Tolosa: la desesperación encontró a la solidaridad

LOS JÓVENES FUERON PROTAGONISTAS A LA HORA DE SUMARSE COMO VOLUNTARIOS PARA AYUDAR A LOS DAMNIFICADOS POR EL TEMPORAL

“Sólo salvamos la vida”. Así comenzó el relato de la joven Marlene Pérez, quien ayer a la mañana se encontraba haciendo una de las dos colas que se extendían frente al centro de operaciones de la Cruz Roja de 7 y 523. Había llegado desde 144 y 72 porque se enteró de que ahí entregaban “ropa y agua”. Aunque ella, su marido y sus dos niños perdieron absolutamente todo. “La tormenta arrasó con nuestra casilla y la de mi hermana, que vivía al lado. Ahora estamos en lo de mi suegro, pero no podemos vivir todos allí”, dijo sollozando Marlene. Una historia entre miles. Las de los que se quedaron literalmente sin nada.

Mientras las historias de pérdida y dolor aparecían en boca de cada persona, lo que ayer apareció en toda su dimensión en el Centro Infantil y Juvenil San Martín fue la solidaridad. Vecinos que también habían sufrido las consecuencias de la tormenta y otros que no las padecieron, se acercaban uno tras otro al lugar, le preguntaban a algún voluntario de la Cruz Roja qué podían hacer y, sin más, empezaban a cargar mercadería en micros para llevarla a las escuelas o los barrios. Otros llegaban al club con bolsas cargadas con ropa o alimentos. ¿Dónde hay que dejarla?, preguntaban. Las entregaban y se retiraban. “Todo lo que estamos repartiendo lo trae la gente”, comentó, sin disimular su emoción, un voluntario de la entidad.

Marlene buscaba ropa para su hermosa pequeña de dos años y su bebé de 6 meses al que “casi perdemos; llegó a ponerse todo morado (el martes por la noche), no sabíamos qué hacer y nadie apareció por el barrio para ayudar”, disparó.

ALUVION DE VOLUNTARIOS

Quien sí se acercó ayer para dar una mano fue, entre tantos, Mónica García. “Desde el martes a las 5 de la tarde hasta el miércoles a las nueve de la mañana estuve varada con el auto en 7 y 32. Pero en casa no pasó nada. Y ni bien me enteré de que estaba esto vine a ayudar”, contó la mujer, mientras repartía café y medias lunas junto con una chica. Y fueron precisamente chicas y chicos jóvenes los que más se acercaron al lugar. Como Nahuel Pérez, de la zona de Plaza Moreno, y Lucas, de Plaza Italia. “Se hace lo mejor que se puede, esta es una situación de emergencia y decidimos venir a colaborar”, señaló Lucas.

En la cola, esperando pacientemente, también estaba Mirta Medina, vecina de 10 entre 513 y 514. “Esta es la primera ayuda que vamos a recibir”, afirmó, y agregó que “sinceramente no tenemos ni para comer”. Y son muchas bocas que alimentar. Mirta vive con su marido y 8 hijos, el mayor de 18 años y el menor, de uno. “Se perdió todo, camas, colchones, ropa, y la heladera. Ahora vengo por lo mínimo, un colchón y un poco de comida”, comentó.

En el peor momento del temporal tuvieron “el agua hasta la cintura”. ”Nos rescataron los vecinos. No sabemos qué hacer, es desesperante. Tenemos una hija de 14 años enferma que está esperando un trasplante de médula ósea”, relató Mirta.

Ante semejantes historias, nada parecía dar abasto. “Lo que más se pide es agua y ropa. Aunque también faltan colchones y frazadas”, comentó una voluntaria de la Cruz Roja.