“La correntada no dejó nada sano e impedía cruzar”

Germán Gómez Bustos estaba desesperado. Parado en la vereda de enfrente de la casa de su mamá, que estaba sola porque su papá se encontraba de viaje. Germán tenía el agua que le pasaba la cintura y quería cruzar la avenida 25, pero la correntada era tan fuerte que no lo dejaba. Todo eso con la incertidumbre de ver la inundación y saber que dentro de esa casa, tapada por el agua, estaba su madre.

Mientras ayer sacaba todos los muebles de madera a la vereda y trataba, como podía, de limpiar cada rincón de la vivienda de 25 entre 64 y 65, Gómez Bustos contó a este diario que “recién a las cuatro de la mañana pude cruzar y llegar hasta casa, mi mamá estaba refugiada arriba de la mesada de la cocina, mirando aterrorizada a su alrededor como el agua había terminado con todo, con el esfuerzo de años, con los recuerdos que tenía guardados. Es muy triste vivir una cosa así y ahora queda el pánico, porque ante cualquier lluvia la gente va a estar muy asustada, y es lógico”.

Ya con todos los muebles afuera, Germán estaba seguro que lo material, a la larga, se recupera, y después de vivir lo que vivió le queda la certeza que “lo más importante que nadie de la familia perdió la vida. Fue muy bravo, tremendo”, expresó a EL DIA.

Tanto Germán como su mamá fueron después ayudados por una chica que vive en 66 y 29, donde la situación fue un poco menos angustiante. Había agua, pero no tanto como en la avenida 25, sostuvo.

INDIGNACIÓN VECINAL

La indignación vecinal en la avenida 25 desde 62 hasta 66 era muy grande. Mientras con una hidrolavadora intentaba limpiar algunas cosas que estaban manchadas con combustible negro, Pablo Palermo contó que “los que más ayudaron acá fueron los seminaristas que están frente al parque Castelli, ellos enseguida salieron a ver que precisábamos, pero del Gobierno nunca vino nadie. Los colchones se arruinaron, al igual que casi todos los muebles. El agua tapó las casas y vivimos una madrugada de terror; ahora no queda otra que tratar de recuperar lo que más se pueda”, dijo.

Lidia López de Becerra, de calle 25 y 64, también tuvo que se rescatada de su casa que quedó cubierta por el enorme río que se formó por la lluvia torrencial: “si no me ayudaban unos vecinos no sé como terminaba la historia; acá nunca nos inundamos así, a lo sumo alguna vez el agua llegó hasta los zócalos en algunas cuadras, pero esto es algo inédito”.

Por último, y mientras las historias de desesperación y pérdidas materiales se repetían en cada vivienda de la 25, algunos vecinos coincidieron en señalar que “no se entiende cómo nos inundamos así. Es que por acá, debajo del pavimento, pasa un caño de enormes dimensiones, pero al parecer los sumideros son muy pequeños y estaban tapados por hojas, quizás eso tenga algo que ver”, concluyeron.