Un joven huyó de su casa mientras la desvalijaban
Edición Impresa | 31 de Marzo de 2025 | 02:27

La oscuridad de la madrugada se convirtió en el escenario de una pesadilla para un joven de 21 años, quien despertó abruptamente para descubrir que no estaba solo en su casa.
Mientras el silencio de la noche era interrumpido por el zumbido del motor de la heladera, un ruido en la habitación contigua lo paralizó.
Eran aproximadamente las 05.30 de la mañana cuando el horror se hizo presente en su propio hogar, ubicado en la intersección de 28 bis y calle 458.
Desde la penumbra, escuchó cómo los intrusos movían cosas y, en cuestión de segundos, el crujido de las pisadas sobre el piso de madera reveló que se acercaban a su habitación.
El tiempo pareció detenerse. Con la adrenalina recorriéndole las venas y sin otra salida, tomó una decisión desesperada: se arrojó por la ventana de la planta alta.
La caída le provocó un raspón en el brazo izquierdo y un dolor agudo en la planta del pie derecho. Por su propia seguridad debió reprimir cualquier expresión de dolor y concentrarse en su objetivo más inmediato: huir.
Con el corazón desbocado, trepó el portón y salió corriendo por la calle, descalzo y herido, mientras un escalofrío le recorría la espalda. Fue entonces cuando un estruendo rompió la quietud de la noche. Un disparo. ¿Lo estaban buscando? ¿Le disparaban a él? Su mente no tenía tiempo para responder, solo para actuar.
Con la respiración entrecortada, dobló en la calle 458 y, en un intento desesperado por salvarse, se ocultó detrás del muro de una vivienda. Sus manos temblorosas se aferraron al portón entreabierto de la casa, mientras su pecho subía y bajaba con cada latido frenético. El miedo lo paralizaba, pero sabía que si los delincuentes lo encontraban, su destino podría ser fatal.
El silencio regresó, y cuando sintió que la amenaza inmediata había pasado, reunió valor para volver a su hogar. Lo que encontró fue desolador: su casa saqueada, su espacio invadido, su seguridad arrebatada.
Prendas de vestir, una consola PlayStation 4, dos pares de botines Adidas número 42, todo había desaparecido. En el patio delantero, como testigo mudo de la violencia, quedaba un televisor abandonado, posiblemente dejado atrás por los asaltantes con el objetivo de no demorar más.
Las primeras pericias revelaron que los delincuentes habían ingresado por una puerta balcón, la cual presentaba signos evidentes de haber sido forzada. Ahora, las autoridades analizan cuadro a cuadro las imágenes de las cámaras de seguridad en busca de respuestas: ¿Cuántos eran? ¿Cómo se movían? ¿Habían vigilado la casa antes del golpe? Cada pista es crucial para desentrañar el misterio y dar con los responsables de esta noche de terror.
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