El polo frutihortícola necesita modernizarse y consolidar su estructura regional

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Una vez más una fenómeno climático extremo colocó contra las cuerdas al sector frutihortícola de la Región, en esta oportunidad por la sucesión de heladas y la ola polar que arrasaron los cultivos de muchas verduras y flores con severas pérdidas para los establecimientos. Tal como se informó ayer en este diario, en cultivos bajo cubierta se calcula que las temperaturas frías devastaron entre el 45 y el 70 por ciento y que el daño alcanza a la totalidad de la producción en campo abierto.

Los productores señalaron que las verduras de hoja, los tomates, zapallitos y morrones se encuentra entre los productos más dañados y que, además, habrá pocas flores en primavera.

Los establecimientos de la zona se ven acosados, año tras año, por las alternativas de fenómenos climáticos que van desde largos períodos de sequía a otros de excesos de lluvias también devastadoras, con casos extremos como vendavales que destrozan las generalmente frágiles instalaciones de quintas e invernaderos, así como las jornadas de frío extremo como las que corrieron.

Sin embargo, el golpe que dio ahora el clima invernal en una de las dos zonas de mayor relevancia para el sistema productivo de verduras y flores del país no se quedará sólo tranqueras adentro, advirtieron varios de los productores y comercializadores consultados por este diario.

Al perderse cosechas enteras de hortalizas de alto consumo, estimaron que aumentarán los precios. Lo mismo, con las flores, donde ya se registran subas del 100 por ciento en especies como la astromelia, el clavel o la Fresia.

En cuanto a este punto, que tanto le concierne a la población, se podría confiar en que ese impacto climático podría verse neutralizado en forma parcial apelando en forma temporaria a la provisión en otros polos productivos cercanos a los que pueda recurrirse, sin dejar de advertir que el flete supone ya un factor de encarecimiento de los productos.

Se conocen los enormes esfuerzos que realizan los quinteros para mantener sus establecimientos, para quienes, en muchos casos, tan sólo la disponibilidad de riego les causa enormes dificultades. Se habla de un valioso patrimonio de cultivos del tomate platense, ají morrón, ají vinagre, ají picante, zapallito de tronco, zapallo turco, sandía, cebolla, nabiza, grilo nabo, brócoli italiano, cardo blanco, hinojo y alcaucil ñato, entre otras verduras y frutas gestadas en tierras de La Plata, Berisso y Ensenada.

Pero también se habla, fundamentalmente, de un sector productivo trascendental para la Región, que requiere desde hace tiempo que se modernicen sus técnicas y estructuras productivas, que lo alcancen de una vez por todas las extensiones de las redes de servicios, que disponga de un diagrama caminero confiable, de sostenidos apoyos a la incorporación de nuevas tecnologías, de una mayor dinámica en la comercialización –amenazada por la existente en distritos vecinos-, de conquistar nuevos mercados y, también, de apuntar hacia la creación de una pujante industria agroalimentaria.

Teniendo a la vista la profundidad de la crisis, la alternativa de contar en nuestra zona con un polo rural de excelencia exige del Estado la toma de medidas que apunten a estimular a los productores, a que no se vean gradualmente disminuidas las superficies productivas y a consolidar la potencialidad de uno de los resortes principales para el despegue económico.

 

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