriyama. También estaban los que, un poco más jóvenes, conocieron a Goku, uno de los personajes más populares del siglo XX, por “Dragon Ball Z”, su continuación épica, absolutamente épica: batallas de cientos de capítulos que manejaban con maestría el “cliffhanger” folletinesco, que ralentizaba la acción hasta paralizarla durante minutos, y de repente aceleraba con el vértigo de batallas interplanetarias.

Una clase maestra de tempo, 291 episodios que tuvieron a los espectadores al borde del asiento durante años. Años, porque si bien todos los días se emitía un nuevo episodio, Magic Kids tenía en aquellos tiempos una gracia: compraba episodios de a “paquetes”, y si alcanzaba el final del paquete, volvía al primer episodio. Y había que volver a ver todo, de nuevo. Parte de la gracia, sin dudas. Parte de la mística de aquellas madrugadas, ese reseteo cruel.

Y parte también de la comunidad que ayudó a gestar: “Dragon Ball” gestó miles de amistades, y la larga emisión de la que gozó la serie producto de estos regresos a fojas cero permitió que el fenómeno subsistiera durante años, y que, compañeros de expectativa, de ansiedad, esas amistades se cimentaran a lo largo del tiempo.

Una cofradía. Eran los primeros días de internet, y mientras se formaban los primeros foros temáticos, con conexiones lentísimas y poquísimos recursos, también la cofradía se reunía offline, a charlar, a debatir, incluso a forjar sociedades, eventos, editoriales. “Dragon Ball” como semilla. Los que fueron implantados no pudieron faltar al Obelisco. Muchos habrán ido con sus hijos, fanáticos de “Dragon Ball Super”, reversión del original. Todos juntos en el Obelisco, espacio de utopías: cada cita multitudinaria en el Obelisco pinta la imagen de una Argentina unida en tiempos de crisis que entusiasma. Quizás podamos superar nuestras diferencias, salir mejores. Quizás podamos, como Goku, no solo derrotar al enemigo, sino convertirlo en parte de nuestro equipo de amigotes, como Vegeta, como Piccolo, nombres que Toriyama dio a sus villanos más temibles porque le gustaba divertirse.

LA GRIETA

Pero el espejismo de la unión dura poco, como la fiebre mundialista: tras la muerte de Toriyama, en medio de pronunciamientos de presidentes de todo el mundo (y en particular, de Latinoamérica), los bandos de Twitter Argentina quisieron apropiarse del fenómeno. ¿Goku fue el gran ejemplo de héroe individual, al que solo le importa su propio bienestar, capaz de abandonar a sus hijos al cuidado de viejos enemigos, de dejar la casa durante años, de morir, solo por perseguir su obsesión de poder?

 

“Dragon Ball” enseñaba que el camino era “ejercitarse mucho, estudiar mucho”, pero también “jugar mucho, comer mucho y descansar mucho”

 

Así planteaba el arco libertario. Incluso, ¡Diana Mondino! publicó un meme de Goku, convertido en super saiyan, pidiendo “achicar el Estado, eliminar impuestos, aumentar libertades”. Hoy y siempre, pidió: aunque no se entendía demasiado el paralelismo entre Goku y el liberalismo, quedó claro que era comidilla para el núcleo duro de LLA.

El peronismo salió al cruce: ¡Goku es el gran héroe colectivo!, clamaron, mientras el país ardía en crisis. Para muestra, una genkidama: el arma más poderosa del arsenal del protagonista era una bola de energía creada entre todos, para salvarnos todos.

Imagino que a Toriyama le hubiese divertido el debate, si hubiese podido entender qué es el peronismo, y qué es este libertarianismo criollo, porque le divertía casi todo, como demostró siempre una obra que, más allá de “Dragon Ball”, se trataba jugar, de hacer reír, una de las actividades más nobles de la humanidad. El subidón de nostalgia experimentado por la cofradía del Dragón tenía que ver con el recuerdo de esa serie que nos hacía felices con su propuesta absolutamente lúdica.

Los “dibujitos” suelen ser acompañados de “valores”, bajadas de línea para que los chicos salgan buenos: “Dragon Ball”, en cambio, enseñaba que el camino era “ejercitarse mucho, estudiar mucho”, pero también “jugar mucho, comer mucho y descansar mucho”, como explica el Maestro Roshi.

El ocio, declarado por el mercado como inmoral, repensado como espacio a recuperar en tiempos donde la productividad invade todo, donde no podemos parar de pensar en la guita: ¿qué pasaría si Goku llevara la propuesta de su maestro a Mondino? Goku, héroe de los libertarios, pidiendo la reducción de la jornada laboral, ¿sería declarado “socialista”?

Goku

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