La Región desafiada por una pobreza que no deja de avanzar
Edición Impresa | 21 de Mayo de 2024 | 04:42

El estudio hecho público por un instituto universitario, revelador de que por primera vez en siete años el porcentaje de población pobre en el Gran La Plata supera en forma significativa al de la media del país –que es del 41,7 por ciento según el Indec-, deja en claro que nuestra zona viene sufriendo desde hace años una prolongada crisis de sus actividades comercial e industrial, seguramente una de las más complicadas de su historia.
Se habla de un proceso de caída de la actividad económica que se agudizó en los meses de la cuarentena que rigió en 2019 y 2020, que derivó en miles de comercios y pequeñas empresas cerrados, muchos de los cuales debieron bajar sus persianas para siempre y que se vio potenciado con la ola inflacionaria que castiga al país con especial rigor desde hace dos años.
El porcentaje surge de un informe del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata, donde se analiza los factores que inciden en el aumento de la pobreza, según se detalló en un informe reciente.
Aunque tradicionalmente los índices de pobreza en el Gran La Plata fueron algo menores al del promedio nacional, durante el último semestre este indicador resultó ahora significativamente mayor al observado en el resto de los conglomerados urbanos de Argentina.
Según los autores del trabajo, la pobreza en la Región ha crecido en los últimos años, impulsada principalmente por el deterioro en el poder adquisitivo de los hogares, “el que a su vez es consecuencia de la elevada y creciente inflación”, explicaron, para señalar que “se espera una suba adicional de la pobreza durante estos meses”.
Entre otros fundamentos significativos, el informe universitario marca que desde 2011, los resultados que Argentina obtuvo en la lucha contra la pobreza “han sido malos, tanto por sí mismos como comparados con los resultados que obtuvieron otros países de la región”.
Se añade que si bien hubo algunos años donde la pobreza y la indigencia cayeron (2013-2015-2017-2021), “no existió un proceso sostenido y sostenible de reducción de la pobreza en ningún momento de los últimos 15 años”.
Está claro que la caída global de la economía en la Región, incrementada por medidas que facilitaron las actividades informales y la insólita permisividad que existió para las usurpaciones de tierras –si es que ello no es fruto de un plan elaborado por organizaciones mafiosas- con creación de numerosos asentamientos poblacionales privados de contextos laborales y de mínimos servicios públicos, fueron factores que precipitaron la velocidad y hondura de una crisis de la cual debe salirse cuanto antes.
Es también cierto que en nuestra ciudad, el comercio, la industria y los servicios luchan en forma denodada por sobrevivir y proyectarse hacia un futuro mejor. En ese contexto, no quedan dudas de que hacen falta medidas crediticias, impositivas y de otro tipo de estímulos que debieran promoverse cuanto antes.
Los problemas que plantea la crisis son de enorme magnitud y se propagan a todos los sectores. No se trata de propiciar programas declamativos, sino proyectos de crecimiento y de creación de fuentes de trabajo muy concretos y surgidos de acuerdos para una reactivación integral.
No falta la capacidad y la iniciativa de muchos emprendedores, que ejemplifican lo que puede lograrse si se optimiza las diversas gestiones. Con ese espíritu al frente, la Ciudad podrá resurgir y ofrecerle a la población fuentes laborales genuinas, que le podrán garantizar un mejor y rápido desarrollo.
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