Lo neutralizaron con gas pimienta para huir con un millonario botín

Dos sujetos ingresaron en la casa de un hombre luego de saltar un muro de poco más de 2 metros. Se llevaron joyas, dinero y dispositivos

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Estruendo, ardor en los ojos, gritos y dos golpes en la cabeza. Todo eso sucedió en menos de diez segundos.

Fue lo que tardó un clan de delincuentes en reducir al propietario de una vivienda emplazada en el casco fundacional, para luego pasar a la siguiente fase del plan: “dar vuelta la casa” en busca de objetos de valor.

La inseguridad en la Ciudad así volvió a poner de manifiesto.

En esta oportunidad, un hombre que se encontraba solo en su domicilio, ya que su esposa se hallaba a varios cientos de kilómetros dando clases, terminó convirtiéndose en blanco de un robo, que contó con todos los condimentos de un ataque cruel y despiadado.

Son muchos los vecinos que viven en estado de alerta por el drama de los robos.

En ese marco, muchas familias deciden hacerle frente a esta problemática poniendo en práctica protocolos de salida y entrada, reforzando la seguridad de las casas con reformas edilicias, instalación de cámaras y alarmas o participando de foros vecinales.

Esta familia, cuya morada se encuentra ubicada en 7 entre 65 y Plaza España, eligió como medidas de seguridad un muro de concreto de más dos metros, un portón de hierro y cámaras de seguridad. Pero ello no bastó para que su casa terminara siendo copada por dos sujetos. Entonces, sin medir consecuencias, los sujetos saltaron el muro y se adentraron en la propiedad.

Si bien la pérdida de lo material suele convertirse en la frustración central de quienes se convierten en blanco de la delincuencia, en esta oportunidad lo que caló más hondo fue el hecho de que la víctima fuera sometida a un trato feroz, que muy probablemente dejará alguna marca psicológica.

El hombre debió enfrentarse a la total falta de humanidad de dos ladrones, que apelaron a todo tipo de recursos para colmarlo de miedo y desesperación.

Según se expuso en la denuncia, durante un feroz interrogatorio que los ladrones llevaron adelante para que el hombre indicara dónde guardaba sus ahorros no escatimaron en insultos, amenazas, gritos y golpes.

La pesadilla para este hombre comenzó alrededor de las 22.30 cuando se encontraba leyendo un libro en la mesa de su comedor.

Muy probablemente, su alto grado de concentración no le permitió percibir los pasos de los sujetos avanzando por su patio hacia una puerta lateral de la casa, que permite el acceso al ambiente en el que justamente él se encontraba localizado.

De repente, el silencio que imperaba en ese domicilio se cortó con un fuerte estruendo.

Era la puerta que había sido abierta de golpe probablemente luego de que le aplicaran una patada. Cuando el hombre intentó reincorporarse, ya tenía un sujeto frente a él, que le roció gas pimienta en la cara.

Al estupor generado por el fuerte estruendo se sumó el miedo por el ingreso de estos desconocidos, la incertidumbre por lo que le iba a suceder de ahí en más y, sobre todo, la desesperación por las dificultades que tenía para respirar y ver.

En total estado de indefensión, el hombre debió responder una y otra vez las preguntas de los delincuentes que recién después de media hora lograron entender que no hallarían más objetos de valor que los que había en la casa y más dinero que el que estaba ofreciendo el damnificado.

Así, con el único ocupante del domicilio completamente reducido, durante más de una hora los sujetos se dedicaron a registrar la casa y a cargar todo cuanto pudieran.

Luego, abandonaron la escena dejando al hombre inmerso en una atmósfera de desorientación y dolor físico.

Entre penumbras, como pudo, logró salir de su casa rumbo a la calle en busca de alguna persona que pudiera brindarle asistencia.

Horas después, cuando logró reponerse, comenzó a recorrer el dantesco escenario que dejaron en su inmueble.

En ese marco, descubrió que se llevaron dos notebook, un millón doscientos mil pesos argentinos, sus relojes y los de su esposa, varias joyas de oro entre las que se encuentran anillos, varias cadenas, pulseras, aros, collares y dijes, documentación, tarjetas de crédito, indumentaria y hasta un perfume importado.

 

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