Robar por robar: en un asalto, se llevan hasta una peluca

Los jubilados continúan siendo el blanco predilecto de los delincuentes que ejecutan ataques cada vez más despiadados y carentes de cualquier atisbo de humanidad.

Así lo demuestra el último episodio que le tocó vivir a una jubilada de 71 años, cuya residencia se encuentra en Camino General Manuel Belgrano y 517, en Hernández.

De madrugada, recibió la desagradable visita de dos sujetos, que en un acto de total cobardía y desdén, la sometieron a un feroz careo antes de apoderarse de la totalidad de sus ahorros y de una serie de objetos de valor que, muy probablemente, en los próximos días intentarán cambiar por dinero en algún “Vendo todo”.

Tantas horas de esfuerzo y sacrificio para tener un retiro de la actividad laboral “digno” tuvieron el peor de los destinos: terminar en manos de personas rebosantes de vigor, salud y buenos reflejos, que en lugar de encauzar sus energías hacia un oficio decente, decidieron apostar a la plata fácil.

Este hecho se suma al triste historial de cruentos ataques contra personas de la tercera edad, que se vienen registrando desde hace un largo tiempo. Sobre todo en la denominada Zona Norte.

No hay que hacer mucho esfuerzo para buscar un antecedente. Sin ir más lejos en el tiempo, hace menos de una semana una mujer de 73 años sufrió un violento asalto cuando estaba llegando a su casa ubicada en 136 entre 416 y 417.

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Horas después, en Diagonal 112 y Plaza España, se registró un audaz asalto en el domicilio de una jubilada de 83 años.

La situación se asemeja mucho a la que padeció la jubilada de 71 años de Hernández. De hecho, parecen un calco, si se tiene en cuenta la condición de los damnificados, la cantidad de ladrones, el horario y la forma en la que estaban vestidos: con ropas oscuras y con el rostro cubierto.

Pero el denominador común más significativo es el frenesí que demostraron tener por las divisas norteamericanas.

Desde hace un tiempo en La Plata los delincuentes, sobre todo quienes perpetran entraderas, parecieran tener una “obsesión”: dólares estadounidenses.

Es que en medio de la crisis económica que atraviesa la Argentina, los ladrones -con total impunidad- apuntan al “oro verde”, es decir, a la moneda extranjera que muchos platenses se arriesgan a guardar en sus domicilios por temor a sufrir algún revés bancario.

Los hampones son conscientes de esta potencial veta. Si bien en la mayoría de casos no tienen certezas de que en el domicilio que invaden haya ahorros expresados en esa moneda, ante las víctimas se muestran seguros de lo que dicen y en ese marco comienzan “la puja”.

“¡Dónde están los dólares?!” “Dame los dólares”, son las frases más usadas. Y en medio del clima de desesperación y angustia, quien posee billetes verdes termina entregándolos para ponerle fin a la pesadilla.

En la otra cara de la moneda están las víctimas que no los poseen. En la mayoría de los casos terminan torturados y golpeados.

Esta fue la situación que se le presentó en las últimas horas a la vecina de Hernández. En base a lo que pudo averiguar este diario, el hecho tuvo lugar alrededor de las 3 de la mañana cuando se encontraba descansando. Todo apunta a que ingresaron luego de forzar una ventana.

La mujer sintió ruidos en la cocina y creyendo que se trataba de su hija lanzó la pregunta en medio de la oscuridad. “¿Sos vos hija?”. “No, somos nosotros”, le respondieron.

La mujer se estremeció por completo. La voz gruesa, el tono amenazante, el contenido del mensaje, la oscuridad, la incertidumbre de lo que podía pasar en los siguientes minutos. Nada de eso. Naturalmente, lo que más asustó a esta mujer era la posibilidad de que su hija pudiera estar en peligro.

Inmediatamente se dirigieron a su habitación y dando por sentado que tenía dólares comenzaron a exigirle que entregara sus ahorros. La mujer debió soportar graves maltratos durante más de media hora. Insultos, empujones y hasta una tijera en el cuello. No escatimaron en violencia.

Recién entraron en razón cuando la damnificada les ofreció unos 300 mil pesos que tenía guardados. “Algo es algo”, habría dicho uno de los hampones.

Luego de obtener esta suma, los sujetos se dedicaron a registrar cada espacio. Cargaron a sus mochilas todos aquellos objetos fácilmente transportables, “vendibles” (dos camperas) y “no tan vendibles” tales como dos iPhone y una peluca fucsia.