Un cuento de amor: “Martes de lluvia en el colectivo”

Se conocieron en el colectivo 273, un martes de lluvia, cuando él le sostuvo la mochila para que no se mojara.

No hubo fuegos artificiales: apenas una sonrisa, un “gracias” y un silencio cómodo que se repitió durante semanas. Empezaron a sentarse juntos sin pactarlo, a compartir auriculares, a mirarse por el reflejo de la ventana. Nunca hablaron de amor, pero se sabían de memoria. Un día ella no subió. Él esperó una parada más, dos, todo el recorrido completo.

Al día siguiente volvió a buscarla, y al otro, y al otro. Pasaron los años, cambió de trabajo, de barrio, de vida. A veces, cuando llueve, se sube a un colectivo sin saber por qué. Se sienta junto a la ventana y deja libre el asiento de al lado, por si el milagro se acuerda de llegar tarde.