Momento en el que Fernando Tauber firma el acta como nuevo presidente de la Universidad
En el marco de un acto que brilló por su sencillez, y ante la presencia de más de 500 personas, Fernando Tauber asumió ayer la presidencia de la Universidad Nacional de La Plata hasta el 2014.
Nuestra universidad debe tratar de ser cada vez más científica y, a la vez, más comprometida socialmente
Poco antes de las diez de la mañana, hora programada para el inicio del evento, el salón del consejo superior estaba repleto. Cuando el vicepresidente Raúl Perdomo dio el puntapié inicial -a las 10:30-, los asistentes abarrotaban los pasillos del primer piso del rectorado.
Los decanos de Medicina, Ingeniería, Derecho, Informática, Periodismo, Psicología, Humanidades, Económicas y el Observatorio se ubicaron cerca de las primeras filas, junto a autoridades de la UNLP. El clima era relajado y no faltaron las bromas entre ellos.
Los decanos de Exactas y Trabajo Social, entre otros, se apostaron en el pasillo.
Poco antes de hacerse presente en el salón, Tauber estuvo reunido con el intendente de La Plata, Pablo Bruera, y otros funcionarios y legisladores, pero el jefe comunal no pudo quedarse al acto.
Quienes sí lo hicieron fueron el director de Escuelas de la Provincia, Mario Oporto, el ex decano de Bellas Artes y actual subsecretario de Educación bonaerense, Daniel Belinche y el presidente del IOMA, Antonio La Scaleia, junto a distintas autoridades provinciales y nacionales.
BROMAS Y DISCURSOSe entonó el himno nacional. Acto seguido, tras la actuación del cuarteto de cuerdas de la UNLP, que interpretó una obra de Piazzolla, Tauber entregó a su predecesor en el cargo y actual decano de Arquitectura, Gustavo Azpiazu, una medalla recordatoria "en agradecimiento y homenaje por los seis años de gestión". En ese momento recordó los obsequios que solía hacer el presidente saliente: "siempre eran libros, que seguramente le habían regalado a él", bromeó.
Luego hizo mención al orgullo de asumir en el consejo superior y en un clima tan ameno. "No me hago muchas ilusiones de que siempre sea así", dijo, y desató más risas.
Llegó el momento del discurso. Cinco carillas en las que expuso los ejes de su gestión. Y su pensamiento puro y duro. Como que la educación tiene que ser permanente. "Las universidades son instituciones que deben contribuir a brindar educación para todos y a lo largo de toda la vida", señaló.
Contradijo de plano el academicismo: "nuestra universidad debe tratar de ser cada vez más científica y, a la vez, más comprometida socialmente (...) No sólo debe desarrollar un proyecto académico, debe fortalecerse como un proyecto sociopolítico con capacidad de impulsar el cambio y asumir una actitud de liderazgo de ese cambio", enfatizó.
Puso a los estudiantes "en el primer plano" de las preocupaciones "en la perspectiva de una educación a lo largo de toda la vida", insistió. Para Tauber, ese concepto es central. Como también el de aumentar y retener a los alumnos. En ese sentido subrayó que "(se debe) avanzar en el control de la deserción por causales externas (socioeconómicas); propias del sistema, como las devenidas de la masividad, de la insuficiencia de becas, de los sistemas de ingreso, de la orientación vocacional y del ambiente educativo; de causales académicas, como la formación previa, la escasa expectativa laboral y la falta de apoyo...".
No dejó pasar el tema del presupuesto. Dedicó párrafos especiales a la extensión. Y, además, apuntó a otro eje de gestión: la articulación con el nivel medio. Habló de políticas para facilitar el tránsito a la educación superior. Justo frente a él, estaba Mario Oporto.
RESPONSABILIDAD“Ya no es suficiente abrir las puertas de la universidad para ofrecer lo que sabemos hacer; hoy la universidad debe hacer lo que es necesario. (Debe) asumir con firmeza su responsabilidad social, en particular sus actividades para erradicar la pobreza, la violencia, el hambre, el deterioro del medio ambiente”.
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