“Me emociona ver a mi papá”

En poco tiempo más Guillermina festejará sus 15 años. Se sumó a la Escuela de Cadetes a los 13.

“Mi papá es bombero (voluntario) y siempre lo seguí en todo”, dice, pero no pasa por alto que también le gusta ayudar a la comunidad, le daba curiosidad la rutina de los cadetes y la posibilidad de aprender cuestiones que no siempre figuran en el diseño curricular educativo. Ella las resume con una sola palabra: “Valores”.

Su papá siempre quiso ser bombero, aunque recién logró sumarse durante la pandemia, cuando hizo las capacitaciones online. En aquel tiempo “no podía ir al cuartel, andaba con un cuaderno”, recuerda Guillermina, a quien de arranque no le entusiasmaba mucho la idea.

Tenía miedo; el mismo que todavía siente cuando su padre “sale de casa a la madrugada, con el auto a toda velocidad”, admite. Sin embargo, de a poco él le contagió ese amor por el voluntariado y ahora los dos participan de la experiencia. Completan la familia su hermanita de 3 años y la mamá, quien a veces les reprocha “el tiempo que le dedicamos al cuartel”.

No obstante, cuando suena la sirena todas se predisponen para ayudar al papá con lo que puedan: alcanzarle la llave o un abrigo, abrirle la puerta. Él tiene una distribuidora y reparto de bebidas.

“Cuando está trabajando no puede ir a una emergencia”, aclara Guillermina, “pero si está en casa sí”.

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Los bomberos tienen instalados en sus teléfonos celulares una aplicación que emite una señal de alarma con claves en colores verdes, amarillas o rojas, en virtud de la gravedad de la intervención.

“Los sábados tenemos prácticas, juegos y capacitaciones en los que vemos distintos temas”, detalla la chica. Según Rinero, la formación es igual a la de cualquier aspirante a bombero, sólo que adaptada a la pedagogía de los menores en cada uno de los tres niveles.

En el caso de los más avanzados, pueden acercarse al cuartel después de cada emergencia, “para ayudar a limpiar y guardar”.

Guillermina quiere estudiar la carrera de Derecho cuando termine el colegio secundario y sumarse al cuerpo activo de bomberos una vez que cumpla los 18 años.

“Lo más lindo de esta experiencia es compartir con mi papá los actos y verlo desfilar con el traje de gala; también me emociona mucho cuando sale para una emergencia”, cuenta Guillermina.

Ellos también desfilan, por ejemplo para el Día del Bombero Voluntario, que fue el 2 de junio pasado, y usan uniforme de gala, de fajina y equipo deportivo.