"Falopeada": en pleno robo, una jubilada se hizo la dormida para evitar la violencia en La Plata

La incertidumbre y la preocupación continúan in crescendo en La Loma por una seguidilla de actos violentos. Si bien la delincuencia es un flagelo que afecta a casi toda la geografía platense, llama la atención el ensañamiento que ha habido en los últimos días con este histórico barrio de la Ciudad, que en tan solo 36 horas acumuló un total de cinco robos.

El último de esta saga de ataques fue el cometido el pasado sábado por la madrugada contra una jubilada de 75 años, quien quedó a merced de tres delincuentes armados y encapuchados en su casa ubicada en 33 entre 17 y 18.

Es sabido que los jubilados son el blanco predilecto de los delincuentes, cuyos golpes son ejecutados cada vez con mayor violencia e insensibilidad.

Poco parecen tomar en cuenta los ladrones el camino recorrido de aquellos adultos mayores, que se terminan convirtiendo en presas fáciles de sus designios.

Mucho menos las limitaciones físicas y las dolencias que, por una cuestión de edad, se ven agudizadas en los adultos mayores.

De antemano, cuando se deciden a irrumpir en el domicilio de un abuelo o una abuela, saben que gracias a estas debilidades podrán someterlos sin mayores esfuerzos.

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Los problemas en la visión, la lentitud en los movimientos, el bajo nivel de audición y el miedo a los golpes, son los ases bajo la manga con los que cuentan los ladrones para imponer su voluntad.

Conociendo esta realidad que se ve reflejada cada jornada en los medios de comunicación, la víctima se vio obligada a emplear la estrategia de la actuación para no sufrir el salvajismo con el que suele actuar el hampa.

Se sabe que, para ingresar, los asaltantes levantaron una pesada cortina de madera y luego barretearon una ventana. Pese al ruido que hicieron con esas maniobras, la damnificada no se despertó.

Inmersa en un sueño profundo, la mujer recién se dio cuenta de que estaba sufriendo un robo cuando los intrusos ingresaron en su habitación y encendieron la luz.

No obstante, la mujer mantuvo la calma y optó por hacerse la dormida. Su cara no exteriorizó ninguna de las sensaciones de terror y espanto que la invadían. Ni siquiera cuando le sacaron los anillos de sus manos.

Tan creíble fue el papel que interpretó, que los sujetos supusieron que se encontraba en ese estado a raíz de las medicaciones que suelen tomar los jubilados para poder conciliar el sueño.

“Esta vieja está falopeada. Empezá a buscar que se va a enterar mañana cuando se despierte”, fue una de las frases que alcanzó a escuchar la mujer, que siguió inmóvil.

Presa del terror, a la mujer no le quedó otra opción que aceptar como los asaltantes arremetían contra su intimidad revisando cajoneras, placares y cada recoveco de la finca.

Como suele suceder en estos episodios, buscaban dinero en efectivo, especialmente dólares, joyas y otras pertenencias de valor.

Fue al cabo de permanecer un buen rato en el lugar que, de acuerdo al reporte oficial, lograron apoderarse de “una importante suma en dólares”, cuyo monto no fue precisado, anillos y aros de oro, dos alianzas y tres armas que eran propiedad de su difunto marido. Se trata de dos escopetas y una pistola 9 milímetros.

Luego, con la desolación en las calles y la oscuridad reinante en el barrio como aliadas, emprendieron la retirada llevándose las llaves de la morada.

Una vez que se supo sola y a salvo, la mujer pidió ayuda a los vecinos y llamaron al 911.