VIDEO. Desde el barrio Aeropuerto a dar la vuelta por Sudamérica, en bici
Edición Impresa | 23 de Agosto de 2024 | 02:04

En diciembre de 2020 Belén Francesena salió de su casa de barrio Aeropuerto con la bicicleta y 200 dólares para pasar tres meses recorriendo el Sur argentino. Sin embargo, la ruta la cautivó y el viaje concluyó 4 años después, con 36 mil kilómetros que dibujaron a puro pedaleo el continente Sudamericano.
Todo el itinerario de Belén fue terrestre salvo cuando ingresó a Guyanas que lo hizo a través de embarcaciones. Además de buena parte de Argentina visitó Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil y las tres Guyanas. En cada lugar vendió postales para ganarse la vida.
La magia, como suele decir de esta extraordinaria experiencia, comenzó cuando se liberaron las trabas para viajar impuestas por la pandemia. Entonces programó recorrer el Sur en bicicleta durante tres meses, llevar una carpa y ahorros que le permitían gastar unos 2,60 dólares al día.
En Bariloche conoció al marplatense Mateo, un joven que como ella se lanzó con su bicicleta a recorrer el Sur, pero acompañado por su perro Simba - que falleció cuando viajaban por Perú-.
“Desde el sur decidimos seguir viaje y como en el 21 se pudo cursar de manera virtual tuve la oportunidad de seguir la carrera de Nutrición mientras viajábamos”, contó la ciclista.
En otoño, Belén y Mateo escaparon del frío sureño y recorrieron Mendoza, San Luis, Córdoba, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy. Cuarteles de bomberos, iglesias, y polideportivos de escuelas les permitieron encontrar el lugar para armar la carpa o poner los colchones.
La tecnología fue esencial para comunicarse e intercambiar información con pares de cicloviajeros, ya sea para estar alerta ante posibles situación de acoso o para aconsejarse dónde parar de manera segura.
“En Brasil hay muchas mujeres que viajan solas y cuando algo les parece peligroso pasan al grupo la ubicación en tiempo real”, contó Belén para reflejar la sororidad. En esos grupos las reglas son hablar español, no publicar fotos, ni material spam.
A través de distintas vivencias, Belén conoció culturas americanas que no aparecen en los libros, perfeccionó su inglés y aprendió que en las Guyanas francesas es mejor balbucear en ese idioma que intentar hacerse entender en cualquier otro.
En la región andina de Bolivia y Perú convivió con comunidades que no hablaban castellano y padeció una mirada que por momentos la hizo sentir invisible. Los hombres, por mandato cultural, no le hablaban a la extraña.
“En Colombia vivimos en casas con techos de pajas, pisos de tierra y comunidades que cocinaban gallinas y frijoles de su producción en un fogón”, resumió.
También se hizo coleccionista de plumas y mariposas secas que encontró en las rutas, “todo lo que cargas, lo sentís en las subidas”, contó para explicar por qué eligió esos recuerdos de viaje.
Para evitar las “diarreas del viajero” siempre cocinaron su comida y durante un año y medio transportaron kefir para alimentarse. En la Amazonia Belén tomó información de las plantas medicinales y en muchos países se nutrió con porotos y frijoles.
“Una de las experiencias más fuertes fue cuando nativos mataron una anaconda en el río que nos bañamos”
Belén Fracesena
Junto a Mateo pasó por momentos de zozobra como cuando se produjo una repentina crecida del río en Calafate - Salta -, cuando un derrumbe Colombiano les pasó cerca o tras el momento en el que decidieron cambiar una ruta peligrosa de San Pablo y a las horas se enteraron que ahí falleció atropellado un ciclista que ellos conocieron.
Uno de los países que más marcó a la platense fue Venezuela, puntualmente la frontera de Guajira, dónde la comunidad local cobraba peaje y marcaba las reglas a fuerza de fuego, machetes y espina. Sin embargo, otros ciclistas venezolanos los escoltaron y eso les allanó el camino.
El mayor choque cultural Belén lo sintió en Bolivia, país en la que la llamaron “gringa” y hasta le retacearon la venta de alimentos. En cambio en Surinam descubrió las bondades de las comunidades Mong, refugiados asiáticos que conservan sus costumbres en un ambiente natural muy similar a Vietnam.
En Perú, Machu Pichu, las Líneas de Nazca, el Oasis de la Guacachina - en medio del desierto-; en Ecuador, Amazonia y los volcanes; los Andes selváticos de Colombia, su caribe; el Monte Roraima en Venezuela donde está el salto del Ángel, la cascada más alta del mundo que inspiró a los creadores de la película “Up”, son algunas de las postales que atesora Belén.
La joven volvió a la Argentina en julio y ya piensa en cómo transformar sus 8 cuadernos de bitácora en un libro que resuma la experiencia de vida. Mateo recorre Paraguay y Bolivia, pero cuando se reencuentren seguirán hablando de nuevas pedaleadas por el mundo.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE