Viviendo con la casa en la calle

A cada paso una historia. Y cada una de ellas tremendas, estremecedoras. Las imágenes devastadoras se repetían en cada rincón de la Ciudad afectado por la inundación. En 25 de 62 a 66; en 66 de 25 a 32, y en 67 de 26 a 31, las veredas estaban cubiertas de muebles arruinados, electrodomésticos y recuerdos que se perdieron para siempre.

César Gustavo Jofré, de 66 entre 26 y 27, contó la suya, su historia de terror: “En la casa no me quedó nada, todo empapado e irrecuperable. El auto (un Fiat Duna) también se arruinó, es el esfuerzo de toda una vida. Pero lo material queda en un segundo plano, por suerte tuve las fuerzas para salvar vidas, de gente mayor que estaba sola y rescatamos con otro chico del barrio que se llama Ezequiel”.

Con escaleras y un enorme esfuerzo físico, en medio de la lluvia y la correntada que lo arrastraba todo, ellos pudieron sacar de su casa a Dora Salerno, quien contó agradecida: “me llevaron de techo en techo, saltando tapiales y se movilizaban conmigo como podían. Creo que me salvaron la vida, sin exagerar nada, tanto ellos como otros vecinos que también ayudaban son verdaderos héroes, porque estábamos desamparados, nunca llegaron de Defensa Civil ni de ningún lado. La gente se ayudaba para escapar del agua que avanzaba y eso evitó una tragedia aún mayor”.

“ESTAMOS VIVOS”

Otra historia, la de Roberto Medek, de 25 entre 64 y 65: “con mi esposa veíamos que ya todo estaba cubierto por el agua. Es un momento que te hace click la cabeza y decís ya está, ahora hay que salvar la vida. La catarata no paraba de entrar a mi casa, corrimos hacia el fondo y nos trepamos como pudimos a un tapial que, por la inseguridad, está lleno de pinches. Nos lastimamos pero ahí quedamos hasta que el agua empezó a bajar un poco. En un pasillo interno a mí me llegaba hasta el cuello, una cosa es contarlo y otra es vivirlo. Nos asustamos mucho, no nos quedó casi nada, pero lo importante es que estamos vivos”.