Los platenses y los secretos de la felicidad

Solo 1 de cada 3 argentinos está conforme con su vida. En ese contexto de infelicidad, vecinos de la Ciudad cuentan sus tips para acercarse a una vida placentera

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“Que pregunta ¿si soy feliz? Sí, creo que sí. No sé, no es algo que piense todo el tiempo”, se sorprendió una vecina a ser indaga por su estado y ¿ustedes lectores son felices? ¿Cuántas veces se detienen a preguntárselo?

El “Informe de la Felicidad en Argentina 2024”, elaborado por la Universidad Siglo 21, reveló una demoledora estadística, solo 1 de cada 3 argentinos está conforme con todos los aspectos de su vida, número que bajó con respecto al año pasado. Las obligaciones, el contexto económico y el poco lugar para el esparcimiento son algunos de los puntos que destacaron los consultados.

“Si es cierto, hay una sensación de descontento, de inconformismo bastante más pronunciada, diría que se ha incrementado en un 20% o 30% el porcentaje de personas que están disconformes con su vida”, sostuvo al respecto el psicólogo platense Mel Gregorini y completó: “en el consultorio se nota mucho, se escucha que están disconformes y sueltan rápidamente ‘es lo que me tocó en esta vida’, ‘no va a cambiar’, ‘siempre pasa lo mismo’, son frases muy habituales dentro de las terapias individuales y grupales”.

“La felicidad para mi es un concepto transitorio, creo que uno hace cosas para ser feliz o alcanzar la felicidad pero son momentos, sería un embole la vida si todo el tiempo estuviésemos felices, no buscaríamos nada, ya lo tendríamos todo”, reflexionó Denise (34) consultada por este medio. Para esta vecina de la Ciudad, la felicidad “son momentos”, es que para su forma de ver la vida “no creo que alguien sea solo feliz o infeliz, hay un poco de todo. A veces uno atraviesa momentos de mayor felicidad que otros, a veces estás feliz y de pronto tenés días que no. Tampoco creo que tiene que suceder algo puntual y maravilloso para que diga ‘ah listo ahora soy feliz’ sino el transcurrir en la vida también es una felicidad sino estaríamos muertos”.

Se suele decir que la felicidad está en las pequeñas cosas, pero ¿qué pasa cuando el contexto apremia y no se tiene tiempo ni para distenderse? Esas pequeñas cosas son las primeras en dejarse de lado. Según arrojó el informe 1 de cada 3 argentinos se siente tan cansado que no puede realizar actividades recreativas después del trabajo.

Si hay actividades o salidas que requieren dinero extra, que en este contexto es difícil de conseguir, pero a veces tampoco hay tiempo extra para ir a una plaza, jugar con los chicos o visitar amigos.

“Yo me considero feliz cuando termina el día, antes de eso es imposible no encontrarme renegando por cosas, pensando o haciendo muchas cosas a la vez porque mi trabajo así lo implica”, contó Juan Martín y señaló que para él “los momentos felices tienen que ver con mi familia, amigos y con mi profesión, más que con mi trabajo. Llegar a un objetivo, jugar con mis perros, abrazar a mis sobrinos, despertarme y ver a mi pareja”. En cambio, “los momentos en que no soy para nada feliz son, si tuviera que elegir un momento del día, durante la tarde cuando ya estoy en el trabajo, lidiando con gente, pensando constantemente las deudas que tengo para pagar, que hace varios meses que no llego a fin de mes, que todo aumenta y nunca alcanza”, expresó el joven diseñador.

Esto no es algo menor, sino que “hay una sensación de descontento con la economía, la gente tiene miedo a sentirse pobre y esa sensación repercute en la autoestima, en la autovalía, en defenderse. Esto se traduce en un estado que parece hasta una depresión leve, se ve mucho en los pacientes”, consideró al respecto Gregorini.

