El Pata Castro, autor del gol de Gimnasia, salta más y llega antes que Federico Domínguez
Fue un Lobo desdentado ante un Bichito molesto y confianzudo que se animó a desplegar todo su arsenal de habilidades. El 3-1 final con que Argentinos superó a Gimnasia marcó justas diferencias entre un equipo que salió desde el vamos a luchar por la punta del Clausura y otro que no estaba demasiado
-por no decir nada- convencido que podía alcanzar un buen resultado en las diminutas dimensiones del Estadio Diego Armando Maradona. Como corolario de dicho resultado, el conjunto del Bichi Borghi sigue prendido en la pelea con Estudiantes, mientras que el de Diego Cocca reservó un boleto para la promoción, ya que las diferencias con Racing se estiraron demasiado.
De movida se pudo vislumbrar lo que ocurriría en el resto del encuentro. Argentinos, conociendo cada milímetro del campo de juego, dio una lección de simpleza y efectividad a aquellos que piensan que es difícil jugar la pelota al piso en una cancha tan angosta.
Con Juan Mercier como cerebro central en el medio, y acompañantes de lujo como Gustavo Oberman, Facundo Coria y el intratable Ismael Sosa, Argentinos comenzó a maltratar a Pablo Bangardino, que rápidamente demostró que tendría una muy buena tarde y que en definitiva sería el encargado de mantener al Lobo en partido hasta los últimos minutos de juego.
Gustavo Oberman, Gonzalo Prósperi e Ismael Sosa probaron en los primeros 20 minutos al reemplazante del Gato Sessa, y este dejó en claro que bajo los tres palos responde a la perfección.
Por ello el Bichito tuvo que aguardar hasta el minuto 25, cuando Iriarte bajó dentro del área a Sosa y el árbitro Diego Abal pitó sin dudar la pena máxima. Allí los reflejos del arquero mens sana no alcanzaron. Bangardino se la jugó a su izquierda y el disparo de Ortigoza fue violento y con rosca hacia el otro sector: inatajable.
El 1-0 en contra no despertó al Lobo. Es más, lo apichonó aun más. Dio la sensación que Gimnasia comenzó a respetar aún más a su rival, quien continuó dando lecciones de juego asociado y fabricar espacios en donde no los hay.
Otra vez Bangardino fue fundamental para mantener al Lobo a tiro del empate tapándole un minuto después del gol un remate a Ismael Sosa que parecía llevar destino de red.
Sobre el final de la primera etapa, la torpeza albiazul quedó en evidencia cuando tras mucho germinar, nació una jugada por el sector izquierdo, llegó el centro hacia atrás y el Chino Vizcarra "comenzó a pedir el cambio" pifiando el remate solo frente al arco.
En el complemento, Gimnasia, urgido por el resultado, salió decidido a jugar unos metros más adelantado y desnudó algunas falencias defensivas del local con un disparo desde fuera del área de Ormeño que contuvo Peric y un cabezazo de Agüero que se perdió por sobre el horizontal.
Argentinos, con mayores espacios, hizo que Bangardino anduviera a los revolcones para contener un cabezazo de Sosa a los 10 minutos y luego sacar al córner un disparo franco de Oberman.
Pero en el momento menos pensado, sobre los 22 minutos, el arquero Peric no pudo contener un remate de media distancia de Gastón Casas, dio rebote y el recién ingresado Lucas Castro solo debió empujarla para anotar el empate.
No era justo pero al Lobo le caía como anillo al dedo. Solo había que ajustar las marcas y animarse a ir por más. Pero ello no ocurrió: Argentinos avanzó por la derecha, se metió paralelo a la línea de fondo dentro del área y tras un centro rasante, Ismael Sosa puso el rápido 2-1. Fue un verdadero golpe de nocaut para el Lobo, que buscó con el ingreso de Navarro tratar de copar el área local, pero se encontró con todos los caminos cerrados y dejó abierto el de la contra local.
Justamente sobre los 42 minutos Sosa metió una asistencia perfecta para Raymonda en una contra y este se fue solo a enfrentar a Bangardino, quien buscó atorarlo pero no pudo impedir la muy buena definición del volante para el lapidario 3-1.
Gimnasia nunca estuvo convencido de que podía traerse un triunfo de La Paternal, por lo que sucedió lo que tenía que pasar: perdió.
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