Osmar Núñez: “Soñaba con ser dirigido por Bergman”

“Gritos y Susurros” (1972) fue, en su adolescencia, la puerta de entrada a la fascinación bergmaniana y aunque no cumplió su sueño, Osmar Núñez, gran actor y director de teatro nacional, se siente “premiado” por haberse acercado a este “genio” gracias a proyectos como “Bergman y Liv: correspondencia amorosa”, la obra epistolar en la que comparte escena con Ingrid Pelicori y que, con dirección de Leonor Manso, presentará hoy a las 21 en Sala 420.

“Es una obra acerca del amor y lo más interesante, ya que la obra comienza con la separacion de la pareja, son la distintas formas que irá tomando ese amor a través de los años”, admitió Núñez, en diálogo con EL DIA, y repasó que “fueron 40 años de amor, amistad y de compartir muchas películas juntos”.

Escrita por Lázaro Droznes, la pieza se enfoca en el vínculo de gran profundidad, complejidad y riqueza que mantuvieron Bergman y Ullman tanto en lo personal como en lo artístico. Comienza cuando Liv abandona la isla Faro después de cinco años de convivencia y una hija en común: todavía está vivo el dolor de la separación, los reproches y el sufrimiento vivido en esa relación, que había comenzado con una gran fascinación mutua y luego fue evolucionando en un infierno de celos y posesión.

A lo largo de este intercambio epistolar, ellos pasan por distintas etapas. Liv dejará de ser la niña asustada y sumisa que había sido: sale al mundo, triunfa en Estados Unidos, trabaja para la Unicef. Y Bergman va aprendiendo con el tiempo a dominar sus demonios, mientras escribe y dirige sus obras de teatro y sus inolvidables películas.

Bergman y Liv ya no están juntos, sin embargo, seguirán unidos para siempre.

Núñez, con una dilatada trayectoria tanto en cine como en teatro y en televisión, viene de estrenar en la pantalla grande “Luces Azules”, de Lucas Santa Ana. El año pasado, además, y en paralelo con “Bergman y Ullman”, estrenó “Después del ensayo”, de Bergman, otro “regalo” de su profesión y con el que volvió a acercarse a su admirado artista, y con la que continúa en cartelera.

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Antes de su arribo a nuestra ciudad, el intérprete dialogó con EL DIA sobre esta obra con la que su actuación fue distinguida con el premio Luisa Vehil. Las entradas están disponibles en Alternativa Teatral o en la boletería de la sala ubicada en 42 entre 6 y 7.

-¿Cómo disfruta el público que ha crecido mirando estas películas, y siendo contemporáneo a estos actores, y qué le propone al público que tal vez no ha tenido un “vínculo” tan cercano a ellos?

-Te diría que el público bergmaniano no es la mayoría de los que concurren a ver el espectáculo. Tanto Uruguay como Argentina fueron de los primeros países del mundo en recibir a Bergman con muchísima curiosidad. Tanto en Europa como en Estados Unidos esa recibida se dio años después. El público es muy heterogéneo. Si bien quien ha visto sus películas, lo disfrutan con mayor conocimiento de su poética, la gente en general, recibe el espectáculo con alegría y emoción. Tanto Bergman como Ullman trascienden por su sensibilidad y su inteligencia.

-Esas cartas que estructuran la obra, ¿existieron? ¿Qué desafío impone la forma de interpretar una obra epistolar?

-Lo que hacemos nosotros es recrear esas cartas que en realidad no lo son. Sí son palabras de Bergman y Ullman a las que el autor les dio el formato epistolar, que es un género en sí mismo, como cualquier otro: J. Kilty en los años 60 recreó con cartas la relación del dramaturgo Bernard Shaw y la actriz Stella Campbel, y hay muchas más. Y, por supuesto, tanto Ingrid, como yo, no leemos las cartas, las actuamos. Solo “miramos” la correspondencia, cuando el otro la envía y la actúa.

-¿Cómo ha sido tu relación con Ingmar Bergman?

-Mi gusto por Bergman empieza a los 15 ó 16 años cuando veo, por casualidad, “Gritos y Susurros”. A partir de esa película, me fasciné con Bergman, y vi muchísimas películas suyas. No todas, ya que ha sido un director muy prolífero. Me habría encantado ser un actor suyo. Pero la vida me premió con este espectáculo y con “Después del Ensayo”, dirigido por Daniel Fanego.

-¿Te ayudó esta obra a protagonizar luego “Después del ensayo”?

-Por supuesto que sí. Hay textos que se emparentan en las dos obras. “Después del Ensayo” es una especie de tesis de la propia vida de Bergman. Texto profundo, demoledor, si los hay. Por esas cosas del destino, estoy acercándome a Bergman como aquel pibe que soñaba ser dirigido por ese genio.

-¿Cómo es interpretar a un personaje real y al que, además, admirás? ¿Se siente un peso o una presión mayor a diferencia de un personaje ficticio?

-Ningún peso, en lo absoluto. Es un premio enorme para mí recrearlo, de alguna manera.

-¿Cómo es el encuentro con Ingrid en el escenario?

-Ingrid es una de nuestras grandes actrices. La admiro desde siempre. Nos queremos como personas, y como actores. Nos entendemos maravillosamente.

-¿Y cómo podrías definir el trabajo de Leonor Manso, su puesta? ¿Dónde puso el foco?

-Leonor es muy meticulosa, inteligente y sensible. Sabe bucear en el actor, sacar de vos lo que quiere. Podría decir tantas cosas hermosas de ella... Gran actriz, directora, compañera. Otro regalo que me dio la vida.