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El Mundo |NUEVA ERA EN LA IGLESIA CATOLICA

Una multitud emocionada para celebrar la asunción del Papa

La Plaza de San Pedro fue colmada de fieles, entre ellos muchos argentinos

20 de Marzo de 2013 | 00:00

CIUDAD DEL VATICANO.- Miles de peregrinos y representantes de más de 130 países de todo el mundo asistieron ayer a la misa de inicio de pontificado de Francisco en una Plaza de San Pedro del Vaticano repleta de banderas internacionales, principalmente latinoamericanas y argentinas.

Roma, que en estas fechas del año comienza a recibir las primeras oleadas turísticas, ha albergado, con motivo del comienzo del papado de Francisco, a miles de peregrinos y a jefes de Estado y delegaciones de todo el mundo.

Pese a que la ceremonia estaba programada para las 9.30 hora local (5:30 en Argentina), el miedo a quedarse sin sitio hizo que la llegada de fieles y peregrinos fuera constante desde el alba y, a la hora en que salió el Papa jesuita argentino, la plaza estaba ya repleta de personas que coreaban su nombre y aplaudían a su paso. Los aplausos anunciaron la llegada de Francisco y se le pudo ver recorriendo la plaza a bordo de un jeep, saludando a los congregados, hasta que con un ademán de la mano pidió que se detuviera el vehículo para poder bajar.

“¡Ha bajado, se ha bajado”, gritaban algunos miembros de protección civil italianos.

GESTO IMPACTANTE

El Papa se bajó del vehículo para acercarse a un joven discapacitado sostenido por sus familiares, al que abrazó con gran cariño.

Francisco también bendijo a varios bebés acompañados por sus padres entre la multitud, fiel al estilo cercano que ha venido demostrando desde que fue elegido el pasado día 13. “Es claro, es directo y habla de cosas que la mayoría de las personas hemos pensado en alguna ocasión, por considerarlas justas”, cuenta convencido Ernesto de Ecuador, que ha llegado a Roma para “acompañar a Francisco en un día tan importante”.

Una naturalidad y una sencillez que ya eran sus rasgos definitorios en Buenos Aires, según narró Patricia Daste, una de las peregrinas llegadas a Roma para asistir a la misa de inicio de pontificado.

“Ayer la presidenta Kirchner le regaló un set de mate, así que no me extrañaría verle usándolo”, comenta entre risas con sus compañeros de viaje mientras añade que “el mate es una bebida que se comparte y en ese aspecto tiene mucho que ver con el papel que le toca desempeñar a Bergoglio”.

“Iglesia canta y camina Nosotros con Francisco”, podía leerse en una de las enormes banderas argentinas que ondeaban durante la ceremonia, un lema que, según Fernando, su propietario, corresponde a la consigna que Francisco usaba en su época de cardenal en Buenos Aires.

LA GENTE SE QUEDO

Terminada la misa, la gente permaneció en la Plaza de San Pedro como si no quisiera que terminara una ceremonia que con seguridad no olvidará en su vida.

A pesar que se trata de un viaje largo y caro, fueron numerosos los argentinos que desoyeron al Pontífice -que los invitó a no quedarse en casa y dar a los pobres el dinero que gastarían en el viaje- y corrieron a tomar el primer avión que los trajo a Italia.

Ana María Carvallo, de 39 años, se vino del aeropuerto Fiumicino al Vaticano ya que “no podía perderme esta ceremonia porque yo trabajo en Buenos Aires, en Cáritas, y estuve mucho tiempo muy cerca del Papa”.

“Es una alegría muy grande para Argentina, para América latina y para una que compartió muchas cosas cotidianas con él, así que valió la pena este sacrificio económico y lo decidí de un día para otro”, contó.

“El nos pidió que no viniéramos, que le diéramos la plata a los pobres, pero esta vez no le hice caso y me di este regalo de estar aquí en Europa, donde nunca había estado, y porque sé que no lo podré ver de nuevo por mucho tiempo”, dijo.

“Aquí nos han preguntado si el Papa es así, como se le ha visto en estos días, modesto, sencillo, y yo les digo, si, es así, y más también”, manifestó.

Marcos Ramírez, de 41 años, es de Resistencia en el norte de Argentina. Vive en Milán y llegó hasta el Vaticano con un cartel donde está escrito “La herida sigue abierta”, que “es lo que dijo el papa Francisco cuando era arzobispo de Buenos Aires al volver los soldados de las Malvinas”.

Patricia Dasten, de 50 años, también vino directamente de Buenos Aires: “Quería estar acá porque es una ocasión muy linda para Argentina y para América latina”, argumentó.

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