Al borde de la tragedia: volvía del trabajo y casi lo matan por $30 mil
Edición Impresa | 5 de Agosto de 2024 | 04:12

Villa Elisa continúa al rojo vivo en materia de inseguridad. Tan solo 24 horas después del caso de la muerte del policía, que sufrió una descompensación cuando intentaba capturar a un delincuente al que había sorprendido in fraganti robando en su domicilio, nuevamente esta comuna de la denominada Zona Norte de la Región terminó siendo noticia por otro grave evento delictivo.
En esta oportunidad, se trató de un caso que rozó la tragedia, ya que además de apropiarse de las pertenencias de un vendedor informal, el ladrón también lo golpeó y hasta intentó quitarle la vida con un cuchillo de mesa.
La víctima del atraco y feroz golpiza resultó ser un hombre dedicado a la venta ambulante de especias. El dramático episodio que le tocó vivir comenzó de manera muy parecida al caso del policía Cristian Demarco. El comerciante se encontraba llegando a su domicilio ubicado en 21D entre 421 y 422, cuando sorprendió a un sujeto en el interior de su morada.
Según las averiguaciones que realizó la Policía, el intruso sería conocido en el barrio por su mala fama. No solo le reprochan los escándalos que protagoniza casi de forma cotidiana y, a cualquier hora, sino también que desde hace años se viene dedicando a actividades rayanas con lo ilegal.
Testimonios de personas que lo conocen señalaron que la principal motivación que tendría este sujeto para delinquir sería la de comprar sustancias tóxicas. “Es en lo único que piensa”, advirtieron.
En este sentido, debido a esas repetidas conductas nocivas, genera mucha intranquilidad. En la zona explicaron que “no comete robos grandes”, sino que lleva adelante hurtos menores, cuyos botines termina liquidando en el mercado negro a cambio de unos pocos pesos, que le permitan continuar abasteciéndose para cubrir su adicción.
En este marco, apenas el damnificado lo vio dentro de su patio, se puso a la defensiva y lo interpeló. El sujeto había sido descubierto en el mismo momento en el que se disponía a ingresar por la fuerza a la construcción.
Pese a que había tenido que abortar sus planes, estaba decidido a retirarse del lugar con algo. Fue así que le pidió a la víctima que le prestara cinco mil pesos. La solicitud no hizo más que elevar los niveles de enojo de la víctima, que además de negarle el dinero, lo echó del lugar.
Dando por sentado que de forma voluntaria no obtendría nada del hombre, decidió pasar a la acción. Sacó de entre sus prendas un cuchillo de sierra y luego de amenazar a la víctima con que lo “cortaría todo”, le exigió que le entregara las pertenencias que tenía en su poder.
“¿Por qué no vas a laburar como hacemos todos? Sos un vago. Chorro”, fue la respuesta que recibió de la víctima. Aquel tren de palabras lanzadas a los gritos, terminó por transformar al agresor.
Así, con el cubierto devenido en arma, comenzó a lanzar zarpazos contra el propietario de la finca, que al ver que su vida estaba en riesgo, se defendió.
Sin armas, el hombre lanzó varias trompadas. En base a lo que indicaron testigos del hecho, si bien llegó a conectar dos golpes, ambos fueron a dar a los hombros de su oponente, quien se mostró más rápido de reflejos.
Así le acertó una trompada en la boca, que además de cortarle el labio y aflojarle varios dientes, sacó a relucir una lesión de vieja data, que el damnificado tenía en una pierna.
Poco importó al ladrón que la víctima estuviera en el suelo retorciéndose del dolor, porque se le acababa de salir la rodilla.
No se sabe si tomó mal el cuchillo o, si ante la presencia de testigos, decidió no cometer un ataque fulminante.
Lo cierto fue que, con la víctima en completo estado de indefensión, le aplicó otro golpe en el rostro con el mango del cuchillo. Luego lo puso boca abajo y le sacó la billetera.
El ladrón entonces escapó con todo el dinero que había logrado reunir el vendedor durante casi tres días de trabajo: 30 mil pesos. Hoy por hoy, en un contexto de violencia creciente, una razón más que suficiente para perder la vida.
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