Máxima, la reina del estilo

Las habrá más elegantes, incluso más glamorosas. Las habrá mejor peinadas (casi todas), con atuendos más exquisitos y con una altivez de pasarela. Sin embargo ella es la dama de la realeza que más brilla. Estamos hablando de Máxima, claro. La reina de los Países Bajos que nació en Argentina y de la que estamos orgullosos. No todos, por supuesto. Cuánto más amor concentre, concentrará más odios. Y en la polarización la reina siempre sale ganando.

¿Las razones de su éxito? Muchas, pero su sonrisa y la vocación por los detalles son sus mejores virtudes.

Máxima, en lo que va de 2025, ha sido la protagonista de presentaciones en los Países Bajos y en el extranjero. Pero donde realmente tuvimos una muestra cabal de que la reina aporta un plus a la hora de elegir vestuario fue en las dos visitas de estado que ha realizado este mes a Chipre y a Kenia.

Chipre es una república insular que está en el Mediterráneo. Geográficamente es más bien asiática pero política y culturalmente es griega. Los reyes la visitaron a principios de marzo y en su primer día Máxima optó por llevar un vestido de Christos Costarellos, un diseñador ateniense que ha seducido a las damas de la realeza. De terciopelo y adornado con broche de zafiros era una sinfonía en azul, como el mar que da color a las costas del Mediterráneo. Un verdadero homenaje al país que visitaba aunque tal vez un poco demasiado lujo para ese día en que tocaba visitar una factoría de papas fritas congeladas. Pero bueno…la que puede, puede y la que no, se pone short y zapatillas.

El vestido azul cruzado tiene una abertura lateral que puede abrirse si hay viento así que la reina encontró la solución en un alfiler de gancho que no se tendría que haber visto. Pero se vio. Un fallo en el protocolo que en lugar de horrorizarnos, nos hace identificarnos.

El detalle del atuendo en Chipre / Web

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Al día siguiente adornó un vestido rojo con un broche en el que se entrelazan un tulipán, símbolo de los Países bajos, con una rama de olivo, símbolo de los estados helénicos. Un guiño muy significativo.

Unos días después la pareja real desembarcó en Kenia para una visita de estado polémica. El presidente William Ruto está acusado de violar derechos humanos y muchos activistas keniatas le habían escrito a la casa real para que desistieran de realizar la visita.

Cabe aclarar en este punto que los reyes no tienen injerencia sobre los destinos de las visitas de estado. Ellos solo son la cara visible de un contingente que va a hacer negocios con el país que visitan. Kenia ha tenido fuertes lazos comerciales con los países nórdicos de Europa pero en los últimos años Ruto ha puesto el foco en China y Rusia y los holandeses no quieren “perder al cliente”. De modo que esta visita había que hacerla sí o sí. Para dejar bien clara la postura sobre derechos humanos el rey expuso el tema en los dos discursos que dio y, sutilmente, conminó al presidente Ruto, allí presente, a rever el tema.

No bien Máxima bajó por la escalerilla del avión dio el mensaje de lo comprometida que estaba con la visita. Sorprendentemente sacó a relucir un saco que tenía en su armario desde hace 20 años y que era de la diseñadora keniata Anna Trzebinsky. Gran acierto. Anna inspira sus diseños en las artesanías de los pueblos masai y samburu. Su propio esposo es un joven samburu que nunca dejó la tribu y que confiesa sentirse incómodo cuando debe acompañar a su esposa a galas en Europa.

Máxima en Kenia / Web

Máxima es de todo menos minimalista. Sin embargo, para la cena de gala en Nairobi hizo una excepción y lució una túnica negra que como único detalle tenía un collar incorporado en el escote que representaba una máscara. La elección no fue casual. El atuendo pertenece a la colección de 2016 de Maison Valentino, inspirada en África y realizada íntegramente en negro y colores tierra. Siempre en los detalles.

Nuestra Máxima no publica en redes sociales ni publicita productos pero ¿no les parece que es una verdadera influencer? Y el año recién comienza.