Ayuda del Papa a misioneros de Nueva Guinea

VANIMO, PAPÚA NUEVA GUINEA

El Papa Francisco celebró ayer la Iglesia católica de las periferias al viajar a las remotas selvas de Papúa Nueva Guinea, llevando consigo una tonelada de medicamentos y juguetes y el mensaje de que el amor vence a la violencia para las personas que viven allí.

Francisco voló a bordo de un avión de carga C-130 de la Real Fuerza Aérea australiana desde Puerto Moresby hasta Vanimo, en la costa noroeste de la nación del Pacífico Sur, cerca de la frontera con Indonesia. Allí, Francisco se reunió con la comunidad católica local y con los misioneros de su Argentina natal que los han estado atendiendo. Una multitud de unas 20.000 personas se congregó en el campo frente a la catedral de Vanimo cantando y bailando cuando Francisco llegó, y enseguida se puso un tocado de plumas que le habían regalado.

En su discurso pronunciado desde un escenario alto, Francisco elogió a los trabajadores de la Iglesia que salen a tratar de difundir la fe. Pero instó a los fieles a trabajar más cerca de casa para ser buenos unos con otros y poner fin a las rivalidades tribales y a la violencia que son parte habitual de la cultura de Papúa Nueva Guinea.

SUPERAR LAS RIVALIDADES

Los instó a ser como una orquesta, de modo que todos los miembros de la comunidad puedan unirse armoniosamente para superar las rivalidades.

Hacerlo, dijo, ayudaría a acabar con las divisiones personales, familiares y tribales “a expulsar el miedo, la superstición y la magia de los corazones de la gente, a poner fin a comportamientos destructivos como la violencia, la infidelidad, la explotación, el abuso del alcohol y las drogas, males que aprisionan y arrebatan la felicidad a tantos de nuestros hermanos y hermanas, incluso en este país”. Era una referencia a la violencia tribal por la tierra y otras disputas que caracterizaron durante mucho tiempo la cultura del país, pero que se volvieron más letales en los últimos años.