“Emilia Pérez”: la película de la polémica llega a las salas

“Emilia Pérez” llega a los cines argentinos: el jueves se estrenará en salas locales el melodrama musical narco-trans del director Jacques Audiard que está en boca de todos, la película que despierta polémicas de todo tipo, pero que también viene acaparando los principales premios de la industria de Hollywood y se posiciona de cara a los Premios Oscar como una de las favoritas.

Protagonizada por Karla Sofía Gascón, Zoe Saldaña y Selena Gomez, la película está ambientada en el México contemporáneo y sigue la historia de Rita, una abogada talentosa, pero desaprovechada, que trabaja en una firma dedicada a encubrir las actividades de grandes criminales. Cuando el jefe del cartel, Juan “Manitas” Del Monte, le propone ayudarle a retirarse del negocio y desaparecer, Rita se enfrenta a un dilema inesperado: ayudar a “Manitas” a cumplir su verdadero deseo de convertirse en la mujer que siempre quiso ser.

“Hace seis años leí la novela de Boris Razon “Écoute”. A mitad del libro, aparece un traficante de drogas transexual que desea operarse. Como el personaje no estaba tan desarrollado en los capítulos siguientes, decidí empezar la historia con él”, contó Audiard sobre la génesis de su osada propuesta. 

“Durante el primer cierre, escribí un tratamiento rápidamente y me di cuenta de que estaba más cerca de un libreto de ópera que de un guion cinematográfico. Estaba contado en actos, había pocos decorados, los personajes eran arquetípicos… Fue así como el proyecto se convirtió en un musical. Debo decir que siempre es lo mismo: tengo una intuición, un punto de partida, y utilizo el tiempo que sigue para complicar las cosas, enturbiar aguas, esconderme detrás de máscaras... Al final, es decir, durante el proceso de mezcla, la película está más cerca de mi idea original que de las diferentes versiones intermedias”, analizó el director.

Para Audiard, “Emilia Pérez” es básicamente una historia de redención. ¿El cambio de género te ayuda a ver la violencia masculina con otra luz?, se pregunta el director. “Para ser sincero, no lo creo. El personaje de Emilia puede bien abrazar esa creencia, pero ella sigue siendo atrapada por la violencia. Es el viaje que la aleja de este ciclo, es virtuoso en sí mismo. Al final del día, tanto si pierdes la vida o sobrevives, has aprendido algo en el camino”.

¿Cuál es el problema de la cinefilia con “Emilia Pérez, entonces? ¿De qué la acusan? A continuación, tres preguntas en torno a una de las películas que promete generar más ruido esta temporada.

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¿Es una película ofensiva?

La principal acusación contra “Emilia Pérez” viene desde México, aunque ha encontrado eco en el Sur global: es una película que vuelve a caer en el estereotipo de que México está lleno de narcos, dirigida por un francés que dijo no investigar demasiado la cuestión del narcotráfico, interpretado por actrices sin relación con México: Saldaña nació en Nueva jersey y es hija de dominicanos, Gascón es española (aunque ha trabajado en México), y Gomez es texana.

Selena ni siquiera habla castellano, lo que resulta en alguno de los momentos más graciosos -involuntariamente- de la película: cuando se pone a cantar en español. Algunos diálogos, además, revelan que el guion fue escrito en otro idioma, quizás inglés, y luego traducido automáticamente, quizás retocado luego por algún humano.

Es una acusación que crece en Hollywood hoy: la falta de representación latina a la hora de hacer películas tiene como resultado una representación negativa y estereotipada del latino, relatando finalmente historias irrespetuosas. Está claro que si Ricardo Darín hubiese aceptado la famosa oferta que Hollywood alguna vez le extendió, hubiera sido un narco mexicano en una película de este estilo.

¿Un musical sobre la ola de violencia narco en México? Los colectivos de víctimas están que trinan ante la falta de sensibilidad de la propuesta, pero aceptar su crítica, la de los afectados personalmente, implicaría aceptar que hay temas que no pueden volverse comedia, musical, drama, lo que fuera. Cosas con las que no se puede hacer nada más que duro realismo. Y, bueno, esa es una tesis discutible y discutida.

