Mónica Villa: “La industria va copando cada vez más todo, copa los cines, ahora las plataformas”

La emblemática actriz de "Esperando la carroza" estrenó nueva película, "Crónicas de una santa errante", una extraña película dentro del panorama nacional. En diálogo con EL DIA, habla de la propuesta de Tomás Gómez Bustillo, del cine y del presente

En un pequeño pueblo rural, una señora piadosa y ferozmente competitiva encuentra una estatua perdida. Y decide que la mejor manera de ser admirada es hacerla reaparecer de manera espectacular: falsificar un milagro. 

Esa es la premisa de “Crónicas de una Santa Errante”, ópera prima de Tomás Gómez Bustillo estrenada el jueves en el Cine Gaumont. Una película extraña, sobre la fe y la desilusión, sobre los pueblos y la frustración, hecha de personajes perdidos entre la oscuridad y la luz, entre la risa y el llanto, buscando contestar esa pregunta que quizás jamás tenga una respuesta. 

Una película inusual en el panorama cinematográfico argentino, y “por eso motivo me llamó la atención”, dice, en diálogo con EL DIA, Mónica Villa, su protagonista. “El cine argentino, por lo general, plantea problemas sociales o comedias de alcoba. Este era un argumento distinto, con un tratamiento diferente: otra imaginación”.

La emblemática actriz de “Esperando la carroza”, villana de “Chiquititas” y actriz de Lucrecia Martel y Damián Szifrón, cuenta que al leer el guion, su personaje, el de Rita, “me enloqueció, estaba esperando un personaje así, para poder hacer una composición”.

“Trabajé con lo que me pasaba a mí con el personaje para darle forma. Y el director me pedía cosas específicas: yo tendía a dulcificarla, pero él no quería eso, la quería dura. Quizás en la juventud había tenido esa dulzura, pero con los años la había perdido”, cuenta 

la intérprete, a punto de estrenar una serie en Disney, y de debutar como directora en el teatro con “La tentación de vivir”, una comedia española que se verá en septiembre en el Espacio Callejón.

- Sos una actriz con una gran trayectoria, con mucho cine. Y Tomás estaba haciendo su ópera prima. ¿Cómo fue la convivencia, cómo fue recibir esas notas?

- Es interesante para una persona con experiencia, con un nombre, trabajar con gente más joven: si no te convertís en un dinosaurio. Necesitás gente joven que te alimente: es importante que te moldeen, adaptarte, estar abierto a nuevas ideas, a nuevas formas de trabajo. Eso es fundamental para un actor, si no te convertís en un bronce, y es horrible ser un bronce.

- Es una película incómoda, desmitifica los milagros, ¿te interesaba incomodar sobre estos temas, la fe, lo misterioso?

- Sí, sobre todo en torno a la cuestión de los milagros. Como dice Umberto Eco, hay sangre de San Genaro en cuarenta iglesias de Italia, es imposible que una persona tuviera tanta sangre (risas). Una cosa es la fe, que tengas fe en un ser superior, que profeses una fe religiosa. Creo que tener fe es bueno. Pero otra cosa es este mundo de los milagros, que se utiliza sobre todo para producir miedo y resignación en los fieles. Con eso no estoy de acuerdo.

- Decías que una de las cosas que te atrajo es que no se trata de una película de cine social, o una comedia de alcoba, como dos tendencias del cine local. ¿Cómo ves al cine nacional hoy, con la trayectoria que tenés?

- Bueno, hay momentos de esplendor y momentos de seguir trabajando. Hoy es un momento de seguir trabajando. Eso no significa que haya que cerrar el INCAA, de ninguna manera. El cine en todo el mundo, un cine artístico, que busca otras cosas, no el cine de industria, está pasando un momento complicado. Todas las actividades artísticas, en general: hay como un bajón, en todo el mundo, una ausencia de grandes talentos que supimos tener, de grandes actores, directores. Eso no significa que no tengamos nuestro cine, y que sigamos buscando, trabajando, haciendo cine: hay que seguir haciendo, y ya vendrá otro momento de esplendor, como muchos momentos que tuvimos.

- Cada tanto vuelve esta idea de que el cine argentino no le interesa a nadie. Vos, cuando escuchás eso, siendo que has sido parte de películas que le interesaron a mucha gente, ¿qué te genera?

- Me da mucho dolor. El cine argentino le interesa a los argentinos. Pero si los cineastas no tienen los medios para dar publicidad a su cine, es otra cosa, la competencia es muy despareja, no se puede pelear con la industria norteamericana: eso pasó siempre. Cuando estrenamos “Esperando la carroza”, apagaban las luces de la marquesina para que no fuera nadie, así los dueños de la sala ponían una película norteamericana que, pensaban, les iba a dar más dinero que el cine argentina. A Lucas Demare no le ponían afiches de “La guerra gaucha”, los dejaron arrumbados en un galón: salió a las tres de la mañana, con Enrique Muiño, a empapelar la calle Corrientes con afiches. Así que mirá desde que año pasa todo esto. Hay sectores de la sociedad que se encargan de decir que el cine argentino no interesa: sí, interesa. No solo “Esperando la carroza”, que es un ícono, una excepción: hubo películas que estuvieron meses y meses en cartel, “Tiempo de revancha”, “La Nona”, “La Patagonia rebelde”... Un montón de películas. Pero la industria va copando cada vez más todo, copa los cines, ahora las plataformas. Entonces el cine argentino tarda más en llegar al público, cuesta más difundirlo. Pero ese es el cine que habla de nuestra identidad, habla de ser argentina: todas esas películas nos representan. Quizás no sean éxitos como “Batman”, porque para que “Batman” sea un éxito invierten millones y millones de dólares en publicidad, y nosotros no tenemos ese dinero. Hacemos la película a pulmón, y la publicidad a pulmón.

cine
cine nacional
Monica Villa

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE