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Séptimo Día |LA PROVINCIA

Kirchner 1, Legislatura 0

Por MARISA ALVAREZ

Kirchner 1, Legislatura 0

La Legislatura, escenario de una semana de fuertes tironeos y definiciones. Juraron los nuevos diputados

6 de Diciembre de 2009 | 00:00
El jueves pasado, según los analistas, Néstor Kirchner era derrotado en el Congreso, al imponer la oposición un reparto de los cargos de conducción de la Cámara de Diputados que había sido acordado con el oficialismo pero que el ex Presidente, en el mismo momento en que juraba como integrante de esa Cámara, ordenaba que no se suscribiera. Sin embargo, ese mismo día Kirchner ganaba una batalla en la Legislatura bonaerense, donde se aprobaba una ley tal y como él la pedía, a costa de cambiar un proyecto que impulsaba el propio oficialismo provincial.
abre comillasEl secretario legal y técnico de la Presidencia de la Nación, Carlos Zannini, redactó de su puño y letra la cláusula de la simultaneidad de las internascierra comillas


El eje de la discordia fue un nuevo sistema de internas partidarias para la elección de candidatos a cargo provinciales (gobernador, intendentes, etc.). Elaborado por un grupo de dirigentes del PJ oficialista encabezado por el vicepresidente del Senado, Federico Scarabino, y con el presidente de ese cuerpo, el vicegobernador Alberto Balestrini, como uno de sus más vehementes impulsores, el proyecto era casi idéntico al que impulsó la Casa Rosada para los cargos nacionales (presidente, entre otros) y fue sancionado en la semana que pasó.

Sobre la fecha de realización de esas internas, el proyecto no especificaba nada. Y los especialistas coincidían en que no había aspectos del sistema que obligaran a que fueran simultáneas a las internas nacionales ni tampoco en fechas separadas. Pero algunos de sus impulsores salieron a proclamar a los cuatro vientos que aspectos técnicos de los comicios bonaerenses iban a obligar a separar ambas internas. Era, claro, como decir que los oficialistas de la Provincia se aseguraban con ese sistema que no iban a tener que jugar con Kirchner en las primarias -o juntar coraje para enfrentarlo- si éste realmente decidiera ser candidato a presidente.

A comienzos de esta semana, cuando el Senado ya había aprobado el proyecto, Kirchner se enteró de la presunta jugarreta en su contra y montó un frenético operativo para desarmarla. Llamó al gobernador Scioli, a Balestrini y puso a dos de los ministros nacionales de extracción bonarense, Florencio Randazzo y Julián Domínguez, a trabajar para que en Diputados -que se disponía a sancionar, en horas, la iniciativa sin cambios- se introdujera una cláusula que estableciera que las internas de la Provincia debían efectuarse junto con las nacionales.

La tropa del PJ-FpV de Diputados se rindió en un minuto. El hombre de Kirchner en cuestiones de técnica jurídica, Carlos Zannini, redactó de su puño y letra la cláusula de la simultaneidad. Y el jueves, mientras el ex Presidente juraba en el Congreso, los diputados bonaerenses aprobaban un sistema de internas partidarias para la Provincia exactamente como lo había pedido Kirchner.

Pero como el proyecto tiene que ser tratado otra vez por el Senado, por los cambios efectuados en Diputados, Kirchner enfocó también sus cañones hacia la Cámara Alta. Y encontró así al ministro de Asuntos Agrarios de Scioli, Ariel Franetovich, que hasta entonces libraba una solitaria pelea contra el oficialismo del Senado.

Ocurre que el Senado cambió su reglamento y prohibió las licencias de sus miembros para ser funcionarios de ámbitos ejecutivos cuando Franetovich ya era senador provincial electo y ministro. El hombre, entonces, pretende que se aplique en su caso el viejo reglamento, asumir como legislador y que se le dé una licencia para seguir en el gabinete de Scioli. Balestrini ya dijo públicamente que no se la otorgará y Franetovich -un soldado de Randazzo- anunció que iría a la Justicia a ver quién tiene razón.

Y en eso estaban Balestrini y Franetovich cuando Kirchner inició el operativo para que el Senado sancione la ley de internas con cláusula de simultaneidad. Y así, aunque se encaminaba a una derrota en el Congreso y operaba a cuatro manos en el intento de evitarla, el ex Presidente tuvo tiempo el jueves para invitar a Franetovich a su jura, encontrarlo en la vereda del Parlamento, sacarse una foto con él y disponer que fuera distribuida a los medios.

A esta altura, el oficialismo está envuelto en llamas. En el Senado se declaran furiosos con medio mundo. Con los diputados, porque votaron la "ley Kirchner" de internas. Con Randazzo, porque "echa leña al fuego" con el asunto Franetovich. Con Scioli, por "no haber frenado a su ministro y permitir que llegara a semejante nivel de conflicto" con el Senado. Con el intendente de Tigre, Sergio Massa, a quien acusan de haberse ocupado de que el ex Presidente creyera que el proyecto original de internas era una jugarreta en su contra. Y algunos ministros de la Provincia comparten esas críticas y esas broncas.

Sin embargo, Balestrini y el grueso de los senadores oficialistas ya habrían decidido votar ellos también la "ley Kirchner", aunque no es el caso de Scarabino, que en la mañana del viernes anticipó su intención de renunciar a la vicepresidencia de la Cámara si la norma de la discordia se aprueba en ese ámbito.

Un párrafo aparte merece la actuación, en la última semana, de la oposición en la Cámara de Diputados bonaerense, donde ya -antes del recambio- suma mayoría. No hay dudas de que en esa situación de dominio, debe aportar a la gobernabilidad, apoyando leyes imprescindibles para el Ejecutivo.

Pero es inquietante que radicales, felipistas, denarvaístas, el macrismo, el ARI de Carrió y el cobismo (todos menos el bloque de Stolbizer) se hayan puesto de acuerdo con el oficialismo para aumentar la cantidad de legisladores de la Provincia y de directores del Banco Provincia; medida ésta última que no surgió, que se sepa, de ningún estudio que diga que no alcanzan. Y que todos menos el Gen, el ARI y el PRO, hayan respaldado una reforma electoral que, aunque contenga algunas disposiciones saludables, deja a la Provincia sin autonomía para decidir, siquiera, la fecha de sus internas partidarias, y que dejó para mejor oportunidad aspectos electorales que sí irritan a la sociedad, como las inconcebibles listas sábanas.

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