Hace 135 años se produjo la llamada Revolución del Parque
| 26 de Julio de 2025 | 07:13

En la historia política argentina, pocos acontecimientos han tenido la trascendencia y el impacto que la Revolución del Parque de 1890. Este levantamiento cívico-militar, que se gestó en un clima de crisis económica, corrupción y autoritarismo, no solo intentó derrocar al presidente Miguel Juárez Celman, sino que también sembró las bases para una transformación profunda del sistema político nacional.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, Argentina vivió un auge económico basado en la exportación agrícola y la llegada masiva de capitales extranjeros. La llamada "década del oro" trajo prosperidad, crecimiento demográfico y desarrollo urbano, especialmente en Buenos Aires. Sin embargo, esta bonanza estuvo acompañada por prácticas políticas cuestionables, como el fraude electoral sistemático y la concentración del poder en manos del Partido Autonomista Nacional (PAN), que gobernaba el país desde 1874. La alternancia política era prácticamente inexistente.
Miguel Juárez Celman, presidente desde 1886 y yerno del expresidente Julio Argentino Roca, ejerció un gobierno conocido como "unicato" debido a su autoritarismo y su control absoluto tanto del Estado como del partido gobernante. Su administración se caracterizó por la corrupción, el nepotismo y la falta de transparencia, lo que generó un creciente rechazo incluso dentro de las propias filas del PAN.
La crisis económica comenzó a gestarse con la descontrolada emisión de moneda, el endeudamiento externo y la especulación financiera. El gobierno estimuló la inversión extranjera y la construcción de infraestructura, pero también fomentó la especulación en la bolsa y la expansión del crédito sin respaldo suficiente. Para 1890, la situación se volvió insostenible: el Estado argentino entró en cesación de pagos, la inflación golpeaba duramente a la población y la corrupción política era rampante. La quiebra de bancos, la caída de la bolsa y la fuga de capitales precipitaron una crisis financiera que afectó a todos los sectores sociales.
En este contexto de descontento social y político, surgió un amplio frente opositor que se consolidó en la Unión Cívica, fundada en 1889. Esta agrupación política reunía a sectores diversos: jóvenes activistas, intelectuales, militares disidentes, conservadores desplazados, sectores católicos y profesionales preocupados por la corrupción y la falta de democracia. Entre sus líderes más destacados estaban Leandro Alem, un abogado carismático y orador brillante; Bartolomé Mitre, expresidente y figura histórica; Aristóbulo del Valle, y Francisco Barroetaveña, entre otros.
La Unión Cívica propuso un programa de reformas que incluía la lucha contra el fraude electoral, la transparencia en la administración pública, la descentralización del poder y la defensa de las instituciones democráticas. Sin embargo, ante la negativa del gobierno a aceptar cualquier cambio, la oposición decidió pasar a la acción directa.
La Revolución del Parque comenzó en la madrugada del 26 de julio de 1890 con la toma del Parque de Artillería en Buenos Aires, un punto estratégico para controlar la ciudad. Más de 3,000 milicianos, en su mayoría civiles armados y algunos militares desertores, participaron en el levantamiento. Los revolucionarios usaron boinas blancas como símbolo distintivo y establecieron una Junta Revolucionaria encabezada por Alem y Mitre. El general Manuel J. Campos aportó apoyo militar clave, y participaron también futuros protagonistas de la política argentina, como Hipólito Yrigoyen y Juan B. Justo.
Combates
Durante tres días, Buenos Aires fue escenario de violentos combates entre revolucionarios y fuerzas leales al gobierno. Las calles se convirtieron en campos de batalla, con artillería, fusiles y barricadas improvisadas. El número de muertos y heridos fue significativo, aunque las cifras exactas varían según las fuentes; se estima que entre 150 y 300 personas murieron y más de mil resultaron heridas. La población civil vivió momentos de gran tensión y miedo, mientras la prensa independiente difundía la noticia y la opinión pública se dividía.
La falta de municiones, la escasa preparación militar de muchos insurgentes y la llegada de refuerzos gubernamentales provenientes del interior del país precipitaron la rendición de los revolucionarios el 29 de julio. La capitulación se firmó en el Palacio Miró, poniendo fin a la lucha armada. A pesar de la derrota militar, la revolución tuvo un efecto político inmediato y contundente.
