Café: el placer diario que puede volverse una trampa para la ansiedad
Edición Impresa | 18 de Mayo de 2025 | 06:30

En la Argentina, como en tantas otras partes del mundo, el café es mucho más que una bebida. Es rito, excusa, consuelo, pausa y arranque. Desde el clásico pocillo en la barra del bar hasta las tazas XL que acompañan jornadas laborales frente a una pantalla, el café ocupa un lugar privilegiado en la rutina diaria. Su sabor intenso y su capacidad para despejarnos lo han convertido en un emblema de productividad y compañía. Pero esa misma sustancia que nos da el empujón para empezar el día -la cafeína- también puede ser la responsable de efectos menos deseados cuando el consumo se vuelve excesivo o cuando el organismo reacciona con hipersensibilidad. En particular, la relación entre cafeína y ansiedad se ha vuelto un foco de atención creciente en los últimos años, sobre todo en un contexto social que ya viene cargado de estrés crónico.
Los especialistas en salud coinciden en que el café, tomado con moderación, puede ser beneficioso. Estudios clínicos lo han relacionado con una menor incidencia de enfermedades neurodegenerativas, con cierta protección cardiovascular e incluso con efectos antioxidantes. Pero esa línea fina entre el beneficio y la sobreestimulación es más delgada de lo que parece. Los médicos clínicos advierten que, en dosis moderadas -hasta 400 miligramos de cafeína por día, equivalentes a unas cuatro tazas de café filtrado-, no suele haber riesgos para adultos sanos. Sin embargo, también subrayan que esta cifra no es universal: “Cada cuerpo metaboliza la cafeína de forma distinta; lo que para uno es apenas un impulso, para otro puede ser una alarma encendida en el sistema nervioso”, explican.
En efecto, hay personas que experimentan nerviosismo, insomnio, palpitaciones, temblores musculares o sensación de ahogo con apenas una taza. Los nutricionistas alarman sobre un hábito que muchas veces pasa desapercibido: “El café no siempre se toma por gusto, sino por necesidad, y en ese automatismo se pierde de vista su impacto fisiológico”, remarcan. La costumbre de tomarlo en ayunas, como forma de suplantar el desayuno, potencia los efectos estimulantes y puede aumentar la irritabilidad o el malestar estomacal. Además, el hábito nocturno de acompañar el postre con un café, en personas sensibles, puede interferir con la calidad del sueño y retroalimentar estados de fatiga y ansiedad.
La cafeína activa el sistema nervioso simpático, el mismo que se activa en situaciones de peligro. Aumenta la frecuencia cardíaca, eleva la presión arterial y estimula la liberación de adrenalina. Esto, que en pequeñas dosis puede sentirse como un “despertar mental”, en exceso o en ciertos organismos puede derivar en síntomas muy similares a los de un ataque de ansiedad. Sommeliers de café advierten que muchas personas asocian el sabor intenso con una mayor concentración de cafeína, cuando en realidad el método de preparación, el tipo de grano y la proporción con el agua son los factores determinantes. “Un espresso puede parecer más fuerte por su cuerpo y acidez, pero tiene menos cafeína que un café de filtro más largo”, explican. Por eso, conocer las características del café que se consume y cómo se prepara puede marcar una gran diferencia en cómo impacta en el cuerpo.
Cuando el café empieza a generar más tensión que disfrute, conviene repensar el hábito. Si aparecen palpitaciones, sudor frío, pensamientos acelerados o sensación de amenaza sin causa aparente tras beber café, puede tratarse de una respuesta ansiosa. En estos casos, los médicos recomiendan reducir la dosis de forma progresiva para evitar síntomas de abstinencia. Los nutricionistas sugieren reemplazarlo por bebidas más suaves, como café descafeinado, infusiones de hierbas o incluso bebidas como el matcha o la achicoria. También aconsejan evitar la ingesta en ayunas, no tomarlo después del mediodía y acompañarlo con agua. “Hidratarse bien ayuda a metabolizar la cafeína más rápido”, señalan.
El entorno también juega un rol. En contextos de estrés laboral o emocional sostenido, donde el cuerpo ya está en estado de alerta permanente, añadir estimulantes puede sobrecargar el sistema. Sommeliers de café señalan que, además del qué y cuánto, importa el cómo: tomarse el tiempo para preparar el café, elegir el método de infusión, olerlo, saborearlo sin apuro, puede transformar la experiencia de una bomba de ansiedad a un momento de disfrute y conexión. La pausa consciente puede contrarrestar los efectos de la cafeína más que el café en sí mismo. En ese sentido, volver a la ceremonia y salir del consumo automático es también una forma de cuidar la salud.
El café, como casi todo, no es bueno ni malo en sí. Es una herramienta, un hábito, un placer cultural, una compañía. Lo importante es entender cómo interactúa con nuestro cuerpo, qué señales nos da y cómo las interpretamos. No hay que renunciar al café si no hay motivos, pero sí es fundamental prestarle atención. Saber que no todos necesitamos lo mismo y que algo que estimula a uno puede desregular a otro. Porque a veces, para frenar la ansiedad, no hace falta dejar la taza, sino simplemente repensar lo que le estamos pidiendo. El café, en el fondo, no tiene la culpa. La responsabilidad está en saber cuándo tomarlo, cómo y para qué. ¿Nos despierta o nos dispara? La respuesta, como casi siempre, está adentro.
1 MODERACIÓN: consumir hasta 400 mg de cafeína al día (aproximadamente 4 tazas de café) es seguro para la mayoría, pero superar ese límite puede traer efectos adversos.
2 BAJAR LA ANSIEDAD: la cafeína puede intensificar los síntomas de ansiedad, causando palpitaciones, insomnio y nerviosismo, especialmente en personas sensibles.
3 PREPARACIÓN: el sabor fuerte no siempre significa más cafeína. El tipo de grano y la forma de preparación, como el espresso o el café filtrado, afectan su concentración.
4 CONSCIENCIA: si el café genera malestar o tensión, es importante reducir la cantidad gradualmente y probar alternativas como el café descafeinado o infusiones.
5 RITUAL: disfrutar del café de manera consciente, saborearlo y tomarse un tiempo para prepararlo puede mejorar la experiencia y minimizar los efectos negativos.
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