Necesidad de oxigenar y modernizar al sistema electoral de nuestro país

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El anuncio de que el Gobierno nacional apura el envío al Congreso de un proyecto de reforma electoral que incluiría la eliminación de las PASO, se verá inevitablemente acompañado por posturas divergentes de otros sectores políticos que ya plantearon sus reparos y, en el caso de los bloques “dialoguistas”, un acompañamiento condicionado.

Como se sabe las denominadas “Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias”, fueron sancionadas en 2009, por la ley 26.571 que definió básicamente que los partidos políticos habilitados a presentarse en elecciones son aquellos que obtengan el 3 por ciento de los votos válidos y que las PASO determinarán las listas que representarán a cada partido político, en esa interna partidaria.

Sin embargo, al analizarse la esencia de las PASO, concebidas como se dijo para permitir la preselección interna de los candidatos de cada partido político, se sabe, sin embargo, que en la práctica resultaron ser meramente declamativas, pues en casi todos los casos la mayoría de los partidos ya había decidido la conformación de sus nóminas y las candidaturas principales en el orden provincial y nacional, sin haber supeditado esa decisión al dictado de las urnas.

En las PASO realizadas no puede obviarse el hecho que ninguno de los partidos mayoritarios sometieron a procesos internos la selección de candidatos para ocupar nada menos que la Presidencia y la Vicepresidencia de la República. En una de esas internas se dieron allí las sorprendentes definiciones de que la candidata a Vicepresidente del partido opositor eligiera a quien fue postulado como candidato a Presidente, mientras que en el caso del oficialismo el entonces Presidente de la República fuera quien optó para Vice por una figura que no conformaba la alianza que lideraba, sin que las urnas hubieran convalidado esas opciones.

Además, las primarias debieran realizarse en forma simultánea y organizadas por cada uno de los partidos políticos. Asimismo, en ellas sólo tendrían que participar los afiliados de cada uno de esos partidos, para evitar que puedan producirse maniobras especulativas, que nada tienen que ver con la democracia interna de cada agrupación, usándose en forma aviesa los votos de afiliados a otros partidos políticos.

De sobra se conoce que, en los pocos años que llevan de vigencia las PASO en nuestro país, se utilizó el voto extra partidario para alterar los porcentajes reales de las mayorías y minorías naturales de algún partido.

Frente a esa realidad correspondería, entonces, señalar que el sistema electoral vigente en nuestro país sigue reclamando cambios y actualizaciones capaces de ponerlo a resguardo de esas desvirtuaciones y, asimismo, de deficiencias operativas que deben ser imputadas a la obsolescencia instrumental con que se siguen desarrollando los procesos comiciales.

En ese contexto, la transparencia democrática empieza a defenderse desde la realización de primarias bien concebidas.

El envío del mencionado proyecto del Ejecutivo al Congreso podría permitirle a los legisladores nacionales a reflexionar y buscar alternativas válidas para modernizar y oxigenar el sistema electoral de nuestro país.

Lo cierto es que, mientras persistan condiciones en las PASO, como la obligatoriedad del voto y el uso para un sector partidario de votos que corresponden a otro partido político, se seguirá estando siempre lejos de aquellos objetivos.

 

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