“Me hacía diálisis y se venía abajo el hospital”

ROBERTO ALEJANDRO ACETO CONTÓ EL DRAMÁTICO RELATO SOBRE LA PESADILLA QUE SE VIVIÓ EN EL CENTRO DE SALUD DE 9 Y 35, QUE SUSPENDIÓ TODAS LAS ACTIVIDADES

Roberto Alejandro Aceto fue uno de los pacientes que estaba internado en el Hospital Español cuando se desató el caos ante la inundación del centro de salud y el corte de energía eléctrica que desató el caos dentro del edificio de 9 y 35. “Hace años que hago tratamientos de diálisis en ese hospital y jamás pasé un momento así en mi vida. Fue desesperante ver cómo pedían auxilio los médicos, empleados y autoridades y nadie desde el Estado daba una respuesta”, contó el hombre de 40 años que ayer relató la tremenda experiencia a la que logró sobrevivir.

“Si no murió nadie mientras llovía y se había cortado la luz fue un milagro. Los rumores y versiones corrían como reguero de pólvora, había mucha gente comprometida en áreas críticas y los profesionales no sabían cómo hacer para superar la situación. Los desbordó a todos, como el agua a la Ciudad”, agregó el hombre que quiso dar su versión sobre uno de los hechos más dramáticos que se vivieron en la noche del martes pasado.

PEDIDO DE AUXILIO A LOS GRITOS

“Yo estaba dolorido. Mientras me hacía diálisis se venía abajo el hospital y me daba bronca no poder ayudar en ese momento, después de tanta ayuda que me dio ese centro de salud. Escuchábamos cómo entre el ruido intenso de la lluvia, la corriente de agua turbia que circulaba por la calle, y los truenos los empleados pedían auxilio a gritos para que las autoridades del ministerio de salud de la Provincia, la empresa Edelap, la comunidad y los medios de comunicación. Buscaban una solución, que prácticamente nunca llegó”, agregó el paciente en diálogo con este diario.

Aceto dijo que “estoy solo en esta vida, no tengo familia, pero en el hospital Español me hacen sentir importante y son como una familia. Daba pena ver que pedían auxilio y la voz se perdía en la nada porque nunca los asistieron. Perdieron equipos de alta tecnología que se inundaron en el subsuelo, en la zona del laboratorio, rayos, tomografía, hemodinamia. Además, la obra de ampliación que arrancaron la van a tener que arrancar de nuevo porque la inundación destruyó casi todo lo que habían arrancado. Una pena total que haya pasado esto con un hospital que le da tanto a la Ciudad, y ahora está cerrado”.

Este diario recibió los desesperandos pedidos de los operadores telefónicos del hospital y de las propias autoridades del establecimiento de salud que marcaban el crítico panorama que se vivió entre la noche del martes y el miércoles a la madrugada.

Los traslados de pacientes formaron parte de escenas desgarradoras, con una incesante ayuda de los familiares que pugnaban para que nada malo ocurriera.

Ayer en el hospital había sólo personal de limpieza tratando de poner en condiciones las instalaciones e intentar que en una semana el centro de salud pueda volver a funcionar, aunque no en su total capacidad operativa.

UN MAR DE LAGRIMAS

Aceto dijo que “una vez que pude dejar el hospital y me preguntaron sobre lo que había ocurrido terminé en un mar de lágrimas porque no podía creer cómo semejante estructura se había caído a pedazos con semejante lluvia y la falta de un entrenamiento en emergencias que presenta la Ciudad. Si al hospital le ocurrió esto no quiero pensar lo que vivieron las familias que en plena emergencia también quedaron a la buena de Dios. Esto desnudó numerosas falencias de respuestas en situaciones límites en las que se puso en riesgo decenas de vidas dentro del hospital”.