La presión popular y política generada por la revuelta fue tal que el presidente Juárez Celman presentó su renuncia el 6 de agosto de 1890. Su vicepresidente, Carlos Pellegrini, asumió la presidencia con la difícil tarea de estabilizar la economía y pacificar el país. Pellegrini implementó medidas de austeridad, reorganizó la deuda externa y promovió reformas que ayudaron a superar la crisis financiera.
La Unión Cívica, por su parte, se fracturó en dos sectores tras la revolución. La Unión Cívica Nacional, que aceptó pactar con el régimen conservador para participar en el sistema político, y la Unión Cívica Radical, liderada por Leandro Alem, que rechazó todo acuerdo y buscó un cambio profundo en el sistema político y social argentino. Esta última agrupación se convertiría en el partido político más antiguo del país y alcanzaría el poder en 1916 con la elección de Hipólito Yrigoyen.
Cronología en La Plata
En La Plata, la noticia de la revolución circuló desde las primeras horas. La agitación fue violentísima. El movimiento general del comercio fue completamente interrumpido. Las casas de negocio permanecieron con las puertas entornadas y en las primeras horas de la noche cerró la mayoría. Los comerciantes aprovecharon para elevar el precio de los artículos de primera necesidad. Por disposición del ministro de Gobierno quedó prohibida la publicación de diarios y boletines en toda la provincia.
Las calles presentaban un aspecto desusado, totalmente desiertas, sólo eran recorridas por patrullas y algún que otro licenciado del servicio. Así pasaron el 26, el 27 y el 28.
El martes 29 la población vivió en un sobresalto continuo esperando el resultado de los sucesos trascendentales que se vivían.
Para las tres de la tarde estaba convocada la Unión Cívica a fin de tomar las resoluciones que el caso imponía. Hubo notable aglomeración en las inmediaciones de su local, calle 7 Nº 781. El Gobierno actuó en forma drástica. Varios batallones marcharon sobre la plaza de la Legislatura y los piquetes que prestaban servicios en las cárceles departamentales, a las órdenes del comandante Vega, se colocaron apoyando la espalda sobre el Banco Hipotecario — hoy Universidad Nacional — dando frente a la sede de la Unión Cívica. Después que los guardias dejados en el trayecto despejaron la calle 7 hasta la altura de 50, desalojaron el comité. Simultáneamente otras fuerzas tomaron posesión de los alrededores de la Legislatura y un destacamento se tendía en línea de batalla en la esquina de 51 y 8. La gente se dispersaba corriendo en todas direcciones.*
* El diario El Día no pudo publicarse desde el 28 al 31 de julio por la prohibición de distribuir diarios del gobierno de la provincia. El 1 de agosto el diario El Día reapareció y dio cuenta de los hechos
El movimiento general del comercio en La Plata fue completamente interrumpido desde que circularon las primeras noticias de la revolución. La mayor parte de las casas de negocio han permanecido con las puertas entornadas durante las horas del día. Por la noche todo estaba cerrado: las calles presentaban un aspecto imponente. Completamente desiertas solo eran recorridas por las patrullas y alguno que otro licenciado. Era difícil encontrar un coche de alquiler principalmente después de las siete de la noche.
El lunes por la noche partieron a la capital federal el cuerpo de bomberos a las órdenes del comandante Tolosa y dos batallones de vigilantes de esta ciudad. Llegaron a la estación Constitución y evitando los cantones que había establecidos en el camino, llegaron al palacio del departamento de policía. Allí fueron atacados por algunas fuerzas del 5º de línea y particulares los que fueron rechazados tomándoseles un oficial, seis soldados y varios ciudadanos prisioneros. Las tropas de la Provincia no tuvieron pérdida alguna.
La agitación que reinaba en la población hacía presumir el desarrollo de algún suceso verdaderamente notable. Grandes grupos de gente permanecían estacionados en los puntos más céntricos, sobre todo en el trayecto comprendido desde la calle 50 hasta la 47. Todos comentaban los sucesos y se repartían las noticias, abultándolas o limitándolas a libertad.