Para poder salir de este estado, hay que volver a lo que a uno le hace feliz y es ahí donde entra en juego el valor de las relaciones humanas. “Hay que volver a los vínculos, a los más sanos posibles, volver al contacto con lo natural, con el ejercicio físico, con la meditación, con la lectura con el cine, con el arte. Eso es lo que realmente despeja”, aconsejó el psicólogo.

LA FAMILIA Y LA TRANQUILIDAD

“La felicidad para mi es levantarme todos los días y ver a mi hijo de un año sonriendo, él le hizo muy bien a mi vida. Soy feliz cuando estoy con él”, aseguró Carolina y reveló “realmente no me acuerdo de ser demasiado feliz antes de tener a Enzo”.

Los lugares comunes por algo lo son. Parece caer en una redundancia pero a final de cuentas todos los vecinos hablan de sus familiares y seres queridos cuando quieres referirse a la felicidad. De ahí lo que apuntaba el licenciado con volver a los vínculos y a las viejas tradiciones.

“Yo suelo tener momentos de felicidad plena cuando comparto el día con mis sobrinas, un rato compartido con amigos o el momento donde siento que mi laburo está bueno y tiene su reconocimiento. Pasé muchos años creyendo que buscar la felicidad era tener casa, perro, hijos, marido y auto. Y creo que soy de una generación que fue criada con la expectativa de la felicidad puesta ahí”, analizó Mariela, trabajadora administrativa de 38 años.

 

“Hay que volver a los vínculos, volver al contacto con lo natural, con el ejercicio físico, con la meditación, con la lectura, con el cine, con el arte. Eso es lo que realmente despeja”

Mel Gregorini,
Psicólogo

 

A pesar de estos mandatos que la persiguieron durante gran parte de su vida, Mariela logro forjar su propio camino y construir su felicidad desde otro lado. “A medida que crecí me di cuenta que ser feliz es otra cosa. Para mi la tranquilidad se parece mucho a la felicidad. Poder dormir tranquila por las noches, caminar y que me pegue el solcito en la cara, disfrutar con mi familia. Si estoy tranquila estoy feliz”, reconoció la mujer y se preguntó: “¿En qué momentos no soy feliz? No sé, soy muy sensible a lo social y a lo político. No me da lo mismo. Me afectan lo suficiente como para correrme del eje de la tranquilidad y entender que esos son los momentos en los que no soy feliz para nada”.

Al igual que Mariela, Denise destacó el valor de la tranquilidad, como uno de los más importantes para llegar a la felicidad. “Yo soy feliz cuando me siento bien, tranquila, cuando la gente que me rodea está bien, está tranquila, eso a mi me hace feliz, ver alguna oportunidad en algún proyecto personal que tenga. Hacer lo que me gusta me hace feliz, compartir con la gente que quiero mi alrededor, ver gente contenta me hace feliz”, destacó.

“Parece medio obvio pero lo que me hace mal, me angustia y me da infelicidad es la injusticia. Algo con lo que me choco todo el tiempo en mi trabajo (me dedico a la discapacidad) y todo el tiempo veo injusticias. Después en lo cotidiano, me pone mal y me amarga no estar con gente que quiero, que extraño, ir por la calle y ver que se traten mal gente peleando. Eso es lo que mas infelicidad me produce”, contó Denise y agregó: “A veces uno se enrosca mucho en las obligaciones, en el trabajo y se vuelve abrumador, tenés un día malo, sin lugar para la felicidad. Entonces lo que intento es buscar la tranquilidad, llegar a casa, escuchar música, bajar un cambio, no se mirar una peli comer algo rico, tener un buen momento aunque sea sola, sin pensar en el resto de las cosas”.

Tener algo rico para comer, pasar tiempo de calidad con los seres queridos y estar tranquilos. Lo sencillo y lo afectivo el combo perfecto de los platenses que a pesar de las dificultades se abren camino para ser feliz.

 

 

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