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Séptimo Día |ESTO QUE PASA

Las cosas serán diferentes

Por PEPE ELIASCHEV

Las cosas serán diferentes

Pinky presidió una sesión cargada de matices y tensiones en la Cámara de Diputados

6 de Diciembre de 2009 | 00:00
Fue una jornada afortunada para la República Argentina la del jueves último. Contra las previsiones más apocalípticas, la Cámara de Diputados consumó de modo civilizado y sin problemas el cambio de autoridades pendiente desde la madrugada de 29 de junio. Esta vez, Néstor Kirchner paladeó la amarga hiel del contraste.

Episodio de sustancial proyección: desde que en 2005 capitalizó sus taquilleros primeros dos años en el poder, el kirchnerismo remó contra la corriente. Y perdió. No es una derrota rimbombante y no afecta en nada la mentada y cacareada "gobernabilidad". Es un punto de inflexión que configura un nuevo escenario para la segunda mitad del mandato de Cristina Kirchner. Estos dos años serán el remate del verdadero periodo: a la Argentina le falta atravesar solo la quinta parte del total del ciclo que será recordado con la letra K.

Una enorme lección práctica debió procesar el oficialismo, al tener que someterse a un nuevo esquema de gestión del poder. Lo que es cotidiano y convencional en toda democracia madura, es especialmente espinoso para el justicialismo y singularmente traumático para el kirchnerismo, que ya lleva gobernando 22 años ininterrumpidos, desde que el ahora diputado se encaramó en la intendencia de Río Gallegos y nunca más se deshizo de las palancas de un poder público.

HISTÓRICO

En los cuerpos colegiados no tiene vigencia el sistema de mando unipersonal. Todos los bloques cuyo denominador común es su diferenciación del Gobierno sentaron a 149 diputados en las bancas. Con 129 tenían quórum propio, pero volcaron en el recinto 20 diputados más. Este jueves 3 de diciembre se efectivizó, así, lo que las elecciones habían revelado el ya remoto 28 de junio; la Argentina es gobernada hoy por una minoría de su ciudadanía y así lo patentizó lo que aconteció en la cámara de los representantes del pueblo, la de Diputados.

Al quedar en minoría en las 45 comisiones permanentes que son el alma verdadera del trabajo parlamentario, el kirchnerismo se debe reformatear por completo. Culmina un largo y pesado ciclo del Congreso como notaría sin peso ni incidencia.

Lo sustancial del período que termina es que durante su desarrollo, Néstor Kirchner ratificó que desmerecerlo o subestimarlo políticamente es un grave error. Es un formidable conductor táctico de su tropa. Los 127 días que median entre la derrota electoral del 28 de junio y la nueva conducción de la Cámara electa el 3 de diciembre, le permitieron al santacruceño que ahora representa a la provincia de Buenos Aires maximizar de manera colosal su situación. Otro hubiese sido el cantar si se hubiera votado, como lo estipulaba la ley de 2006 que él mismo propuso y consiguió promulgar, el 28 de octubre. Claro, sus dotes sobresalen al precio de dañar severamente a las instituciones.

En estos cuatro meses, Kirchner consiguió todo lo que necesitaba: la ley "de medios" (control inminente y muy fehaciente sobre contenidos y estructura del universo periodístico), la emergencia económica hasta fines de 2011 (manejo discrecional de los recursos al margen del Congreso) y una reforma electoral que al instalar unas internas compulsivas pretende aniquilar al peronismo federal y hacerle daño a quienes lo personifican (Duhalde, De Narváez, Solá, entre otros).

OPOSICION

Las fuerzas opositoras se manejaron, en esencia, con una dominante cuota de cordura. Titular de 87 de las 257 bancas de la Cámara Baja (33,85%), el kirchnerista Frente para la Victoria sigue mereciendo la presidencia del cuerpo, que recae nuevamente en el jujeño Eduardo Fellner. Ninguno de los bloques opositores llegó a pensar seriamente que podía quedarse con ese lugar, aunque el justicialismo demostró en 2001 que no piensa de la misma manera. Semanas antes del derrumbe del gobierno de la Alianza, pusieron a Ramón Puerta al frente del Senado, una movida de peligrosidad infinitamente superior. Fugado de la vicepresidencia en 2000 el actual emisario de Kirchner en Montevideo, Carlos Chacho Álvarez, Puerta era en noviembre de 2001 el reemplazante natural en caso de que Fernando de la Rúa se viera impedido de ejercer la primera magistratura. En aquel entonces, la cháchara sobre la "gobernabilidad" no seducía a los herederos de Juan Perón.