Lo cierto es que ante la catarata de quejas el equipo de “Emilia Pérez” decidió salir a responder recientemente a las quejas mexicanas. Matizaron su discurso, un poco, claro: Audiard, que había afirmado no investigar particularmente la problemática, dijo que conocer de la tragedia sobre los miles de desaparecidos a raíz de la violencia generada por el crimen organizado lo conmovió debido a la indiferencia que la situación encuentra en todo el mundo.

“Abordé este tema, creo que sólo podía hacerlo, con toda la prudencia posible y con mucha reflexión. Y si ustedes ven la película, seguramente no se enterarán de nada nuevo como mexicanos, y a lo mejor hasta les parecerá que estoy sobrevolando apenas sobre esta cuestión, y si les parece que lo hago con demasiada ligereza, les ofrezco una disculpa”, señaló.

“Pero debo decirles que fuera de México a mí me sorprende muchísimo, me escandaliza, el silencio en torno a este problema. ... No pienso que el cine resuelva estas cosas pero, si el cine, ‘Emilia’, puede al menos plantear algunas preguntas. Y a lo mejor estas preguntas pueden suscitar conversaciones, discusiones, si sucede eso, me hará feliz”.

Y acá entra la segunda crítica: hay algo de “culpa blanca” en este abordaje, superficial, algo banal, del problema.

¿Gana premios por “culpa blanca”?

Quienes no le entran a la película por su falta de representación y consecuente falta de respeto, dicen que la película gana premios a causa de la “culpa blanca”: estadounidenses (los votantes de los diversos gremios de Hollywood) premiando la historia de la miseria de otros países, miseria que muchas veces ayudan a causar, una historia contada por occidentales bienpensantes que quieren hablar de un tema importante. Una historia salpicada, encima, con problemática de género…

Es otra crítica que señala los problemas etnocentristas de los grandes productores de sentido, y que acá en Argentina conocen todos los cineastas que buscan inversiones y les piden más dictadura, más pobreza. Las dos películas en ganar un Oscar, “La historia oficial” y “El secreto de sus ojos” tienen como trasfondo la dictadura. Algunas de las últimas diez ganadoras de los Oscar incluyen una película sobre la pedofilia en la iglesia, un drama sobre huérfano gay, negro y pobre, una buddy movie sobre la segregación en el sur de Estados Unidos, un thriller negro sobre la lucha de clases, una drama realista sobre desclasados nómadas y un coming of age sobre una familia sorda y su hija adolescente que escucha. Algunas son mejores que otras, pero todas son sobre “temas importantes” (de paso, un nuevo llamado desde este espacio para dejar de darle entidad legitimadora a las entregas de premios, donde votan no solo con este tipo de prejuicios e ideas sino, además, a menudo sin siquiera ver las películas).

¿Es una buena película?

Ahora, más allá de los señalamientos ideológicos, ¿es al menos una película entretenida? ¿Se deja ver? 

Twitter ha hecho un trabajo genial en señalar que además de personajes estereotipados y una trama cuestionable, efectivamente, “Emilia Pérez” tiene canciones malas, melodías pop globales cantadas en un mal español, sin guiños a la cultura mexicana (y eso que hay todo un género musical dedicado al narco…), con coreografías poco desarrolladas. Las propias canciones son a menudo apenas desarrolladas, poco más que gente recitando con música de fondo, lo que podría ser una cachetada a la tradición del musical estadounidense, y sería interesante. 

Pero no: si bien la película mezcla géneros, juega con el melodrama y tiene una puesta visual pop, saturada, no hay gesto paródico o ironía. Pero aunque ahora su director intente convertir la película en un alegato poderoso sobre el género y el narco (quizás porque es temporada de premios, quizás por el aluvión de crítica), lo más interesante es en todo caso su banalidad, su trama convencional pero atrapante como culebrón poblado de villanos, escenarios casi ofensivamente prejuiciosos y giros sencillos. Sin tanta pompa y circunstancia detrás, podría ser una película de consumo pochoclero, aunque quizás es mucho pedir que una película que toca temas como el narcotráfico y la transición de género pueda dejar la circunstancia detrás.

Entonces, ¿funciona “Emilia Pérez”? ¿Es, entonces, una producción ofensiva? ¿Los premios son “progre”? Bueno, para responder ustedes mismos a estas preguntas, tendrán que ir al cine, desde este jueves.