Todo fue tan malo que se pareció al ciclo de Flores
Edición Impresa | 13 de Julio de 2025 | 02:22

Por MARTIN MENDINUETA
En el mejor de los severos diagnósticos, Gimnasia fue más de lo mismo y, por eso, el recuerdo del ciclo comandado por Diego Flores entró al Bosque sin pedir permiso.
El debate que empezó anoche y continuará en el inicio de la semana es si jugó tan mal como lo hacía con su anterior entrenador, o si en verdad involucionó, perforando un piso de rendimiento por demás alarmante.
La modesta formación de Instituto necesitó pocos minutos de juego para advertir que iba a poder desarrollar sus planes con absoluta comodidad. El primer tiempo lastimó a los hinchas triperos. Les arrebató la ilusión de cualquier atisbo de mejora. Los arrastró al pesimismo y engordó el nivel de preocupación.
Extrañando a Leonardo Morales (muy flojo lo de Giampaoli) y a Rodrigo Castillo (Ivo Mammini pasó inadvertido en el frente de ataque), al Lobo le costó todo: defender con orden, capturar la pelota en el medio y construir algo interesante en los últimos quince metros del campo. La primera etapa lo mostró aturdido, extraviado y sin reacción. El entretiempo fue unremanso para su gente. En ese lapso, al menos no sufrió.
NINGUNA MEJORA INICIAL Y SÓLO EL ARQUERO ESTUVO A LA ALTURA
Instituto jugó en la primera etapa más cómodo de lo que lo hubiera hecho en su habitual lugar de entrenamiento.
Endeble e inseguro en defensa, sin corte ni juego asociado en el mediocampo y con escasa inventiva en el ataque, Gimnasia sólo consiguió poner tensos y muy disconformes a sus hinchas.
Nelson Insfrán, con un par de intervenciones decisivas, demoró la llegada del gol que tanto merecía el tan ordenado como voluntarioso huésped.
El primer tiempo fue lo peor de una tarea global pobre en cada línea. Sólo Insfrán se destacó
Pocos minutos le demandó al equipo de Oldrá darse cuenta de la precaria propuesta del anfitrión. El Lobo no sólo no pudo manejar el balón, también fracasó en el intento de “arrinconar” al rival cerca del arquero Roffo.
Lo observado hizo recordar, por errores y carencias, a los peores momentos de la reciente etapa de Diego Flores como entrenador.
VENCER AL PESIMISMO SERÁ LA GRAN BATALLA QUE DEBERÁ GANAR
Sin Hurtado por varias fechas y con el mercado de pases todavía abierto, tendrá que tomar decisiones inteligentes. Ayer sembró pesimismo. El plantel no despierta lindas ilusiones; falta jerarquía y la proyección acerca pronósticos nada alentadores.
Orfila generó en la previa de este partido la tranquilidad de que el equipo iba a ser intenso y que a su rival de turno le iba a costar hacerle daño. Tal cosa no sucedió.
Encontrando tremendas limitaciones para sostener la tenencia del balón y severas filtraciones en la retaguardia local, los dirigidos por Daniel Oldrá se movieron tan cómodos como si estuvieran ensayando movimientos en su estadio de Alta Córdoba.
El gol de Alex Luna fue espectacular, pero la libertad que le otorgó Pintado para patear no debe pasarse por alto. No lo encimó. No lo marcó. ¡No lo incomodó! Sólo lo observó a dos metros de distancia. Eso no es dar mucha ventaja. Eso no es un error grave. Eso es “jugar con fuego y terminar internado en el instituto del quemado”; es apostar todo a que el ejecutante del otro equipo sea ineficaz o tenga demasiada mala fortuna.
La primera fecha derivó en las peores sensaciones. De local y ante un rival que está lejísimo de poder considerarse como uno de los más poderosos, Gimnasia “hizo agua” por todos lados y, si no hubiese sido por Insfrán, hubiera perdido por una diferencia mayor.
A Orfila no le queda otra que seguir probando opciones y ajustando aspectos básicos de un funcionamiento desnudo de aciertos. Manuel Panaro mostró un atrevimiento criterioso y saludable. Debiera tenerlo en cuenta para convertirlo en titular.
Los dirigentes, por su parte, tendrán que elegir: ¿Traerán otro delantero o se limitarán a esperar una brisa de buena suerte?
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