Durante todo el día martes la población ha vivido en un sobresalto continuo esperando el desarrollo de sucesos trascendentales. Para las 3 p.m. del indicado día estaba convocada la Unión Cívica, a fin de tomar las resoluciones que creyera del caso.
Con este motivo era notable la aglomeración de gente en las inmediaciones del local que, como es sabido se encuentra instalado en la que 7 al lado de las oficinas de La Nación. A la hora indicada el movimiento general de las fuerzas del gobierno de la Provincia fue mayor y más activo.
Varios batallones marcharon sobre la plaza de la Legislatura y los piquetes de destacamento que prestan servicios en las cárceles departamentales, a las órdenes del Comandante Vega colocáronse apoyando la espalda sobre el Banco Hipotecario y dando frente a la Unión Cívica, que fue completamente desalojada después que las guardias dejadas en el trayecto habían barrido toda la calle 7 hasta la altura de la 50.
Simultáneamente otras fuerzas tomaban posesiones en los alrededores de la Legislatura y un destacamento se tendía en línea de batalla en la esquina de las calles 51 y 8. La gente corría en todas direcciones, pues se temía lo que todos pueden suponer.
Momentos antes circuló la noticia de que había arribado a Río Santiago un buque de la revolución y aun se agregaba que venían fuerzas por tierra y hasta circuló la grave nueva de que se esperaba por momentos que fuese bombardeada la policía, donde como es sabido se había concentrado el gobierno. Felizmente nada de esto ha ocurrido y todo ha pasado en más o menos agitación.
"Para aumentar la violenta expectativa en que nos encontrábamos todos, se oía claro y preciso un cañoneo continuado. Era, según se ha sabido después, la escuadra de la revolución que hacía fuego sobre algunas posesiones del gobierno nacional en la capital federal", de decía.
"Según los datos que tenemos parece que Buenos Aires no ha sufrido tantos estragos como era de suponer después de haber pasado cinco largos días bajo la acción de un bombardeo que era interrumpido por momentos para iniciarse nuevamente más vivo y más sostenido. Algunas balas de la Maipú que habla fondeando frente á Catalinas, han alcanzado hasta el Once de Setiembre Anteayer amanecimos bajo la influencia de nuevos y trascendentales sucesos. Había sido pactada la paz!", se reportaba.
Completamente tranquilo, el comercio abrió sus puertas, menos los establecimientos bancarios. Decirse puede que la animación renació simultáneamente y sin embargo en el elemento verdaderamente popular se notaba anteayer algún malestar.
En la policía hubo durante la noche un movimiento animado y el servicio urbano no fue rehabilitado como había sido anunciado. Durante la noche la población volvió a adquirir el mismo aspecto imponente de los días anteriores. Corrían rumores contradictorios y algunos de ellos alarmantes, llegando algunos hasta afirmar que la policía incomunicada telegráficamente con algunos pueblos del Norte de la provincia. "Nos ha sido imposible averiguar la verdad; pero todo nos hace creer que no ha habido nada de grave", de indicaba por aquellos días.
"Las policías de campaña que fueron reconcentradas en esta ciudad en los primeros momentos de la agitación han regresado, en su mayor parte a sus destinos.
Lo que mas nos ha llamado la atención y debe llenarnos á todos de legítima satisfacción, es el orden que ha reinado en todas partes, lo que es, después de todo, la más alta revelación de los buenos hábitos que vamos adquiriendo. La provincia ha manteniéndose tranquila en medio de los gravísimos sucesos que se desarrollaban", comentaban autoridades.
Derrota militar y victoria política
Si bien militarmente la revolución había sido derrotada, el presidente Juárez Celman renunció a la presidencia el 6 de agosto de 1890, la cual fue aceptada por una amplia mayoría. Al día siguiente asumió la presidencia Carlos Pellegrini, que convocó a elecciones libres en la ciudad de Buenos Aires y son electos senadores Aristóbulo del Valle y Leandro M Alem.
Se iniciaba de esa manera un proceso que culminó con la convocatoria a elecciones en 1916 en las que el voto será secreto y obligatorio.
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