El sueño, un motor esencial para el bienestar integral

Descansar plena y plácidamente es necesario para complementar una rutina óptima. Alinear alimentación y ejercicio

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Dormir bien es tan fundamental para el rendimiento físico y la salud como una buena alimentación y un entrenamiento adecuado. Médicos clínicos, nutricionistas y especialistas en educación física coinciden en que el descanso nocturno influye directamente en la recuperación muscular, el metabolismo y la energía diaria. En este sentido, el equilibrio entre el sueño, la nutrición y la actividad física es clave para alcanzar un bienestar integral.

Los especialistas en preparación física explican que el cuerpo necesita entre siete y ocho horas de sueño para llevar adelante con éxito los procesos de reparación muscular y consolidación de la memoria motora. “El entrenamiento genera microlesiones en los músculos que solo se recuperan completamente durante el descanso”, señalan. Si se duerme menos de lo necesario, la producción de hormonas esenciales como la testosterona y la hormona del crecimiento se ve afectada, lo que puede traducirse en una menor capacidad de recuperación y un mayor riesgo de lesiones.

Desde el punto de vista de la nutrición, los expertos advierten que la falta de sueño altera la producción de grelina y leptina, hormonas encargadas de regular el hambre y la saciedad. “Cuando dormimos poco, la grelina aumenta y la leptina disminuye, lo que genera una mayor sensación de hambre y un deseo incrementado de consumir alimentos ricos en azúcares y grasas”, explican los nutricionistas. Esto puede derivar en un desequilibrio alimentario, afectando no solo el rendimiento deportivo sino también la salud metabólica en general.

Por otro lado, dormir en exceso también puede traer consecuencias negativas. “Cuando se superan las nueve o diez horas de sueño de manera frecuente, se pueden alterar los ritmos circadianos y generar una sensación de fatiga prolongada”, sostienen los médicos clínicos. Además, una jornada demasiado extensa en la cama suele estar asociada a una reducción en la actividad física diaria, lo que puede afectar el gasto calórico y el mantenimiento del peso corporal.

La hidratación, otro pilar esencial para el rendimiento físico, también se ve influida por el descanso. Los expertos explican que una mala calidad del sueño puede derivar en una menor regulación de líquidos y electrolitos en el organismo, lo que aumenta el riesgo de deshidratación. “Es fundamental mantener una ingesta adecuada de agua antes y después del ejercicio, pero si el descanso no es suficiente, el cuerpo tendrá más dificultades para retener y distribuir correctamente los fluidos”, agregan.

Los coach de entrenamiento resaltan la importancia de la disciplina en la rutina diaria para lograr una buena calidad de sueño. “Dormir a la misma hora todos los días y evitar pantallas antes de acostarse contribuye a que el organismo se adapte a un ritmo saludable”, afirman. Además, sostienen que una alimentación equilibrada y un entrenamiento bien planificado facilitan el descanso, ya que reducen el estrés y favorecen un estado de relajación previo al sueño.

En definitiva, dormir bien no es solo una cuestión de descanso, sino un factor clave para la nutrición y el rendimiento físico. El equilibrio entre alimentación, entrenamiento y sueño es la base de un estilo de vida saludable. “Si queremos mejorar nuestra energía, nuestro cuerpo y nuestra salud en general, debemos darle al descanso la misma importancia que le damos a la alimentación y al ejercicio”, concluyen los especialistas.

 

 

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