La oposición lleva ahora a Ricardo Alfonsín a la vicepresidencia 1ª de la Cámara, una decisión natural. Con 44 diputados, la Unión Cívica Radical es el segundo bloque del cuerpo, como sucede también en el Senado.

Los kirchneristas cuentan con una masa de "aliados" de 17 diputados y confían en que los cuatro de centro izquierda más cercanos a la Casa Rosada se queden cerca. No les alcanza, sin embargo, y por eso el bienio 2010-2012 será especialmente intenso y apasionante. Ha terminado el anti democrático aburrimiento de una hegemonía blindada.

El panorama opositor, visiblemente fortalecido tras la evidente victoria política de esta semana, tampoco es sencillo y es necio proyectar aritméticamente una continuidad triunfal a partir de ahora.

A los 44 radicales, se deben asociar los 19 diputados de la Coalición Cívica, cinco del partido GEN de Margarita Stolbizer, tres del juecismo cordobés y seis del socialismo. Este piso de 77 votos del espacio ungido en junio como Acuerdo Cívico y Social, contará en la casi totalidad de la agenda legislativa con el acompañamiento de los 13 diputados de PRO, el partido de Macri. Se llega así a un piso opositor no peronista de 90 diputados.

En este punto, entran a terciar dos espacios sobre los que el kirchnerismo trabajará con enjundia y efectividades conducentes. El peronismo llamado absurdamente "disidente" es una trinchera donde hoy se amuchan nada menos que 41 diputados. La centro izquierda autónoma apila ahora diez bancas propias (incluyendo prima-donnas como Pino Solanas y Miguel Bonasso). En ese medio centenar de legisladores habrá de cocinarse el desenlace de variadas iniciativas políticas.

MODIFICACIONES

Se abre, así, una temporada de mucha riqueza política, en la cual el oficialismo deberá acondicionar su hábito de gobernar sin interdicciones ni límites, aunque estos seis años y medio en las riendas del poder más total le han dado a los Kirchner unos recursos y una ocupación del aparato del Estado muchísimo más contundentes que su hoy mediocre capital parlamentario.

Por eso, no sorprende que el revitalizado radicalismo celebre su nueva tónica. Al finalizar su estratégico periodo al frente de la UCR, Gerardo Morales puntualizó que la de esta semana fue "la primera derrota del kirchnerismo y en la cara del Néstor" y que "sin lugar a dudas, la oposición vino a ponerle límites al poder desmedido de Néstor Kirchner. La gente nos votó para poner fin a sus abusos".

De cara a 2011, para Morales el radicalismo es "una fuerza política potente y con territorialidad y por eso entre las luchas que se vienen debemos poner en el centro la cuestión federal".

Este Congreso, cuyo manejo discrecional acaba de perder el kirchnerismo, es la consecuencia de la derrota oficialista de junio en los principales territorios provinciales y ciudades argentinas. Ha prolongado su ejercicio vertical del poder administrativo a partir de su siempre inestable (y estratégico) control del Gran Buenos Aires y mediante la explícita sociedad con Hugo Moyano y la CGT.

PERSPECTIVAS

¿Puede este compacto de intereses y mecanismos seguir conduciendo de manera unilateral al país a partir de ahora? No hay una sola respuesta. La Argentina viviría asombrosa epifanía democrática si la obligación kirchnerista de tener ahora que hacer justamente lo que odia (acordar, negociar, consensuar), termina enriqueciendo la gobernabilidad de esta nación al configurar un sistema mas civil, armónico y ¿por que no? más cordial.

Se llega así al 10 de diciembre en el exacto punto de inflexión de una etapa de significados nuevos. El oficialismo empezará a experimentar después del verano un fuerte síndrome de abstinencia ante la muerte natural del unilateralismo, mientras que las fuerzas políticas que no ejercen el poder deberán organizar planteos, soluciones y factibilidades que le aseguren a la Argentina un aterrizaje sereno en las indispensables playas de la alternancia, cuando así lo dispongan los plazos constitucionales, ni un segundo antes.

Faltan casi 730 días para el 10 de diciembre de 2011. Aunque afectado y en retroceso, Kirchner no es un muerto político, ni mucho menos. Para la oposición sería inteligente tener esto en cuenta.


www.pepeeliaschev.com

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