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Febo asoma, ya sus rayos

iluminan el histórico convento.

Tras los muros, sordos ruidos,

oír se deja de corceles y de acero.

Son las huestes que prepara

San Martín para luchar en San Lorenzo.

El clarín estridente sonó

y la voz del gran jefe:

¡A la carga! Ordenó.

 

Avanza el enemigo

a paso redoblado,

al viento desplegado

su rojo pabellón.

Al viento desplegado

su rojo pabellón.

Y nuestros granaderos,

aliados de la gloria,

inscriben en la historia

su página mejor.

Inscriben en la historia

su página mejor.

 

Cabral, soldado heroico,

 

cubriéndose de gloria,

cual precio a la victoria,

su vida rinde, haciéndose inmortal.

 

Y allí, salvó su arrojo

la libertad naciente

de medio Continente.

¡Honor, honor al gran Cabral!

 

Cabral, soldado heroico,

cubriéndose de gloria,

cual precio a la victoria,

su vida rinde, haciéndose inmortal.

 

Y allí, salvó su arrojo

la libertad naciente

de medio Continente.

¡Honor, honor al gran Cabral!

 

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