Otro barra preso y una disputa en desarrollo por espacios de poder
Edición Impresa | 14 de Abril de 2025 | 04:05

Desde hace un tiempo, como ha publicado este diario en varias de sus ediciones, hay una guerra declarada entre lo peor del fútbol, los barrabravas, y los más violentos del mundo sindical, su mano de obra pesada. Son eslabones que se entremezclan y entrecruzan y que forman parte de una pelea abierta por espacios de poder en la Ciudad.
Los bandos están claramente definidos e identificados. Algunos de ellos descabezados desde lo formal, aunque el liderazgo parece ir más allá de una presencia física arengando a las masas.
La novedad de estas últimas horas pasa por la captura de Lucas Cardellini (19), quien tenía una orden de captura por el delito de coacción, la misma que llevó a la cárcel al hijo del jefe de la hinchada de Gimnasia, Rodrigo Camilleri.
Insólitamente, Cardellini se hizo presente en el estadio Juan Carmelo Zerillo para presenciar una nueva edición del clásico, pero lo cortaron en el acceso y lo metieron dentro de un camión celular, con destino a la comisaría novena. Fue junto a otros tres contraventores por infracciones menores.
La investigación por el caso de Cardellini es llevada adelante por la fiscal Virginia Bravo, quien lo señaló por haber amenazado a los tiros en septiembre del año pasado a un grupo de trabajadores de la empresa Elecsur, que eran afiliados a la agrupación sindical liderada por Iván Tobar, hoy detenido por otras dos investigaciones judiciales.
Aquel episodio ocurrió durante el mediodía del 2 de septiembre en la localidad de Tolosa. De acuerdo a la denuncia, las víctimas se encontraban en la sede de la empresa, ubicada en la calle 530 entre 120 y 121, cuando varias personas armadas llegaron al lugar y los amenazaron.
Incluso, uno de los agresores efectuó un disparo contra el portón principal de la empresa. Tras ello, los atacantes se retiraron del lugar.
TOBAR Y EL VOLADOR
Como se sabe, Iván Tobar, líder de la llamada facción local de la UOCRA, con estrechos lazos con la tribuna de Estudiantes, de la que fue líder -y algunos decían que lo seguía siendo desde las sombras, al menos hasta su caída-, está enfrentado con el clan Medina, que tiene una pata dentro de la barra albiazul.
Según versiones, Tobar quería quedarse con el manejo de los negocios de ambos sectores, aunque siempre encontró oposición. No por eso, desistió del plan, que parece ser copia del modelo que instaló el hoy asesinado Pillín Bracamonte, referente de la barra de Central, en la ciudad de Rosario.
De hecho, cuando metieron preso al “Pata” Medina, fue el propio Bracamonte el que llegó a La Plata de la mano de la intervención y ungió a Tobar en el puesto del gremio de la construcción, porque él necesitaba volver a Santa Fe para manejar sus millonarios asuntos más de cerca.
Sin dudas, a partir de esa designación, Tobar acumuló muchísimo poder y también problemas legales, porque empezó a ser mencionado en múltiples investigaciones, aunque siempre, al final, parecía indemne a la Justicia. “Las balas lo rozaban, pero nunca le daban de lleno”, expresó alguien que lo conoce de cerca.
Esta situación se mantuvo hasta que estalló el escándalo del hospital San Roque de Gonnet, donde acólitos de Tobar, entre ellos sus dos hijos, aparecieron como parte activa en una salvaje emboscada a hinchas de Gimnasia, que dejó un tendal de heridos.
Al menos, el fiscal penal Gonzalo Petit Bosnic los incluyó a los tres, más una extensa lista de allegados, hasta completar un total de 14 personas, en la nómina de detenciones por una doble tentativa de homicidio agravada y daño agravado.
En esa violenta jornada, también golpearon a un policía en la puerta del centro asistencial, aunque por esa acción imputaron a cuatro simpatizantes albiazules, tres de los cuales ya están en una celda.
Tobar, además, suma una imputación en el fuero federal, en una causa que maneja el juez Ernesto Kreplak y la fiscal Ana Russo, por el famoso video donde un grupo de enmascarados con ametralladora lanzaban amenazas a diestra y siniestra “si tocaban al Pata Medina”.
Sin embargo, de acuerdo a los encargados de la causa, quienes estuvieron detrás de esa intimidación fueron en realidad allegados de Tobar, que buscaron comprometer más a sus adversarios y así quedarse con el libre manejo de las obras y la calle. Un combo que prometía jugosos dividendos.
Respecto de Camilleri, que goza de libertad, igual no está ajeno a los problemas, porque no puede entrar a la cancha, por una prohibición del Gobierno Nacional, y además tiene detenido a otro de sus hijos, en este caso por una causa de violencia de género.
Quienes, por toda esta situación, empezaron a levantar el perfil, son “El Puly” Medina y Brian Medina, quienes ven una oportunidad de volver a tomar el manejo del gremio y han ganado presencia en los medios y en las redes sociales con proclamas en contra de Tobar y sus vínculos con la política.
Es una realidad bastante compleja y que augura nuevos enfrentamientos. Por eso esta historia de violencia, que cuenta con antecedentes trágicos, no parece terminada.
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