Un cementerio de muebles, electrodomésticos y recuerdos

“Todo esto es para tirar y todavía seguimos encontrando cosas que van a ir derecho a la basura”, dijo, señalando una enorme montaña de objetos inservibles ya depositados en la vereda y que la vecina, su marido y sus hijos sacaban de su casa de 22 entre 33 y 34.

Esas “cosas” de las que hablaba ayer Julia Mercado eran nada menos que una cómoda totalmente hinchada por el agua, varios estantes, motores inutilizados del taller de reparación de tapas de cilindros (de lo que vive la familia), ropa que el agua y el barro convirtieron en inservible, restos de vajilla destrozada por la fuerza del agua, libros, documentos y un sinfín de recuerdos sintetizados en las fotos familiares.

La situación de 22 entre 33 y 34 se replicó en infinito en ese barrio entre decenas de hogares de pocos metros a la redonda; y también en otras zonas de la Ciudad, como en 25, de 63 a 66, y 66, de 25 a 31. Frente a los domicilios, las veredas se convirtieron en verdaderos cementerios de muebles y de la más variada gama de elementos que hacen a la vida cotidiana.

Una dato que da cuenta del inusitado paisaje que mostró la Ciudad: ayer se quintuplicó en la vía pública la cantidad de residuos no habituales, según precisaron fuentes comunales.