Kendrick en el SuperBowl: más enojado con Drake que con Trump

Los Kansas City Chiefs y los Philadelphia Eagle se enfrentaron ayer en una nueva edición del SuperBowl, pero como pocas veces, las miradas estuvieron puestas en lo que pasaba más allá del campo de juego: en el Caesars Superdome de Nueva Orleans, con Lionel Messi de espectador, se esperaba que Travis Kelce, de ganar, le propusiera matrimonio a su pareja, Taylor Swift, quien se reencontró en la velada con Donald Trump, el presidente estadounidense con el que compartió una pelea tremenda en los medios.

En ese marco, Kendrick Lamar, que viene de ganar 5 premios en los Grammy, incluyendo mejor canción y mejor grabación, salió a realizar el tradicional show de medio tiempo, su regreso al escenario más importante de Estados Unidos tras su paso en 2022: entonces, cantó acompañado Dr. Dre, Snoop Dogg, Mary J. Blige y Eminem, un espectáculo donde el SuperBowl intentó saldar una deuda histórica con el hip hop, que nunca había protagonizado el show.

La presencia de Lamar también se olfateaba problemática en la previa. Trump había anunciado su presencia en el SuperBowl, y Kendrick, uno de los raperos más originales de Estados Unidos, es también uno de los más politizados y en sus letras, retrato de la historia negra en EE UU que escapa a los estereotipos del rap de gángsters y ostentación, incluso lanzó varias alusiones e insultos al presidente actual del país del norte.

El cóctel que se preveía explosivo, sin embargo, no estalló: Lamar hizo lo suyo, una austera (para el SuperBowl: sin gente volando de techos) y bien performática puesta en escena que aludió a las desigualdades, pero sin menciones directas hacia el mandatario.

Samuel Jackson ofició como maestro de ceremonia, vestido de Tío Sam e interrumpiendo el show para agitar a Lamar, que comenzó junto a un auto negro como el de su video “Allright”, del cual emergieron decenas de bailarines, en una coreografía que se desplegó por todo el escenario.

“La revolución va a ser televisivada. Eligieron el tiempo correcto para el tipo equivocado”, lanzó Lamar para comenzar, quizás la alusión más directa a Trump. Luego, Kendrick fue a lo seguro, con algunos guiños a Drake, su archinémesis. Algunos interpretaron incluso que el collar (una a minúscula -a minor, “un menor”, en inglés-) fue una alusión al supuesto gusto de Drake por los menores, rumor que Lamar echó a rodar en el medio de su pelea.

El show incluyó temas como “Squabble Up”, “Humble”, ”DNA”, ”Euphoria” y ”All the Stars”, y Lamar lo cerró con ”Not Like Us”, canción dedicada, justamente, a Drake, que, de hecho, demandó a Kendrick por el tema donde se lo llama pedófilo. Lamar omitió esa palabra en la ceremonia de anoche, pero cantó el tema como cierre, después de amagar un par de veces (“quiero cantar su tema preferido pero, ya saben, a algunos les gusta demandar”), más concentrado en su rivalidad con Drake que en hacer algún tipo de manifestación frente a Trump.

Por lo demás, el rapero californiano hizo lo de siempre: utilizar su música para construir un fresco, contar una historia. “Siempre he sido claro sobre el hecho de contar historias en mi repertorio y la historia de mi música... Me gusta hacer que la gente escuche, pero también que piense”, había dicho antes del evento. “Cuando la gente habla de rap, lo hacen como si solo se tratara de rapear, no como si fuera una verdadera forma de arte”.

Y lo hizo acompañado: en el marco del Mes de la Historia Negra en Estados Unidos, SZA salió a la cancha para cantar un par de temas con Lamar, y en medio del espectáculo apareció también la tenista Serena Williams.

Fue, sin embargo, un show algo deslucido, más puesta en escena que impacto, y anoche algunos, siempre dispuestos a dejarse llevar por la exageración de las redes sociales, afirmaban que se trataba de uno de los peores espectáculos de entretiempo de la historia del SuperBowl.

Y el SuperBowl que prometía ser explosivo y lleno de vicisitudes fuera del campo fue así más bien mansito. Al cierre de esta edición, tampoco parecía que Kelce fuera a proponerle matrimonio a Taylor Swift: su equipo, Kansas, se fue 24 a 0 al entretiempo y una derrota hubiera sido un resultado anticlimático para andar arrodillado en la mitad de la cancha, anillo en mano, después. Habrá que esperar.

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